Confieso que Fire Emblem: Awakening ha sido un gran descubrimiento para mi. Ya había tenido contacto con los RPG estratégicos o SRPG en otras ocasiones, como los colosales y nunca suficientemente valorados Valkyria Chronicles o Tactics Ogre, aparte de algún escarceo esporádico con la saga Advance Wars; pero lo que he encontrado en el último título de la safa Fire Emblem, la cual permanecía sin pasar por mis manos, me ha sorprendido muy gratamente.
El juego nos cuenta la historia del reino de Ylisse, en una historia absolutamente típica y tópica, llena de clichés y con limitada sorpresa argumental, pero acertando en la forma de hacer las cosas: los personajes y la mecánica. Tomando como partida un montón de estereotipos, el título consigue desarrolarlos de forma interesante y, en ocasiones, muy inteligente, logrando la creación de vínculos entre ellos y, por supuesto, el jugador. Porque aquí no somos un rey o un caballero del reino: somos alguien que despierta en medio del campo, sin recordar absolutamente nada, pero con un talento innato para la batalla.
Sí, lo se, es el clásico recurso de la amnesia y sí, es muy previsible por donde irá la cosa. Pero alejen los prejuicios, pues el juego logra dotar de verdadera personalidad a nuestro avatar y hacer que una lazos con los actores de la obra. Obra cuyo guión es el clásico de un reino pacífico que se ve atacado por otro belicoso. Todo muy de blancos y negros, con decorados de cartón-piedra en ocasiones y malos de telefilm.
Pero no se dejen engañar: todo está tan bien contado y de forma tan emocionante que nos dará igual la poca profundidad inicial del argumento. Y sí, he dicho inicial, pues en la segunda mitad del juego la cosa cambia bastante y alguna sorpresa nos cruzará la cara de forma muy efectista.
Y hablaba de los personajes. Junto a nuestra encarnación en el juego, del que podemos decidir nombre y aspecto, se encuentra un elenco creciente de gran variedad que no quiero desvelar. Dichos personajes no son la clásica unidad de combate impersonal y construida a base de números. No aquí.
Todos los protagonistas de la historia, y son muchos, tienen una historia que contar y lo que es más importante: una personalidad que van desarrollando con la historia, interaccionando entre ellos, entre batalla y batalla. Evidentemente, algunos están más cuidados que otros y es realmente fácil encariñarse de ellos. Ay, Sumia. Mi Sumia…
Esa relacción que van estableciendo entre personajes tiene más uso que el puramente rellenar el juego entre combates, pues la utilidad es directa y sencilla: cuanto mejor se lleven entre ellos dos personajes más efectivos serán luchando juntos en el campo de batalla. Ya vimos un sistema parecido en Valkyria Chronicles, pero aquí es bastante más evidente a la par que sencillo.
Las batallas, antes mencionadas, son el corazón del juego. No vamos a engañarnos, ésto es un SRPG y aquí hemos venido a batirnos el cobre en épicas batallas. Y las hay, vaya si las hay. Baste decir que la duración del juego ronda las treinta horas y su rejugabilidad es muy alta, pues estaremos constantemente pensando en cómo llevar una segunda partida, o al menos ese ha sido mi caso.
En lo que respecta a la mecánica de las mismas, dispone de pocas reglas y son sencillas. Una cuadrícula por la que se desplazarán los personajes actuando en orden de iniciativa, impuesta por el valor de su característica de velocidad. Si acaban su movimiento adyacentes al enemigo, podrán atacar o si están en alcance y tienen armas a distancia, podrán hacer lo propio. Todo con el clásico esquema de piedra-papel-tijeras en el que la lanza tiene ventaja sobre espada, la espada sobre el hacha, y el hacha sobre la lanza. Nada nuevo por aquí. El hecho de que haya distintos tipos y calidades de cada arma aporta un poco de variedad, así como el hecho de que los personajes vayan desarrollando la habilidad del arma usada, ganando así en daño o incluso número de golpes. Adicionalmente, existe también la ventaja de un tipo de unidad sobre otros y, por ejemplo, la caballería pisotea a la infantería sin lanza, pero nuestros pegasos alados caerán con uno o dos golpes de un arco bien apuntado. Todo ésto conforma una mezcla que funciona de maravilla.
