Es noticia de hace pocos días que uno de los padres de Apple, Steve Jobs, murió. Los telediarios y las redes sociales se han hecho eco de ello sin parar, haciendo que todo hijo de vecino se enterara, quisiera o no. Un hecho triste a varios niveles, e innegablemente su faceta de precursor de nuevas tecnologías será echada en falta por muchos.
Hoy, seis días después de su defunción, podemos leer en algunos medios que otro grande ha cambiado su 1 por un 0, pero esta vez el eco no es ni por asomo de la magnitud que ha provocado la desaparición del gerifalte de la compañía de la manzana. Hablamos de Dennis Ritchie, el creador del lenguaje de programación C. Seguramente a algunos os sonara un poco de lo que estoy hablando, pero por si acaso, lo dejo mascado. Algunos de los juegos que disfrutasteis en vuestra juventud fueron desarrollados con este popular lenguaje, pero una buena parte de los que usáis ahora están construidos sobre su sucesor (C++, o incluso algunos de los sucesores de este), tanto en vuestras consolas como en los PC. Además, fue uno de los padres del sistema operativo Unix, en el que cual están basados los sistemas de la compañía de Cupertino, como el iOS que ahora está tan en voga.
Todas esas maravillas son posibles en cierto modo gracias a ese lenguaje informático, a esa herramienta que a principios de los 70 este genio ideó y nos regaló. Merece un momento de reflexión y aunque sea de agradecimiento, por ser uno de los que le dio un empujón, un punto de partida a nuestro hobby. Todos, Steve Jobs incluido, le debemos mucho al señor Ritchie.