¿Qué sería de nosotros, los jugones, si dependiéramos única y exclusivamente de los últimos lanzamientos de juegos AAA? Una industria que cada vez parece pasarlo peor, obteniendo peores resultados, y que cada vez arriesga menos, pretendiendo emular el éxito del superventas de turno, aunque eso implique dejar de ofrecernos fórmulas divertidas y entretenidas. ¿Qué sería de nosotros sin esos desarrolladores indies dispuestos a desarrollar lo que los grandes no parecen tener interés en programar?
Puddle es el último juego del estudio Neko Entertainment, una empresa con base en Paris con bastantes más juegos de los que os podáis imaginar en un primer lugar. Los Ángeles de Charlie, Arthur y los Minimoys, o Código Lyoko son tan sólo algunos de los juegos que han desarrollado anteriormente, es bastante claro el motivo por el cual ha sido un estudio que ha pasado totalmente desapercibido para los jugones más entusiastas de la industria. Pero no os llevéis a engaño, Puddle no es otra licencia más de cine o televisión, sino un juego de puzles con carácter propio, aunque en el aspecto jugable nos recuerde inmediatamente a un viejo (y abandonado) amigo, Locoroco.
La historia del título es nula, tal y como cabría esperar de un juego dedicado única y exclusivamente a los puzles. La base de los casi cincuenta retos del juego es la manipulación de líquidos. Al principio de cada fase tendremos una determinada cantidad de un líquido, con unas características propias, y nuestra tarea será hacerlo recorrer el circuito que tengamos enfrente lo más rápido posible y perdiendo lo mínimo posible de nuestro preciado fluido. Aunque el objetivo pueda parecer (y es) bastante complejo, el control es ridículamente sencillo, necesitando únicamente de los dos botones del ratón para ser manejado. Con el clic izquierdo giraremos el mundo hacia la izquierda, mientras que con el clic derecho haremos la acción simétrica. Entonces, si el juego es tan sencillo de controlar, ¿dónde está el desafío?
Ya he comentado que el líquido que tendremos entre manos en cada nivel contará con sus propias características. Por ejemplo, podríamos estar jugando un nivel en el que tengamos que ocuparnos de un charco de agua, y en él será necesario un especial cuidado para que el líquido no se evapore al entrar en contacto con superficies lo suficientemente calientes. En otro nivel nos ocuparemos de un chorro de fertilizante, siendo en este caso especialmente importante que evitemos ser absorbidos por determinadas plantas antes de llegar a nuestro objetivo. La variedad de líquidos que irán apareciendo en el juego y sus respectivos némesis es sorprendente, comenzando desde algo ya tan simple como el café, y acabando con sangre moviéndose a través del cuerpo humano, o hasta material radioactivo. Una vez consigamos llegar al final del nivel se nos otorgará una puntuación, que se basará en nuestro tiempo y en la cantidad de líquido que seamos capaces de hacer llegar hasta el final, pudiendo incluso perder la partida en mitad del nivel si bajamos de una determinada cantidad de fluido.
El juego es tan exageradamente simple que resulta también exageradamente sencillo frustrarse con él, ya que cada vez que dejemos líquido detrás de nosotros, o sea absorbido por el nivel, sabremos que ha sido culpa exclusivamente nuestra, por no pulsar adecuadamente los dos únicos botones con los que se maneja el juego. Esta sensación será también la culpable de que nos enganchemos como nunca al juego, intentando demostrarnos a nosotros mismos que somos capaces de derrotar al juego, en lugar de dejar que él nos derrote a nosotros. Y es que realmente la simplicidad del juego, aunque pueda parecer una debilidad, es su gran fortaleza. El aspecto técnico del título es directo y elegante, mostrándonos siempre una imagen 2D del circuito que no dejará nunca lugar a dudas. Los peligros se marcarán de colores vivos y brillantes, mientras que los objetivos o el camino a seguir estarán siempre marcados en colores oscuros, sobresaliendo del fondo y evitando cualquier posible distracción.
Tras todo lo que he dicho del juego, resulta inevitable pensar lo que ya avanzaba hace algunos párrafos: ¿Qué diferencia hay entre este Puddle y Locoroco? Pues, efectivamente, prácticamente ninguna a nivel jugable. En Puddle no controlaremos a una cantidad tremenda de bichitos monos que cantan, se fusionan y se parten en bolitas más pequeñas, sino que las tareas dependerán única y exclusivamente del excelente e hipnótico motor de física del título, no nos moveremos por entornos brillantes y coloridos, como sacados de un libro infantil, a favor de unos ambientes y funciones más realistas que son acordes a los líquidos que nos encontraremos en cada nivel. En todo lo demás, Puddle es un juego de puzles original, curioso e interesante, como ya lo fue el juego de PSP. Tanto si no pudisteis disfrutar de este tipo de juego en su día, como si buscáis un juego de puzles rejugable en el que saber la solución no evita que disfrutemos de nuevo del desafío, Puddle no os dejará insatisfechos.
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