Y, como dijo Patton, “una guerra no se gana muriendo por tu país, sino haciendo que otro pobre imbécil muera por el suyo“, lo que nos lleva a la experiencia. Cada vez que golpeamos a un oponente el personaje recibe puntos de experiencia, incluyendo un bono por el golpe final. Dichos puntos hacen progresar a nuestro personaje a base de niveles por su profesión, incrementando sus capacidades con cada golpe. Y, nuevamente, Fire Emblem: Awakening no se queda en lo evidente e incluye clases de prestigio, a partir del nivel diez podemos usar un objeto llamado sello maestro para promocionar al personaje a una clase especial y derivada de la actual. Es delicioso ver como los miembros de nuestro ejército se van transformando según avanza el juego y es tentador hacerlo con todo el mundo, pero acepten un consejo y no lo hagan hasta el nivel 20. Dicho nivel es el tope para el ascenso y al usar un sello maestro el personaje volverá a nivel 1, pero conservando sus capacidades y adquiriendo las de la nueva clase. Y aquí les digo “Sumia como auriga oscuro“, ya lo entenderán… y se enamorarán, como un servidor.
Merece la pena comentar, también, la existencia de los segundos sellos que nos permiten cambiar la clase al personaje, reiniciando su nivel, pero conservando sus atributos.
Pero volvamos al campo del honor, que es donde se debate a espadazo limpio, como debe hacerse en un buen SRPG. Decía antes que los personajes luchan mejor cuando están con alguien con quien se llevan bien, en el clásico rango de la E a la S que tanto gusta a los japoneses. Si un personaje ataca o es atacado cuando está adyacente a un buen compañero existe la posibilidad de que éste realice un ataque gratuito o incluso pare un golpe destinado a su camarada de armas. Como es obvio, nos interesará mover y combatir usando un sistema de escuadras por el cual llevaremos juntos a estos hermanos de sangre, cosa absolutamente necesaria según avancemos en el juego, pues la dificultad, muy asequible al inicio, irá en incremento, requiriendo los últimos combates una planificación y ejecución impecables. Incluso es posible combinarlos en una sola unidad, evitando así los ataques contra un personaje débil, pero aprovechando sus habilidades como compañero, a costa de una progresión más lenta.
Y merece la pena pararse a hablar de la dificultad pues el juego incluye varios niveles, amoldándose así a todo tipo de jugadores, pero la verdadera salsa de todo estará en los dos modos de juego: novato o clásico. En el primero la derrota de cualquiera de los personajes no supondrá más problema que perderlos para la batalla en curso, salvo que sean nuestro avatar o Chrom, en cuyo caso iremos a dar de bruces en la pantalla de Game Over. Este modo es ideal para una primera vuelta al juego, pues nos permitirá explorar la mecánica y conocer a los personajes, aprendiendo sus fortalezas y puntos flacos así como conocer los enfrentamientos que habremos de superar.
Pero, ¡ay!, el modo clásico… En esta variante, forma de juego original de la saga, la muerte de cualquier miembro de nuestro bando será definitiva y lo habremos perdido de forma permanente para el resto del juego, dando así al traste con todo el trabajo invertido en ellos, por no hablar del mazazo moral para el jugador, quien es más que posible que se haya encariñado con tal personaje.
En conjunto Fire Emblem: Awakening es un juego excelente. La profundidad táctica y lo pulido de su mecánica nos mantienen enganchados constantemente y es que tiene la cantidad justa de complejidad que una portatil necesita. Sus opciones, personajes, música, combates y duración hacen de él uno de los motivos para tener una 3DS pues es, sin duda, de lo mejor del catálogo que puede ofrecer.
No lo duden y adéntrense en la historia de Ylisse, sigan a Chrom y sus compañeros en una aventura perfectamente confeccionada y déjense atrapar por la historia del Emblema de Fuego, pero luego no se quejen si les dan las tantas porque no dejan de repetirse “un combate más y lo dejo“, esa gran mentira que injerta Fire Emblem: Awakening en nuestro cerebro.
Yo solo he jugado a uno. Al de GBA, que lo tenía de alguna oferta, en una DS. Lo pillé tarde. De hecho, empecé por una visita al trono. Tras horas y agarrotamiento de piernas, conseguí dejarlo antes de que se gastasen las pilas de la DS. Seguí jugando sólo al ir al baño. Tuve que dejarlo por salud xD.
Dicho lo cual, me compré el de Cube tb. Y FE es lo más parecido a un ajedrez evolucionado a lo que he jugado. Que JOPUTA es la IA. Que bien balanceado todo. Que de posibilidades.
En mi corazón sigue estando por encima Shining Force III de Saturn. Pero esa sensación de a cara perro sólo la he tenido con este.
Yo aún le doy hamor de vez en cuando al de DS.. y casi me dan ganas de hacerme con una 3DS para darle a este xD. Maldita sea… Ramón, no te sobra una 3DS? xD
Buf, pinta MUY bien, pero entre que no tengo 3DS y que nunca he tocado un Fire emblen creo que tardaré mucho tiempo en darle una oportunidad…
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