No sabemos si fue antes el huevo o la gallina, pero no hay ninguna duda de que el primer desarrollador de videojuegos fue independiente.
Hay dos ideas básicas tras esa independencia: La primera es la falta de una financiación; la segunda es no tener un compromiso con un editor o un distribuidor. La ausencia de estas dos características refuerza las posibilidades de que el desarrollo tenga más carácter, personalidad, originalidad, todo aquello que haría avanzar al medio y enloquecer a las masas.
Pero todos sabemos que lo que al principio eran unas simples pruebas realizadas en una universidad ha acabado siendo una industria muy rentable. Una industria que ya pasó una crisis en el 83 y que se ha movido entre el dominio estadounidense y el japonés, todo a pesar de la importancia del campo de batalla europeo y de la esperada importancia futura de terrenos como el chino.
Y así, además de programadores y artistas, empiezan a aparecer hombres de negocios que estudian mercados, crean necesidades, siguen modas, miran tendencias… Se suelen asociar a los editores y distribuidores (publishers en inglés), que además, se han encargado durante bastantes generaciones de lidiar con la búsqueda de medios de financiación todo para levantar fondos con los que los desarrolladores puedan realizar sus ideas o levantar las de sus editores.
En el principio de los tiempos, Nintendo, por ejemplo, una empresa de cartas, o Coleco, que era una empresa de cuero, o Sega, una empresa encargada de dar ocio de todo tipo, sirven de ejemplos de empresas que se metieron en el videojuego con un amplio pasado a sus espaldas, con la idea de aumentar sus beneficios gracias a este sistema de ocio que por entonces ni era considerado un medio. Y estas empresas son las que tienen dinero, las que acogen a los mejores desarrolladores o los forman para crear grandes equipos de desarrollo, produciendo propiedades intelectuales fuertes, siempre acompañadas de merchandising, series de televisión, campañas de marketing, y otras herramientas que hacen que sus juegos sean los más conocidos.
Pero contra el dinero sabemos que existe la concepción idealista del ser humano de la pelea entre David y Goliat que nos hace estar con el pequeño. Algo que también es bien sabido por las empresas, entes del marketing y similares, que tienen que llevar dinero a sus casas para poder comer. Y por todo eso, acaba surgiendo la etiqueta «independiente«, para poder separar los que tienen medios y los que no. Los premios IGF (de la empresa UBM TechWeb) llevan otorgándose desde 1998, y son los que marcan una raya que, por otro lado, no está demasiado clara.
Esta semana trataremos ese tema en profundidad: Historia, juegos destacables, opiniones, repasaremos algunos de los títulos más llamativos de la actualidad, y muchas más sorpresas que os tenemos preparadas a lo largo de la semana. Y como es un tema que nos interesa mucho, no dejéis de visitar la etiqueta que empleamos normalmente para tratar este tema.
Un tema interesante
Yo entiendo por Indie un grupo de desarrolladores que crea videojuegos que aunque tengan éxito no se casan con publishers ni con compañias de gran reputación.
Yo usaría la palabra autónomo para los que trabajan solos 🙂
Indie para los que les gusta trabajar por su cuenta pero sin casarse con nadie
Por hobby para los que aman hacerlos nada más.