Recientemente estuve hablando del excelente videojuego de carreras Big Red Racing, que conocí gracias a una colección por fascículos que lanzó Planeta DeAgostini con el nombre de Juegos CD-ROM 8Mb allá por 1998. El título de Big Red Software era la primera entrega de dicha colección, pero no venía solo ya que lo acompañaba Wetlands, un juego que aún era más desconocido para mí y que resultó ser una grata sorpresa.
Estamos situándonos a finales de los 90, una época que marca un boom en la llegada de los ordenadores personales como un elemento básico en cada hogar. Cada pocos meses aparecían nuevos modelos de ordenadores con más potencia, más velocidad y más capacidad, los videojuegos y el CD-ROM eran un excelente escaparate para sus capacidades. Es por ello que durante esa época era muy frecuente que se primara el aspecto visual sobre la jugabilidad y Wetlands es un buen ejemplo de esa práctica. Pero no nos equivoquemos, eso no significa que estemos ante un mal título, simplemente hay que contextualizar ciertas peculiaridades del juego.
Wetlands fue el título de debut de Hypnotix, una pequeña compañía de Nueva Jersey fundada en 1993 por cinco compañeros de facultad que consiguieron en dos años un título de calidad. De esta manera, en 1995 llegó al mercado del PC de manos de New World Computing, una veterana en el campo de la distribución de videojuegos para ordenadores personales.
El juego se enmarca dentro de la ciencia ficción y la acción recrea el futuro año 2495 en el que el planeta vive inmerso en una cruenta guerra. La situación ha empeorado cuando el criminal más peligroso de la Tierra ha sido rescatado por sus secuaces de la prisión de máxima seguridad Alpha 16, estos sujetos no dudan en acabar con la vida de todos los miembros de la prisión. Nuestro protagonista es un prestigioso agente encubierto del gobierno al que se le solicita que deje sus objetivos en la guerra y que pase a capturar de nuevo al prisionero fugado.
Como podéis intuir del argumento, Wetlands cuenta con una historia de corte cinematográfico y los miembros de Hypnotix quisieron dejar patente su intención desde el primer momento. En el juego toma especial relevancia el desarrollo del argumento, por lo que nos encontramos con una serie continua de escenas de animación de gran calidad para su época. No es un videojuego donde la acción se desarrolla y va siendo interrumpida por alguna escena introductoria, es todo lo contrario, una película de animación que va intercalando momentos interactivos. Esto podría tomarse como algo negativo si no fuese porque el juego no pretende ser otra cosa y en su aspecto de película interactiva es muy bueno.
Las escenas jugables son, en su mayoría, FPS sobre raíles (aunque existe alguna fase de habilidad), lo que simplifica extraordinariamente su control y permite que la acción sea muy trepidante. La excelencia de su trabajo gráfico no se queda en los vídeos y la parte interactiva es toda una lección de renderizado de la época, sacando buen partido del potencial del hardware de los 90, apoyado en la simplicidad de su jugabilidad.
Wetlands es una sucesión escena-juego-escena-juego muy dinámica, con niveles cortos que se desarrollan a toda velocidad, lo que ayuda a no perder el interés en el argumento y a que no bajen los niveles de adrenalina. Para ayudar a evitar la monotonía del sistema de juego, este se desarrolla en escenarios muy variopintos: combates espaciales, persecuciones en moto, escenas submarinas, etc.
Y como no podría ser de otra forma, Wetlands tenía la firme intención de explotar el potencial multimedia que permitía el CD-ROM, por lo que a su trabajo artístico le acompañaba audio digitalizado. El doblaje al castellano no es de excesiva calidad, con actores poco inspirados y, probablemente, no profesionales, pero no es un aspecto que se cuidara en exceso por aquellos años. El catálogo de efectos y la banda sonora sí dejaban el nivel más alto y ayudaban a sentir el juego como una verdadera película interactiva.
La arriesgada propuesta iba a tener un lógico efecto diferenciador en la crítica especializada. Las revistas más proclives a destacar los aspectos técnicos dotaron de buenas puntuaciones a Wetlands, mientras que los críticos más clásicos pusieron el dedo en la llaga por la monotonía de su jugabilidad. De una manera u otra, lo cierto es que no funcionó especialmente bien en las tiendas y el juego fue condenado al olvido del que fue rescatado años más tarde gracias a las colecciones por fascículos.
Es evidente que Wetlands no es un clásico de los videojuegos y que, hasta cierto punto, es lógico el olvido que sufrió. Sin embargo, lo arriesgado de la propuesta debería de animar a algún nostálgico de los CD-ROM a echar una tarde repartiendo tiros sin complicarse mucho la vida.
Otro como Policenauts que estaría bien en ipad…
Pues estaría muy bien, pero a éste habría que hacerle más adaptaciones que a Policenauts