¿Quién no tiene la casa llena de cajas con videojuegos, películas, libros o discos? Cientos de pequeños contenedores analógicos repartidos por nuestras estanterías son el testimonio de nuestros actuales métodos de almacenaje cultural. En el fondo le tenemos cierto apego a esta forma de conservar la información, pero en la actualidad es técnicamente obsoleta.
Hoy en día todas nuestras estanterías podrían reducirse a un par de discos duros conectados a un ordenador, con sus contenidos interrelacionados mediante una base de datos y disponibles desde cualquier aparato de nuestro hogar. Siendo así ¿por qué mantener la obsoleta tecnología de libros encuadernados o discos dentro de cajas?, ¿no sería mejor obtenerlo todo directamente de forma digital? Pues eso es lo que nos propone la distribución digital, un concepto muy claro pero con sus pros y sus contras.
¿En qué consiste la distribución digital?
La distribución digital es, principalmente, la eliminación del medio físico en las compras. Desaparece la tienda como lugar a donde acudir, desaparece la moneda como medio de pago, desaparecen los horarios, los dependientes, las cajas,… Todo esto queda reducido a una transacción electrónica mediante internet. La distribución digital supone la desaparición de todo tipo de intermediarios y su sustitución por paquetes de datos que viajan entre comprador y vendedor.
La distribución digital como regalo al mundo de los videojuegos
Textos, música y vídeos parecen los mas claros beneficiarios del paso al mundo de la venta digital. Son cosas que todo el mundo consume, son accesibles y hay mucha variedad pero tienen una gran desventaja. Los libros, los vinilos, las cintas VHS: todos ellos formatos analógicos que deben ser pasados a digital antes de ser distribuidos. En cambio los videojuegos son programas de ordenador que tan solo han de compilarse para la plataforma adecuada. La distribución digital es una nueva biblioteca de Alejandría pero accesible para todos, desde cualquier punto y en cualquier momento.
De un vistazo puedes acceder mediante internet a cientos de juegos diferentes. Puedes elegir entre las últimas novedades o juegos con más de 20 años. Puedes ampliar tus juegos con nuevos contenidos o solucionar problemas mediante un parche en unos minutos. Puedes encontrar información oficial o de otros usuarios. No necesitas un lugar donde guardar tus juegos ya que puedes volver a descargarlos desde donde quieras y cuando quieras. Además ya no estás atado a los stocks de las tiendas, puedes encontrar precios más baratos y comparar sin recorrer cientos de tiendas. Tienes a tu alcance miles de demostraciones para saber qué es lo que compras. Y ni tan solo tienes que levantarte de tu asiento.
La distribución digital es un nuevo paso en busca de la comodidad para el comprador. Es el equivalente a poner todos los productos de la tienda al alcance de la mano, con un dependiente a nuestro servicio y la posibilidad de probarlo todo sin tan siquiera estar interesado. El cielo de todo consumidor.
¿Dónde está el truco?
No hay truco. La distribución digital es así de simple: pagas y recibes un contenido digital. Ahora bien ¿qué problema hay respecto al sistema tradicional de tiendas, cajas y estanterías? Tal vez más de los deseables. El primero y fundamental es que ya no podemos hablar de “nuestros” juegos, si no de acceso a servicios. Con la distribución digital los consumidores pasamos a estar atados a las decisiones que tomen los proveedores de servicios y el devenir de estas empresas. Los juegos que compramos ya no viven con nosotros, si no que están en una especie de libertad condicional en la que les dejan salir a jugar pero donde tienen que volver a casa a dormir.
Con la desaparición del medio físico desaparecen los derechos que este nos otorgaba como el poder regalar, prestar, cambiar o revender, y eso sin plantearnos qué ocurrirá cuando desaparezca la tienda a la que le compramos. Otra damnificada de la distribución digital es, por contradictorio que parezca, la ubicuidad. Para poder acceder a todos nuestros juegos necesitamos un punto de acceso único y asociado a nuestra identidad, ya sea un programa de ordenador o una consola determinada. Cuando no contamos con este punto la tan cacareada facilidad de acceso se torna en una imposibilidad casi completa.
Por último la distribución digital supone el fin de la competencia y la creación de monopolios imposibles de batir. En las consolas, los creadores del hardware son los que marcan los precios y las condiciones de la venta, con lo que se acabaron los chollos o los descuentos en busca de nuevos compradores. En los ordenadores, ¿qué sentido tiene bajar el precio del producto para darle salida si su existencia no te produce ningún tipo de gasto?
El camino hacia el futuro digital.
A la larga, la distribución digital es el futuro de la distribución de contenidos. Sus ventajas superan tanto en número como en importancia a sus desventajas, pero para que llegue su futuro dorado han de darse una serie de condiciones previas. La primera y fundamental es la ampliación de las conexiones de banda ancha permanentes, ubicuas y a buen precio. Sin ellas este tipo de comercio no puede vivir y mucho menos crecer. Después será necesario que las tiendas digitales “compren” los derechos del cliente. El ahorro en materiales y la falta de una posibilidad para amortizar el precio del producto mediante su reventa han de ser compensados mediante una bajada de precio. ¿Qué sentido tiene comprar un derecho cuando puedes comprar el objeto propiamente dicho? Y por último ¿cómo deshacerse de las tiendas físicas, los distribuidores y todos los demás intermediarios? Mientras las productoras de juegos vivan a caballo entre el modelo físico y el analógico tendremos que vivir con lo peor de los dos mundos.
Una de las razones por la que no me gusta ésto es necesitar una tarjeta de crédito y Steam. Ni tengo el primero ni me gusta el segundo.
Opino igual que Dennis. Llamadme antiguo, pero siempre he sido reacio a pagar por internet.
Por otra parte, la mayor desventaja que le veo a Steam y este tipo de plataformas de compra online, es la continuidad. Supongamos que dentro de 5, 6, o 7 años Valve cierra. Que pasaría con todos esos juegos por los que he pagado? Simplemente desaparecerían. En el futuro el acceso a los clásicos va a estar muy jodido.
Sigo pensando que por muy arcaico que sea, prefiero DVD en mano que ciento “volando” en la red.
Una solución intermedia sería que los compradores pudiésemos hacer una copia de nuestra compra a modo de copia de seguridad. Las empresas continuarían ahorrándose el empaquetado y los consumidores tendrían un colchón de seguridad en caso de que ocurriese “algo”.
Evidentemente en ese momento habría que plantearse la gran asignatura pendiente de la distribución digital: cómo gestionar los derechos de las compañías sin cercenar los de los consumidores.
En cuanto a las tarjetas de crédito pagar vía web no es muy diferente de pagar en una tienda mediante datáfono, es más un asunto de percepción ya que tendemos a confiar más en los seres humanos que en las máquinas.
Yo estoy de acuerdo con la distribución digital siempre que los precios bajen acorde a la disminución de pasos intermedios de creación posterior al juego en sí.
Si esto significa que nos evitamos el coste de la caja, el manual y el soporte óptico, junto al transporte etc. etc. posiblemente sea una buena forma de compra, siempre y cuando tengamos la posibilidad de hacer backups de los mismos, no fuera cosa que cerraran y nos dejaran en la estacada.