Desde 1978, la empresa japonesa Takara saca al mercado unas figuritas de coches llamadas Choro Q. En 1984, Taito ya sacó una versión de videojuego de estos juguetes (que recuerda sospechosamente al famoso City Connection de Jaleco… con la importante salvedad de que es anterior), pero tuvimos que esperar a la Playstation para que Tamsoft, ese estudio de desarrollo que no salió a la luz hasta Battle Arena Toshinden, empezase a realizar con cierta regularidad juegos basados en estos cochecitos.
En occidente, Choro Q se convirtió en Penny Racers, como podemos ver en este anuncio de hace unos cuantos años, y sorprendentemente así llegó el primer juego a las Playstation españolas. Conseguí hacerme con uno baratito, y me gustó. Mucho.
En Playstation había, por aquel entonces, muchos juegos de coches. Estaban muy de moda. Que si los Ridge Racer, que si Porsche Challenge, Motor Toon GP o Colly McRae. Y muchos otros. Pero todos eran como muy serios y se tomaban a ellos mismos como muy en serio.
A Penny Racers nos acercamos con una sonrisa. Ahí estaba el camión de la basura, delante de nosotros, para plantarnos batalla; la música que recordaba a cuando los juegos de fútbol tenían música durante los partidos; el control terrible; y unos gráficos que, si bien eran superiores a lo visto en la generación previa de consolas (ninguna Super Nintendo, Mega Drive o 32x podía hacer eso), se quedaban un poco detrás de lo mostrado por la media de los juegos de carreras (a pesar de que el motor, el mismo de Toshinden, podía dar bastante de sí).
Al poco de empezar a correr viene la parte clave de Penny Racers: el dinero. Al quedar en cierta posición después de una carrera, el jugador gana una cantidad de monedas. Y con esas monedas, puede invertir en mejorar el coche, comprarse uno nuevo, etcétera. Este sistema, que ya conocíamos desde juegos como Super Off Road o incluso algunos anteriores, y que marcó la diferencia entre Gran Turismo y el resto de juegos de coches serios de la época, tiene verdadera gracia en Penny Racers: al ser coches de «juguete» (aunque las proporciones y los modelos sean reales), permite poner a los vehículos complementos más o menos inesperados, como alas o ventiladores… de manera que todo resulta más divertido aún.
Y conforme avanza el juego, y en contra de las normas de diseño de videojuegos clásicos, se vuelve cada vez mejor. Lo que al principio es un control duro se convierte en algo suave. Los escenarios, al principio muy sencillos, se van complicando a todos los niveles, desde el gráfico hasta el recorrido, de modo que nos podemos encontrar varios caminos secretos dentro de una cueva, por poner un ejemplo. Eso sí, las músicas siguen siendo igual de brillantes.
Personalmente, es el juego de coches al que más horas he debido dedicar nunca. Es divertido, es bonito, tiene ritmo y, además, ha dado luz a muchos hijos tan poco conocidos como su padre, donde podemos destacar Road Trip Adventure, un «juego de rol», y Seek and Destroy, un juego de tanques, ambos para Playstation 2 y disponibles en la tienda de juegos clásicos del sistema de descarga digital de Sony. Y bastante baratos. Yo que vosotros aprovecharía para darles un repaso.
Muy buen artículo! Para mi, el juego mas divertido y adictivo que ha existido hasta hoy en esta modalidad! Nunca entenderé por que no es uno de los juegos mas demandados, provablemente, sea un tema de marketing mal desarrollado. Si te gustan las carreras de coches, este juego te divierte hasta el final, y realmente va a mejor a cada instante. Ojala lo sacaran para multiplataforma (PC, Android, IOS, etc…) Ando loco por volverlo a jugar. +10