Tercera y última entrega de esta saga de matamarcianos japoneses con origen amateur. Otra vez nos encontramos con un título que tiene bastantes diferencias con sus predecesores, para empezar en esta ocasión está desarrollado de una manera completamente profesional, y de hecho más allá del exceso de balas en pantalla o el desplazamiento vertical, y un apartado sonoro y gráfico que si nos recuerda a la saga, cuesta reconocer su procedencia.
La historia en esta ocasión no tiene nada que ver con vampiros o iglesias y nos deja en la piel de Raine Lindwurm, una descendiente de dragones que aspira a ser la mandamás del inframundo y para lograr su objetivo debe vencer al resto de candidatas entre las que se encuentra su poderosa hermana Celestia.
El juego abandona anteriores ayudas al jugador, como la polarización de disparos con colores de la segunda entrega, y nos deja ante una orgía de balas en pantalla donde, por suerte, aún quedan algunos apoyos nuevos. El pequeño tamaño de la zona de colisión, la posibilidad de ralentizar el entorno y que los dragones a nuestro servicio apunten solos, nos permite concentrarnos exclusivamente en esquivar las balas. Como último recurso siempre podemos usar las bombas, de manera automática o manual, para seguir adelante en nuestra misión. El apartado técnico del juego, tanto el gráfico como el sonoro, son correctos, las canciones en concreto son muy cañeras, rápidas, y nos empujan a seguir jugando. Además, el trabajo de doblaje en japonés de las actrices es especialmente bueno.
Está claro que no gustará a todo el mundo, pero esta tercera entrega es un matamarcianos vertical muy competente, un buen colofón a la saga, y un digno representante del subgénero danmaku, bullet hell o matamarcianos con demasiadas balas en pantalla.
Yo soy más de estilo Thunder Force…