En un par de semanas, los longevos y míticos Aardman Animations llegarán a la cartelera de nuestros cines con su última producción. Los creadores de Wallace & Gromit vuelven a la palestra para presentarnos La Oveja Shaun: La película, largometraje en stop-motion inspirado en la serie homónima. Más allá de esta descripción al más puro estilo Wikipedia, y dos o tres retazos de su argumento, mi conocimiento del proyecto se limitaba a los carteles que he visto anunciándola aunque debo reconocer que han despertado un recuerdo no muy lejano. Por alguna extraña razón que requeriría de un profundo estudio de mi más que trastornada psique, el cartel promocional del film me ha recordado poderosamente a un videojuego que pasó con más pena que gloria: Championsheep Rally.
El caso de este título no deja de ser curioso, ya que nadie puede decir que en su momento fuese un hype pero si es cierto que hubo más expectación por el mismo en sus fases de desarrollo que en el momento en que llegó al mercado. A principios del siglo XXI, aparecieron en las tiendas varios títulos en los que el humor estaba bien presente en la mecánica y podía despertar el interés de los compradores. De esta manera, las entregas tridimensionales de la saga Worms o títulos como Marranos en Guerra, añadían con mayor o menor fortuna pinceladas de humor a las metodologías de juego más clásicas. Sin embargo, los juegos anteriormente mencionados tenían un cierto valor añadido que evitaba que el juego se quedara en un simple chiste que no aguantara un par de partidas. El caso de Championsheep Rally no es ese.
A principios de 2006, empezaron a llegar a las revistas y webs del sector los avances del videojuego que estaba desarrollando una desconocida compañía conocida como Black Sheep y que iba a suponer la carta de presentación de una distribuidora alemana también emergente, Frogster Interactive Pictures AG. Estos avances nos aventuraban un nuevo videojuego de carreras en un entorno tridimensional en el que, en vez de coches o motos, serían unas ovejas las protagonistas. Las primeras imágenes aventuraban un diseño que mezclaba cosas de la saga Mario Kart con elementos de Ignition, eso sí, bajo la capa de diseño ovejero.
La idea a priori parecía divertida y cuando salió al mercado en junio de ese mismo 2006, hubo una cierta euforia inicial respecto a su llegada aunque no se tradujo precisamente en ventas a largo plazo. Al poner el juego, de primeras tenemos los elementos esperados: las ovejas, escenas de vídeo al estilo de Worms, y un juego de carreras arcade, pero nada más. El título apenas permite un par de horas de juego sin que el tedio te atrape.
Tener los ingredientes apropiados no hace una buena receta y esto podría ser una metáfora aplicable a Championsheep Rally. En primer lugar, parece que olvidaron que pese a añadir sketches de humor la gracia de estos apenas se mantiene tras un par de visionados y poco después el peso de la diversión del título vuelve a recaer sobre la experiencia de juego. Además, al hacer un videojuego que recuerda tanto a otros tiene la ventaja de que utilizas una fórmula exitosa pero se corre el riesgo de que sea demasiado palpable que la opción original es mucho mejor.
Championsheep Rally nos presenta básicamente: carrera simple, donde competimos en uno de los ocho circuitos de los que consta el juego; modo trashumancia, el equivalente a un modo carrera con distintos objetivos para avanzar la historia; modo Championsheep, que es el clásico campeonato por puntos; y el modo Cuidado con el Lobo, que es la original forma de renombrar la carrera de eliminación. A pesar de esta relativa variedad de modos de juego, al final todo se limita a carreras simples, ciertamente poco inspiradas y sin ningún aliciente más.
Contamos con once ovejas distintas a elegir con diferentes características de peso, resistencia, y velocidad. Todas ellas con un comportamiento distinto en carrera pero, como podéis imaginar, la diferencia entre once posibilidades no puede ser tanta en un videojuego de un corte tan arcade. La carrera en sí es una experiencia bastante lineal y muy del estilo de los videojuegos de karts licenciados, con monedas que recoger y objetos para mejorar momentáneamente a nuestro animal, con la única diferencia de que, al ser ovejas, de vez en cuando saltaremos alguna valla. La simpleza de su control, que en principio no debería ser un handicap para la diversión, choca con la simplicidad tanto de los circuitos como la discutible inteligencia artificial de las otras ovejas haciendo que las carreras resulten bastante tediosas. A la pesadez de su desarrollo hay que sumar algún que otro bug, posiblemente perdonable en otras circunstancias, pero que en este caso se convierten en un nuevo objetivo a machacar del título. Por otro lado, en pleno 2006, Championsheep Rally no aprovecha para ofrecer un buen multijugador o posibilidad de juego en línea. Posiblemente esta última carencia remató el posible interés de los jugadores a su lanzamiento.
Al menos, si que podemos decir que desde un punto de vista meramente estético sus gráficos son atractivos. Y que si bien es cierto que los circuitos son algo parcos en detalles la fluidez que es correcta y los diseños de las ovejas tienen su gracia. Aunque no suele ser lo habitual, es el apartado sonoro el que destaca en esta ocasión, sobre todo la banda sonora que ambienta perfectamente el pretendido espíritu de dibujos animados de Championsheep Rally.
Como os he indicado antes, el juego tuvo más de expectación que de éxito a pesar de que para un título debut no fuesen unas ventas del todo malas. Black Sheep prácticamente desapareció del mapa, quedando para el desarrollo por encargo de juegos de tipo promocional y Frogster Interactive Pictures AG ha permanecido como una distribuidora de serie media con diversos cambios de nombres y dueños.
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