Shadowrun es uno de los juegos de rol de estética cyberpunk y toques fantásticos más populares del mundo. Desde su creación por parte de Bob Charrette, Paul Hume y Tom Dowd en 1989 ha sido todo un referente dentro del rol a nivel internacional. Como suele ocurrir con este tipo de productos, su éxito vino acompañado con el lanzamiento de videojuegos basados en el libro original. El primero de ellos fue el homónimo de 1993 para Super Nintendo, y se da la curiosa circunstancia de que su lanzamiento en España coincidió con la primera edición en español del juego de rol. Posteriormente se lanzaron nuevos títulos para Mega Drive y Mega CD.
Shadowrun fue desarrollado por la compañía australiana Beam Software, que por aquellas fechas contaba con la licencia de Nintendo, un derecho utilizado principalmente para desarrollar productos enfocados para el público de los antípodas. Evidentemente, con Shadowrun tenían un reto mayor, ya que iba a contar con la distribución internacional de Data East, y pusieron a trabajar en el juego a lo mejor de su plantilla: Greg Barnett. Sin embargo, Barnett abandonó la compañía de forma súbita, poniendo en serio peligro el proyecto, que finalmente pudo rescatar el escritor de literatura fantástica Paul Kidd.
El desarrollo se basa en la primera novela ambientada en la saga de rol, titulada Never Deal with a Dragon, escrita por el propio Bob Charrette. El argumento nos sitúa en Seattle en el año 2050, cuando Jake Armitage es abatido a tiros en una de las calles de la ciudad. Con nuestro protagonista moribundo, antes de que llegue el equipo médico, una misteriosa figura aparece y lanza un hechizo a Jake que provocará que se despierte en la morgue aquejado de una profunda amnesia. Una vez que abandona el depósito de cadáveres, un misterioso tótem se comunica con él y le deja sobre las primeras pistas para investigar a sus asesinos o al intrigante personaje que le salvó.
Pese a estar planteado como un action-RPG, lo cierto es que Shadowrun no sigue todas las directrices clásicas de los títulos del género en Super Nintendo. Primeramente, nos encontramos con una perspectiva isométrica que dista mucho de la clásica “vista de pájaro” a la que nos acostumbraron, en especial, los lanzamientos nipones. Por otro lado, intentando emular el juego de rol en que se inspira, da especial relevancia al uso de objetos y a la forma estratégica de plantear los combates. Una mecánica mucho más cercana a rol de PC. Seattle es una ciudad extremadamente peligrosa y casi en cada esquina habrá un enemigo dispuesto a llenarnos de plomo. Los pesados pero prácticos encuentros tienen una utilidad: cuando acabamos con un enemigo conseguimos elevar nuestro nivel de karma, algo que podemos canjear por mejoras en diversos atributos cuando nos retiremos a descansar y a salvar la partida.
Otro punto que plantea una innovación es la posibilidad en ciertos momentos del juego de entrar en el ciberespacio. Gracias al cyberdeck podemos hackear ordenadores e introducir a nuestro personaje en la red de redes; en ese momento, la perspectiva cambiará a cenital y nuestro avatar será representado por un icono que deberá luchar con todo tipo de malware. Alejándose de la tendencia del rol japonés a ofrecer personajes decorativos, cual macetas, la mayoría de los personajes no jugadores cuentan con líneas de diálogo con sentido, y no es raro, porque en Shadowrun se da especial importancia a la interacción con este tipo de personajes a la hora de recoger pistas; se acerca en muchas ocasiones de un modo tímido al género de la aventura.
La parte artística del videojuego es toda una lección de ambientación cyberpunk. Nuestro personaje, ataviado con ropajes que podrían haber sido extraídos del vestuario de The Matrix o Johnny Mnemonic, se mueve entre barrios de Seattle permanentemente asolados por la oscuridad. La mezcla de fantasía hace que los enemigos no dejen de tener un aspecto curioso y nos llevaremos más de una sorpresa cuando nos crucemos con algún orco, un elfo, o un gnomo, con chupa de cuero. Toda esta ambientación se ve perfectamente complementada por la partitura de Marshall Parker, que hace uso de todo el poderío del hardware de Super Nintendo.
Shadowrun es una amalgama de géneros perfectamente equilibrada, un action-RPG que resulta muy accesible para jugadores que no sean entusiastas del género, y además sin que esto signifique que sea fácil; ni mucho menos, de hecho gran cantidad de enemigos y lo enredado de su argumento en ciertos momentos le ha valido el marchamo de ser uno de los juegos más duros de la consola. Sin embargo, y a pesar del apoyo de la prensa, Shadowrun nunca llegó a ser un superventas, tal vez por una distribución deficiente o puede que el mercado estuviese ya colapsado por el género. Lo cierto, es que no fue hasta muchos años después cuando la retrospectiva de muchos jugadores vertida en la red dejó al videojuego donde se merece, asiduo de los listados de mejores títulos de Super Nintendo.
Este juego llego a salir en España? Recuerdo haberlo visto en revistas de la epoca y haberlo buscado desesperadamente en busca de mi ración de RPG consolero, pero nunca lo vi en una tienda. Suponga que en parte tambien pudo ser un fracaso por la mala distribución. Creo que tambien debe ser de los pocos RPGs no japoneses de la SNES.
Como curiosidad, la version japonesa, la que tengo yo, es de los pocos juegos de esta generación que te dejan elegir entre ingles y japonés.
Pues pues…revisando mis micromanía parece que no. Luego lo que ocurría es que el Centro Mail te lo podía “importar” si pagabas 15000 pesetas. En serio, lo del precio de los juegos entonces era un puñetero escándalo.
Y el juego es divertido. Menos rolero que el de Mega Drive, pero bastante más ágil.