Dentro del catálogo de juegos de las videoconsolas solemos diferenciar entre los títulos de desarrolladores ajenos al fabricante del hardware, más conocidos como third party, y los que son lanzados por la propia casa. Estos últimos suelen ser, en su mayoría, la enésima explotación del personaje insignia de la consola: Mario, Sonic, Crash Bandicoot, etc. Sin embargo, dentro de este grupo se encuentran también otro tipo de juegos más originales cuya principal misión suele ser la de hacer de escaparate de las posibilidades técnicas de la máquina y que, en ocasiones, resultan ser verdaderas joyas.
Greendog: The Beached Surfer Dude! es un gran ejemplo de estos juegos en la época dorada de los 16 bits. Fue uno de los lanzamientos estrella de la SEGA Mega Drive más allá de las aventuras del erizo azul. Y aunque no tuvo malas ventas la crítica de la época no fue del todo benévola con el juego, probablemente porque por aquella época la prensa especializada solo quería juegos de plataformas del corte de Super Mario World o Sonic the Hedgehog. Hicieron falta años para que la prensa reconociera la valía de Greendog y actualmente se le considera como un referente de los plataformas de inicios de los noventa.
El juego fue obra de Sega Technical Institute junto a Interactive Designs, el primero fue un estudio que SEGA emplazó en EE.UU. para poder desarrollar videojuegos de un corte más cercano al mercado occidental. Dentro de las producciones de Sega Technical Institute podemos encontrar títulos tan importantes como Kid Chamaleon, Die Hard Arcade o Comix Zone. De hecho, el estudio llegó a tener tanto prestigio que Sonic the Hedgehog 2 fue desarrollado por Sonic Team en EE.UU. con un importante apoyo del equipo de Sega Technical Institute.
Centrándonos en Greendog, es un videojuego de plataformas protagonizado por un personaje homónimo que resulta ser un apasionado por el surf. Mientras está practicando su afición favorita en las caribeñas islas de Granada, una ola gigantesca lo termina arrastrando a la playa. Pero cuando se recupera y se levanta, se da cuenta que lleva alrededor de su cuello un colgante dorado y que una misteriosa fuerza le impide quitárselo. Una despampanante rubia aparece y le comenta que se trata de un colgante azteca con una terrible maldición: todos los animales le atacarán y nunca más podrá practicar surf. La única manera de librarse de la maldición es encontrar las seis piezas que conforman un antiguo tesoro azteca oculto en distintas zonas del Caribe.
Greendog cuenta con seis niveles correspondientes con cada una de las piezas del tesoro, estando situadas en las islas de Granada, Mustique, Curaçao, Jamaica, Saba y San Vicente, que corresponden a lugares reales del Caribe pero que no son reconocibles visualmente en el juego. En cada una de las islas Greendog tendrá que atravesar una zona exterior hasta llegar a un antiguo templo azteca donde se encuentra la pieza del tesoro.
Como único arma contamos con un frisbee que usaremos principalmente para golpear a los animales enajenados que no pararán de atacarnos. El disco también nos servirá para activar diversos mecanismos en los templos y para golpear totems que esconderán objetos que nos permitan aumentar la puntuación, recuperar vida o mejorar nuestro disco. Como ayuda adicional, en ciertos momentos podremos hacer uso de un monopatín que nos permite movernos más velozmente y aplastar enemigos.
El desarrollo del juego es el clásico de un plataformas horizontal, que recuerda mucho en su diseño al concepto de juego que implantó Pitfall! una década atrás con lianas, precipicios y plataformas móviles, aunque con una complejidad mucho mayor. Los animales que nos atacan son de lo más variopinto, desde tucanes a ranas o pirañas, por lo que en muchas ocasiones será una estrategia más acertada la de evitar el enfrentamiento antes que el ataque.
En ciertas zonas tendremos que pasar por tramos subacuáticos que añaden el oxígeno como dificultad añadida, teniendo que tener siempre presente las zonas de recuperación. Curiosamente y al contrario de lo que era habitual en su momento, las fases carecen de jefes finales. Lo que si tiene Greendog es una zona de bonus, representada por el viaje entre isla e isla donde nuestro protagonista se pone a lomos de una bicicleta voladora y puede recoger diversos objetos.
Gráficamente estamos ante un juego notable de la primera época de Mega Drive, con una gran variedad de diseños en los enemigos y un especial énfasis en los fondos para enfocar la ambientación en la temática caribeña. Esto se ve reforzado con una excelente banda sonora de tipo calypso que termina de redondear el aspecto artístico. Quizá como falla técnica podemos decir que el control es algo duro y requiere de un cierto aprendizaje, en especial si estamos acostumbrados a la respuestas de otros plataformas contemporáneos.
Revisado a día de hoy podemos notar claramente que Greendog tenía algo más que ofrecer que el resto de plataformas de su época, la mayoría cortados por el mismo patrón. Sin embargo, puede que esa sea la clave de que no fuera el éxito que se esperaba. Por suerte, ahora podemos volver a probarlo y su revisión revela que ha aguantado mejor el paso del tiempo que otros superventas del momento. ¿Una idea para un remake? Ojalá.
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