Sobre las tres de la madrugada, el estropicio me hizo entreabrir los ojos. Esperando ver a mi primo quejándose al haber tropezado, el golpe procedía del gancho cuya fallida misión era sujetar la contraventana. De repente, sin haber notado la presencia del frío veraniego, el portón se abrió de par en par y entre la nada pude divisar una mujer sin rostro acompañada de una niña, ambas unidas por sus manos. El miedo me invadió, me quedé petrificado, sólo mi respiración agitada y casi ahogada me indicaba que aún seguía vivo. A pesar de dormir con mis cinco primos no tenía fuerza para pedir ayuda y eso me provocó una agonía insufrible, estaba solo en una habitación con cinco esclavos de Morfeo y dos extrañas mujeres. Los minutos me parecieron horas pero conseguí desatarme y me tapé la cara, no porque pensara que me iba a salvar sino para ocultar la terrible imagen.
Me dormí.
Al salir el sol y ver la luz, pregunté a mis compañeros de habitación si habían escuchado algo, no sabían nada, todo había sido una pesadilla. Sin embargo, en el desayuno, mi prima me lo confirmó – Por la noche, cuando estaba en el baño, escuché como vuestro gancho había caído – A pesar de todo sigo pensando que todo fue una pesadilla, el sonido influyó en mi mente y modificó el sueño, sin embargo recuerdo perfectamente lo que sentí y aún lo siento como si estuviese condenado a notarlo cada vez que recupero el suceso. (más…)