Pasemos cuanto antes la parte obvia: Sí, Thirty Flights of Loving dura alrededor de trece minutos. Y también: Es un experimento sobre narrativa muy particular. Asumidos estos dos puntos podemos centrarnos en el juego.
Thirty Flights of Loving proviene de una saga de historias llamada Citizen Abel: un caso especial entre los indies puesto que las cinco primeras entregas son ideaciones del creador en sus tiempos de instituto, y lo más probable es que ni siquiera vean la luz en internet.Y en la actual oleada de juegos que experimentan con la narrativa, adquiere una particular postura. No concibe la interactividad como un medio para medir habilidad o jugar con el cambio, sino que busca únicamente explicar una relato corto. Sin decisiones del jugador, sin finales alternativos. Únicamente con trama, historia y puesta en escena.
La propia Blendo Games se pavonea de que su juego en 13 minutos consigue contar más que juegos de 13 horas. Y esta afirmación se convierte en cierta, porque toda la historia de Thirty Flights of Loving está despiezada, con saltos temporales adelante y atrás en el tiempo. Y a través de contemplar momentos concretos e importantes para los personajes nos encontramos con una historia de confianza, traición y desesperación.
Ya se advierte desde su primera elipsis (que me permitiré no revelar): Es chocante, brutal y nos pilla por sorpresa acostumbrados como estamos a una narrativa mainstream más similar a la de Fallout 3 o Bioshock. A partir de ahí, es tarea del jugador juntar las piezas que se nos presentan, puesto poco se nos da por explicado y que es más importante aquello que se esconde que lo que se revela.
Pero también es cierto que su estilo sobrio, minimalista y ecléctico guarda más de lo que aparece a simple vista, puesto que se basa en el detalle. Una habitación casi vacía muestra la provisionalidad de la situación, un cambio de posición nos permite ver que algo no encaja en la escena y nos introduce rápidamente en un mundo en el que sumergirnos.
Y sí, como jugadores algunas veces podemos sentirnos perdidos, ya que en alguna ocasión a la hora de contar la trama el título pierde un poco el norte. La forma de representar la elipsis descoloca al realizar grandes cambios de escenario, resulta un uso del recurso más propio del cine que del videojuego y en muchas ocasiones hasta se interpreta como un bug más que como un salto en el tiempo.
Si sentís curiosidad por la forma de contar historias de Brendon Chung podéis descargar gratuitamente Gravity Bone en la página oficial de Blendo Games. Por supuesto, Thirty Flights of Loving comparte mucho con su precuela Gravity Bone: Tanto su estilo artístico como la voluntad de comunicar emociones sin usar el lenguaje. Aunque por encima de todo la historia deja muchos puntos libres a la interpretación del jugador y reconstruye la historia en base a actitudes y a otros referentes o clichés que ayudan a completar los huecos.
En definitiva, con ello consigue que, aún con sus pequeños crashes y problemas técnicos, aquél que se sienta atraído por conocer lo que hay detrás de Thirty Flights of Loving acabe perdonándole sus errores. Solo importa sentir las emociones de cada escenario y que nada se pase nada por alto, hasta el punto de llegar a emocionarse por un final sorprendentemente nostálgico; una (otra en realidad) prueba más de que en lo que se refiere a contar historias, aún pueden sorprendernos.
Hostias!! Cómo me ha gustado tu artículo, Xabi!
Vaya, gracias por el halago, rafael.
La verdad es que recomiendo ni que sea probar el gravity bone. Porque en ambos sí que obtienes unas emociones bastante fuertes que aparece aparentemente de la nada. Porque sinceramente, la sola escena de la mesa me puso a mil. Y con nada, como ya he dicho.