Si una cosa tienen clara las compañías de videojuegos es que una vez encuentran un personaje que sea mínimamente popular, lo van a convertir en la gallina de los huevos de oro y lo van a explotar como si no hubiera un mañana. El personaje por antonomasia de esta situación es, sin duda alguna, Mario. Desde su primera aparición en Donkey Kong en 1981, le hemos visto hacer de árbitro de boxeo, de piloto de carreras, de doctor, de tenista, de profesor, de futbolista, de jugador de baloncesto… con resultados totalmente dispares.
El caso es que con la apuesta de SEGA por Sonic the Hedgehog como personaje principal de la compañía, en un principio parecía que iba a respetarse al erizo azul, pero lo inevitable tenía que llegar. Sonic the Hedgehog: Spinball fue el título que abrió la veda para la prostitución del carismático personaje en múltiples títulos absurdos y, lo que es peor, con una media de calidad muy inferior a los protagonizados por el fontanero bigotudo.
El argumento de Sonic Spinball intenta encajarse en el universo Sonic, pero casi hubiera sido mejor que no hubiese habido ninguna explicación. El doctor Robotnik se ha hecho con el control del monte Mobius, que tiene una gran actividad volcánica. El malvado doctor pretende utilizar la energía del magma para transformar a los animales en poderosos esclavos robot. Como os podéis imaginar, esto enoja a Sonic y a Tails, que dirigen su avioneta al monte Mobius, aunque les atacan y Sonic aparece en una zona subterránea tas caer al agua. La única manera de acabar con la base del doctor Robotnik es provocar la erupción del volcán, recuperando todas las Esmeraldas del Caos, que se encuentran distribuidas en diversas zonas de la base, una gran fortaleza defensiva en forma de pinball gigante.
Pues todo este rollo que os he contado es el que sirve para justificar un simple y llano videojuego de pinball, pero sustituye la bola por el propio Sonic, que será golpeado una y otra vez por los flippers. No deja de ser una evolución de los niveles tipo pinball de los títulos anteriores del erizo de SEGA, como el Casino Night Zone de Sonic the Hedgehog 2. Sonic Spinball cuenta con cuatro mesas principales de pinball: Toxic Caves, Lava Powerhouse, The Machine y Showdown.
Para acabar con una mesa y pasar a la siguiente, hay que conseguir todas las esmeraldas del nivel correspondiente. Estas esmeraldas no son de fácil acceso: habrá que activar una serie de mecanismos en el nivel para que se vayan liberando las barreras de las zonas donde se encuentran. Para esto habrá que llevar a Sonic a diversos pulsadores, destruir ciertos obstáculos o bien conseguir puntuación en determinados lugares. Entre nivel y nivel, existen fases de bonus en las que veremos al famoso erizo jugando a una máquina del millón «real», en la que tiene que enfrentarse al doctor Robotnik de una manera u otra.
Hasta ahí, nada nuevo respecto a un pinball clásico, pero en este juego, además, podemos tener cierto control sobre la «bola». Aparte de los botones para manejar los flippers, con la cruceta direccional se puede controlar hasta cierto punto la dirección de Sonic y en las zonas donde no está rebotando, manejarlo como si de un plataformas se tratara. Esto hace que Sonic Spinball sea infinitamente más sencillo que una máquina del millón al uso, y con algo de entrenamiento en poco tiempo nos haremos con el título. En honor a la verdad, Sonic Spinball resulta un videojuego más divertido de lo que puede suponerse en un principio, pero el uso tan gratuito e injustificado del personaje y la falta de dificultad hace que no termine de funcionar del todo.
El apartado artístico del juego se encuentra un escalón por debajo del de la saga principal. El cambio de estudio (el juego fue desarrollado por SEGA Technical Institute y no por el Sonic Team) y las más que probables prisas para su lanzamiento tienen buena culpa de esto. No es que estemos hablando de malos gráficos, pero aparte de Sonic y el Doctor Robotnik, todos los personajes y escenarios del título parecen ser ajenos a la serie principal. La banda sonora también supone un cambio radical, con temas electrónicos machacones que nada tienen que ver con las melodías de otros títulos del erizo.
SEGA no tenía intención de desaprovechar la oportunidad de sacar rendimiento a la inversión y Sonic Spinball saldría para Mega Drive, Master System y Game Gear (las dos versiones de 8 bits son prácticamente idénticas). Teniendo en cuenta que este juego se lanzó entre el segundo y el tercer título de la saga principal, funcionó razonablemente bien en el mercado (aunque la crítica le diera de lado), pero no tuvo secuelas. Lo que sí hizo fue iniciar el tortuoso camino de los spin-off de Sonic, que se continuó con la serie Sonic Drift para Game Gear el año siguiente.
En lo del diseño, es que el juego está claramente inspirado en las series de TV americanas de Sonic que salieron a principios de los 90′. Ya no es sólo que Sonic Spinball tenga un apartado artístico ajeno a los juegos principales, es que es ajeno a la propia SEGA. Además, desarrollado sin gente del Sonic Team de por medio, porque Sonic 2 ya fue desarrollado por el STI, pero al menos el equipo AM8 viajó a EEUU para asegurar fidelidad y originalidad en el título, con Yuji Naka al mando.
De hecho, si no me falla la memoria, algunos de los personajes enemigos de Sonic Spinball aparecen en la serie animada que indicas.