A finales del presente mes de enero se proyectará la nueva versión de RoboCop, el famoso robot policía programado bajo los tres postulados del título. Este estreno me produce un sentimiento dividido entre el escepticismo y el miedo a que sea el enésimo remake que destroza un mito de mi juventud que, por cierto, intento preservar al ignorar incluso la película original de Paul Verhoeven. Simplemente prefiero quedarme con el excelente recuerdo que me dejaron mis ojos de niño.
No obstante, es una excelente oportunidad para hacer un repaso a la propia licencia desde el punto de vista de los videojuegos. RoboCop fue estrenada en el verano de 1987, resultó ser un taquillazo a nivel internacional con más de 53 millones de dólares de recaudación y, de esta manera, el robot policía pasaría a ser todo un icono. Este éxito tan desmesurado tomó por sorpresa a todo el mundo y parte de la mercadotecnia asociada tardó en llegar; es por esto que el videojuego oficial no sería lanzado hasta 1988.
Ocean Software, verdadera acaparadora de licencias cinematográficas, se hizo con los derechos de la película de Orion. Por suerte para nosotros, en esta ocasión, la compañía británica le encargó el trabajo a Data East y no a una de las pequeñas compañías de capacidad dudosa con las que solía trabajar. Probablemente influyó en esta decisión que la versión inicial del juego fuese a ser para máquinas recreativas y Data East, ya por entonces, era toda una experta en esos menesteres.
RoboCop sigue la argumentación del film desde el punto de vista de las ubicaciones y de algún que otro personaje, aunque prácticamente carece de importancia ya que se trata de un shoot ‘em up de scroll horizontal, muy del gusto de finales de los ochenta. La mayoría de los personajes no dejan de ser enemigos estándar y los que son reconocibles se tratan de jefes finales. Con todo, no podemos dudar que estamos ante un buen juego, algo que no se puede decir de demasiados títulos basados en un éxito cinematográfico.
Aunque en algunos momentos esporádicos haremos uso de la fuerza de sus puños, principalmente nos valdremos de la munición infinita de la pistola que posee nuestro protagonista. Dicha arma puede potenciarse con diferentes objetos que cambiarán su forma de ataque a una más potente y que son esenciales para acabar la aventura ya que la cantidad de enemigos que aparecerán en pantalla será altísima.
Nuestro robot policía cuenta con una única vida representada por una barra de energía —no muy larga— que veremos bajar vertiginosamente en muy poco tiempo. Por suerte, podremos aumentar esta barra si conseguimos hacer un pleno en las fases de bonus. En los niveles de bonus la perspectiva cambia a primera persona y nos situaremos en una galería de tiro donde, con un punto de mira, tendremos que eliminar todos los paneles y robots que aparezcan. Si conseguimos una efectividad del 100%, no solo rellenaremos la barra sino que, además, la extenderemos. La nota negativa es que la dificultad de estos niveles no permitirá que tengamos éxito en demasiadas ocasiones.
De hecho, esta dificultad tan alta es una de las características propias de este videojuego, lo que no fue óbice para su éxito. La atracción provocada por la película consiguió que la chavalada se dejara sin dudar la asignación semanal a cambio de poder manejar a RoboCop. En los salones recreativos se acumulaban los jugadores delante de la máquina y la velocidad con la que se movía la cola nunca dejó de ser impresionante.
El éxito estaba servido y Ocean Software no dudó en aprovechar su posición dominante en el mercado doméstico para lanzar versiones para Amiga, Amstrad CPC, PC, Atari ST, MSX, Commodore 64, TRS-80, Spectrum, Apple II y NES. No deja de ser curioso que estas versiones, que llegaron al mercado prácticamente dos años después del estreno de la película, no vieran afectado negativamente su éxito debido al retraso. Todo lo contrario, este tiempo permitió que las cosas se hicieran bien —no como solía pasar con otras adaptaciones al cine, tal y como comentaba antes—. Al dejar en manos de la propia Data East el desarrollo de las versiones principales, el acabado terminó siendo todo lo fiel que el hardware de la máquina permitía y, a la vez, en líneas generales, trasladaba correctamente la sensación del arcade original. La propia Ocean Software se encargó de las versiones para ordenadores de 8 bits, con un resultado bastante peor que el resto.
Y entre pitos y flautas llegó 1990, con la segunda parte de la película y el correspondiente videojuego de Data East de igual o mejor calidad que el primero. A partir de ahí, la franquicia se iría adulterando tanto en el cine como en el mundo de los videojuegos… Y ahora que viene el remake de la película y nos encontramos en una situación que podría recordar a la del film original, en principio, aunque aun no hay planeado ningún videojuego (aparte de uno de móvil que lanza Glu Mobile). Habrá que ver si la nueva versión termina funcionando en las taquillas y tiene la calidad suficiente para que se produzca el mismo efecto dominó que ocurrió con el estupendo juego de Data East.
Yo siempre llegaba tarde al colegio porque me quedaba jugando en un bar que había enfrente 🙂