Arch Rivals, a tortas por la cancha

Arch Rivals, a tortas por la cancha

Desde muy pequeño he sido un gran aficionado al baloncesto y, más concretamente, a la NBA. A finales de los ochenta, cuando solo era un mocoso, ya me levantaba de extranjis de madrugada para poder ver Cerca de las Estrellas, el programa de TVE presentado por Ramón Trecet que traía por primera vez la competición más importante del mundo del básquet a la pequeña pantalla española. Todo esto coincidía con una época dorada de la competición, que contaba con grandes figuras como Michael Jordan, «Magic» Johnson, Clyde Drexler o Isaiah Thomas.

Este nuevo resurgimiento de la NBA también se trasladó a otros sectores de la sociedad en forma de merchandising, películas y, como no, videojuegos. El juego que hoy nos ocupa, Arch Rivals, es producto de esa renovada pasión por el baloncesto y se inspira en el showtime norteamericano. Sin embargo no contaría con la licencia oficial, reservada por aquella época a títulos más encarados hacia la simulación como Lakers vs Celtics and the NBA Playoffs, y no sería hasta años más tarde cuando aparecieran títulos como NBA Jam.

Arch Rivals es uno de esos videojuegos en los que la nostalgia nos juega una mala pasada. Fue un título muy popular, pero visto hoy en día de una forma objetiva no pasa tan bien el corte de calidad y languidece frente a otros juegos de la época. La clave de su éxito fue un planteamiento arcade bastante original en su momento y que se acoplaba muy bien al estilo de juego buscado en las máquinas recreativas, plataforma en la que debutaría en 1989 de la mano de MidwayEl eslogan de los carteles del juego ya era toda una declaración de intenciones: «A Basket Brawl!» («una batalla de baloncesto»). El baloncesto que nos propone Arch Rivals es totalmente pendenciero y carente de normas, quedando únicamente las correspondientes puntuaciones desde las distintas zonas de la cancha. El resto va a ser toda una clase magistral del todo vale. …Seguir leyendo +

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Red Card

Sólo hay tres cosas que me gustan en un juego de fútbol: trastear con el editor de personajes para crear una representación lo más fiel posible de mi persona, dar unas hostias terribles a cualquier delantero que ose darle la espalda a mi defensa, y marcar goles de chilena delirantes desde la corona del área. Red Card, si bien no cuenta con un editor de personajes estupendo como el de PES o FIFA, satisface como ningún otro esos dos últimos puntos que tan importantes son para mi correcta diversión. No exagero. Cada partido de Red Card puede y debe contener, por lo menos, tres patadas en la nuca, veinte placajes de rugby, siete cabezazos en el pecho y cinco chilenas imposibles en las que un balón envuelto en llamas vuela hacia la red. Y lo que es mejor, es posible —aunque no obligatorio— hacer todo esto con un equipo compuesto por delfines, predators, mandriles… o toreros. Es decir, imaginad un partido de fútbol en el que once toreros se lían a hostias vivas con once samuráis. O mejor, no lo imaginéis y jugadlo, porque lo tenéis de segunda mano tirado de precio para Playstation 2 y GameCube.

El juego de fútbol en el que pateas balones y cabezas por igual. …Seguir leyendo +

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