En los últimos tiempos son bastante habituales en el territorio español las viralizaciones de todo tipo de bromas sobre el concurso Saber y Ganar. La longevidad del programa y la aparente incorruptibilidad física de su conductor han dado pie a todo tipo de chascarrillos, que se han hecho tremendamente populares. Esto quizá derive de la extrañeza que nos provoca el hecho de que un concurso cultural, simplemente de preguntas y respuestas, haya durado tantos años en antena y con una audiencia que, si bien no es espectacular, es tremendamente fiel.
Análogamente puede pensarse de una idea que surgió en Montreal, hacia 1979, de la mente de Scott Abbot y Chris Haney, grandes aficionados a los juegos de mesa, y que fue el punto de partida para la creación de Trivial Pursuit. El juego, más allá del diseño del tablero y de la definición de las categorías, no es más que un continuo pregunta y respuesta, que poco parecía que fuese a impactar más allá de los empollones de clase. ¡Craso error! En la actualidad se acerca a la mareante cifra de cien millones de unidades vendidas y no hay persona en la faz de la Tierra que no lo conozca. Sin embargo, el éxito fue más bien tardío: dicho punto de inflexión llegó en 1984 cuando, tan solo en Norteamérica, se vendieron veinte millones de unidades.
Fruto de ese éxito, Bally Midway lanzó ese mismo año tres videojuegos para salones recreativos: Trivial Pursuit, Trivial Pursuit All Sports Edition y Trivial Pursuit Young Player’s Edition. Aunque no dejaba de ser un videojuego de preguntas y respuestas, lo cierto es que no se parecía en exceso al juego de mesa que lo inspiraba; de hecho, el tablero se parecía más al de Monopoly que al del propio Trivial Pursuit. Estaba claro que el lugar natural para un videojuego de estas características se encontraba dentro de los hogares de los jugadores.
De esta manera, en 1986, Domark Software publicó una nueva versión del videojuego para ordenadores personales, desarrollado por Oxford Digital Enterprises. Llegó prácticamente a todo el espectro de ordenadores de la época, tanto de ocho como de dieciséis bits, con buenos resultados de ventas en cada uno de ellos.
Esta versión digital de Trivial Pursuit se alejaba bastante del concepto que aplicó Bally Midway para su versión arcade y lo que se intentó fue realizar una adaptación casi exacta del juego de mesa, con alguna licencia sobre las posibilidades que daba la interacción con el computador. Así, en esta ocasión el tablero tiene la misma distribución que el original, la misma división de categorías y el mismo objetivo final para ganar la partida. De igual manera, hasta cinco jugadores podían participar en la misma partida, contestando a las preguntas por turnos como si del juego original se tratase, si bien existía una versión para un solo jugador en la que nos enfrentábamos únicamente al reloj.
Las versiones más actuales de Trivial Pursuit varían respecto al concepto original al mostrar opciones multirrespuesta, pero, como ya hemos indicado, en esta versión de 1986 se buscaba la representación fiel del juego de mesa. No hay multirrespuesta: el maestro de ceremonias —representado por un simpático personaje llamado TP— nos formula la pregunta y en el tiempo especificado tenemos que indicar si hemos acertado con la respuesta o no. Así, serán el resto de jugadores los que controlen la veracidad de lo indicado. Aunque pueda parecer una solución cutre, ciertamente era la única manera para permanecer fiel al formato del juego de mesa, en el que, de hecho, en la edición Genus no existe la multirrespuesta.
Las preguntas por regla general se formulan de forma similar al juego original, pero en ocasiones aparecerán algunas que harán uso del altavoz para reconocer una melodía o el bueno de TP nos bajará una pantalla de proyector donde nos mostrará un dibujo que tendremos que reconocer. Este par de añadidos quizá sea lo único que diferencie una partida al juego de mesa de una a la versión digital.
Cabe destacar el cuidado que se puso en el apartado técnico para un videojuego en el que, en realidad, no hacía falta. No es que estemos ante una proeza gráfica, pero es cierto que la inclusión del maestro de ceremonias, las melodías, los proyectores… son de agradecer a la hora de estar bastante tiempo pegado a la pantalla.
El juego tuvo una gran difusión en todas sus versiones y, de hecho, se lanzaron dos versiones especiales en 1987; Trivial Pursuit: Young Players Edition y Trivial Pursuit: A New Beginning. En 1992, los mismos protagonistas lanzaron un remake del bajo el título de Deluxe Trivial Pursuit. El formato de juego se conservó, pero se actualizaron las preguntas, se refinó el apartado técnico para adecuarlo más a la época y se sustituyó a TP por un extraño pájaro verde.
A partir de ahí y con la llegada de todo el universo multimedia, se han lanzado todo tipo de versiones con mayor o menor fortuna, donde se han incluido nuevas formas de juego, con inclusión de vídeos y las consabidas multirrespuestas. Si bien hay que decir que, en líneas generales, el nivel de calidad de los títulos es aceptable, en mi opinión son las versiones de 1986 y 1992 las que verdaderamente rescatan el espíritu del juego de mesa original.
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