Construir maquetas de barcos es todo un hobby. A quien le gusta le sucede que está dispuesto a dejarse un ojo de la cara en una carabela portuguesa del siglo XIV. Son comunes los comportamientos obsesivos en las últimas fases de la construcción, las más complicadas. Pueden descubrirse en medio de una conversación cavilando sobre cómo unir la vela de la mesana sin romper el trinquete, sin escuchar a su interlocutor. Lo absorbente del hobby puede llevar a desplazar a otras actividades, acabar una maqueta de 110 centímetros de eslora puede ser demencialmente exigente. Al terminar la última obra, la sensación de vacío es difícil de rellenar. Además, un verdadero maquetista siempre debe superarse. (más…)