Pese a ser un seguero impertérrito he observado los últimos años desde una posición neutral, o al menos lo he hecho desde el fin de Dreamcast. Puedo llegar a alegrarme por movimientos concretos, pero nunca he cogido ninguna bandera. Así, me gustó ver el arrojo de Microsoft con los inicios de la primera Xbox, las innovaciones de Nintendo tanto en Nintendo DS, como en Wii (esto tal vez me gustó menos, pero innovar innovaba), la idea original de PSP (y hasta ahora, de Vita), los sistemas de descarga digitales de Microsoft y Sony, y la política de «Siempre Precios Bajos» de los juegos en la Apple Store. Incluso, las iniciativas no tan ortodoxas como la aparición de las consolas abiertas, o el uso de otros dispositivos para jugar.
En todo este proceso, he visto a unas empresas subir, a otras bajar, a algunas nuevas aparecer con fuerza (con casos recientes como Rovio o Zynga), a otras desaparecer con estrépito (Game Republic o Free Radical Design, por ejemplo), pero Nintendo siempre ha estado ahí, fuerte, potente, altiva, haciendo su juego (y sus juegos).
Y ahora empiezo a oír los lloros porque tanto Nintendo 3DS como la futura Nintendo Wii U parece que no están arrasando como se esperaba. La primera ha tenido que reducir su precio (y de manera notable) debido a las bajas ventas iniciales, con el consiguiente cabreo mostrado por sus primeros compradores, y la segunda, al ser anunciada, llegó a provocar una bajada en las acciones de Nintendo. Ante todo esto, las voces más exaltadas empezaron a decir que Nintendo estaba en crisis. Que después de la caída de Sega, ahora llegaba la caída de Nintendo. Recordemos, una empresa de cartas reconvertida por Hiroshi Yamauchi, nieto del fundador, en una de las potencias del videojuego, que a diferencia de Sony o Microsoft depende mucho más de sus ventas en consolas y títulos.
A pesar de que Nintendo lleva bastante tiempo lozana (no en vano ha llegado a ser la segunda empresa que más beneficios ha generado en la segunda potencia económica mundial), no siempre ha acertado en sus decisiones. Durante el tiempo en que sus consolas de sobremesa fueron Nintendo 64 y Nintendo Game Cube se tuvo que apoyar sobremanera en las portátiles, y de hecho, el verdadero fenómeno que le permitió tener unas cuentas saneadas fue Pokémon. Además, tuvo un verdadero fracaso con Virtual Boy, el último invento de Gumpey Yokoi, casualmente, una especie de «portátil» que mostraba gráficos en 3D.
Pero, a diferencia de los casos citados, esta vez Nintendo tiene mucho margen de maniobra. La primera razón de este margen es que tiene las arcas llenísimas. La segunda, que Nintendo 3DS está consiguiendo unas ventas estupendas una vez han aparecido los juegos estrella (en este caso, Super Mario 3D Land y Mario Kart 7), consiguiendo con ellos estar en el top 10 navideño, y con el lanzamiento de The Legend of Zelda: Ocarina of Time 3D alcanzar lo mas alto del top de Junio, y mantenerse varios meses después. Y la tercera, que aún tiene mucho que ofrecer.
Está claro que son humanos y a veces fallan. Que los móviles son una amenaza real. Que el resto de la competencia no se va a quedar con los brazos cruzados. Pero sus propiedades intelectuales son las más conocidas de finales del siglo XX, sus productos son buenos, y están bien instalados en todos los países clave. No es tan fácil que Nintendo caiga, y antes, pueden realizar otros movimientos para evitarlo. Así que, me da que nos queda Nintendo para rato.
Di que si, sería lo peor que le podia pasar a los videojuegos. Nintendo tiene una gran base de usuarios que la apoyan (entre los que me incluyo) y que disfrutamos de sus grandísimos juegos siempre que podemos.
Nintendo es el rey de las portátiles, podrá tener sus errores pero buscan solucionarlos a tiempo.
A Nintendo le queda mucho pese a lo que lloriqueen los anti-Nintenderos de turno.