Anda el mundo del videojuego en una de sus múltiples crisis de identidad. Los jugadores de toda la vida tenemos unas costumbres y unos usos completamente distintos a la nueva hornada de jugadores, aquellos que han nacido con un teléfono móvil bajo el brazo y a los que se agrupa bajo el distintivo de “nativos digitales”. Para unos las figuras sagradas se llaman Mario, Sonic, Alex Kidd, Opa Opa o Guybrush Threepwood. Para otros son los protagonistas de Plants vs Zombies, Angry Birds, Candy Crush o Clash of Clans. Unos se han llegado a dejar alrededor de 100 euros por jugar a un solo juego, mientras que otros seguramente no se dejen nada, pero si lo hacen pueden superar esa cantidad por mucho –y con un gran cabreo por parte de sus padres, si se da el caso–. En fin, creo que veis por donde voy, más o menos.
Y en medio de todo ese fregado están las empresas. Compañías como SEGA –la Unión Soviética de la guerra fría de las consolas y la única que era capaz de plantar cara al imperio Nintendo– que a día de hoy sale adelante ya sea gracias a juegos propios como la maravillosa saga Ryo Ga Gotoku, a base de máquinas tragaperras de cartas coleccionables como Mushiking o Sangokushi Taisen, juegos de baile como los protagonizados por Hatsune Miku, y a trabajos de estudios externos como la saga Total War y Football Manager, o incluso juegos para móviles cómo Chain Chronicles. Eso sin contar que recientemente se han hecho con Atlus –los cuales gracias a la saga Persona son realmente rentables–.
Dentro de ese loco compendio se encuentra la división de juegos de móviles para occidente. Los mismos que son capaces de hacer títulos tan dispares cómo Afterburner Climax o Sonic Dash. Basándose en sus conocidas y maltratadas propiedades intelectuales, se intenta a veces hacer otra vez lo mismo –como en el caso de Jet Set Radio– o se intenta rehacer el juego pensando en las plataformas de destino –Zaxxon Escape–. Y así, poco a poco, el número de propiedades intelectuales reaprovechadas por la empresa de Haneda aumenta. Liderados por el singular erizo, nos encontramos además de las citadas a Virtua Tennis, Chu Chu Rocket y House of the Dead. Además del simpático Crazy Taxi original, que tuvo una conversión “pixel perfect” hace un año y poco.
Y lo cierto es que pese a ser una conversión perfecta, y pudiéndose jugar fantásticamente si se dispone de un mando compatible, no se trata de un juego ideado para móviles o tabletas a pesar del potencial que tiene Crazy Taxi –un juego tragaperras infinito– para funcionar de lujo en estos dispositivos. Así que en Hardlight, el equipo de desarrollo para móviles sito en Reino Unido, se liaron la manta a la cabeza y pusieron toda la carne en el asador para realizar un juego que cumpliese todos los siguientes objetivos: que heredase el legado original, estuviese adaptado a los nuevos dispositivos, y fuese rentable. Para ello contaron con el director original, Kenji Kanno, para que sirviese como garantía de todos los puntos a los que ellos a solas no podían llegar.
Crazy Taxi: City Rush es un juego de coches donde no tenemos que preocuparnos por acelerar o frenar si no por esquivar coches, girar por el punto correcto y usar la aceleración extra que provoca el óxido nitroso en el mejor momento. El control está muy bien adaptado a la pantalla táctil, con movimientos de los dedos hacia los lados moveremos el coche, mientras que si apretamos el dedo contra la pantalla en un cruce de caminos, el coche girará en la dirección hacia donde esté apuntando el dedo.
Esto provoca dos cosas. La primera, la sensación de estar jugando a una especie de juego de correr de manera infinita. Y la segunda, que debido al tamaño del escenario realmente no sea así. Con este sistema realmente estamos en un mundo abierto, y aunque se nos indique con una flecha la dirección más fácil, una vez nos conozcamos los mapas podremos decidir hacer nuestros propios caminos si con ellos sacamos ventaja. A diferencia del original, aquí las fases son cortas –alrededor del minuto de duración–, tienen un objetivo o varios, y lo mas importante, una dificultad creciente que nos obliga a mejorar el coche misión tras misión.
Sí, éste es un juego “Free to Play“. La mecánica de monetización es la misma que hemos podido ver en un montón de juegos, disponemos de una cantidad de partidas “gratis” a usar del tirón y una vez consumidas deberemos esperar a que se recarguen o pagar una cantidad concreta por más partidas –en el caso concreto de Crazy Taxi también se nos permiten ver vídeos con anuncios–.
He leído por ahí que Crazy Taxi: City Rush «obliga demasiado al jugador a caer en estas mecánicas de monetización». Por si sirve de referencia, servidor se pasó en una semana el juego, jugando a ratitos, y sin gastar nada –aunque si ví algún vídeo–. Me parece que esto debiera indicar que no está mal montado pero lo cierto es que City Rush nada en tierra de nadie. Su nombre atrae a los jugadores de toda la vida, los que no quieren oír ni hablar de monetización y Free to Play –aunque es lo mismo que pasaba en la era de los recreativos–, pero quienes están verdaderamente dispuestos a jugarlo no tienen porqué conocer la saga Crazy Taxi.
Con todo, me resulta un juego aconsejable, con un apartado técnico agradable, un modo historia muy gracioso, y un montón de posibilidades de juego entre amigos. Así que mi recomendación es que lo descarguéis, y si os gusta ya tenéis inquilino en vuestro móvil o tableta por un tiempo. Y si no, pues es gratis, así que no perdéis gran cosa.
Solo de pensar que hay que manejarlo con una pantalla tactil…
El control es estilo Temple Run, se maneja fantastico con una pantalla táctil.