La tercera entrega de Crysis está al borde de ser lanzada, apenas quedan unos meses, y resulta un periodo excepcional para revisar que es lo que ha hecho Crytek con la franquicia hasta ahora. El primer juego de la saga nos planteaba encarnar a un soldado “Delta Force”. Armados con un traje de combate especial, debíamos iniciar una incursión secreta a la isla norcoreana de Lingshan. El objetivo principal de la misión era rescatar a un grupo de científicos y arqueólogos desaparecidos. Lamentablemente, las cosas nunca resultan tan fáciles: el hallazgo de unos restos alienígenas moviliza a todo el ejército norcoreano y finalmente a los propios alienígenas (los Ceph), todos ellos hostiles. Evidentemente, las cosas no salieron bien.
La segunda transcurre no mucho después de los sucesos de la isla Lingshan y traslada el combate a la ciudad de Nueva York, o al menos a lo que queda de ella. La capital del mundo, cinematográficamente hablando, ha sido asediada por un grupo paramilitar contratado por el gobierno estadounidense como apoyo. Mientras estos soldados tratan de contener una plaga de origen presumiblemente extraterrestre, el único superviviente de un grupo de soldados del ejército norteamericano tratará de reunir toda la información posible sobre la situación, para finalmente, cómo no, tratar de salvar Nueva York y a los posibles supervivientes.
Algunos personajes venidos directamente de la entrega anterior repiten su papel, aunque nuestro protagonista es completamente nuevo (y casi mudo). El avatar, de nombre Alcatraz, tomará el traje de combate del ya conocido mayor Prophet. El mencionado traje o nanotraje nos dotará de habilidades sobrehumanas tales como fuerza y blindaje adicionales, camuflaje, autoregeneración, o la posibilidad de adquirir más poderes especiales. Viviendo a expensas de este traje, usando a un personaje mudo y escuchando constantemente las indicaciones del traje, lo veremos convertido en el verdadero protagonista del juego.
Michael Bay estaría orgulloso
Leyendo los párrafos anteriores, no es difícil intuir que al igual que su antecesor el guión está a la altura de los grandes taquillazos cinematográficos de verano, con disparos, grandes explosiones y ligeras justificaciones propias de la ciencia ficción más suave.
La sensación de estar ante una película de gran presupuesto se acrecienta gracias a la intermitente y épica banda sonora. Creada por los músicos de la plantilla de Crytek con la colaboración del compositor de cine Hans Zimmer, la partitura logra añadir emoción en los momentos en los que aparece, aunque por desgracia en algunos momentos no resulta apropiada a la acción que se desarrolla en pantalla y causa problemas de inmersión.
El acabado gráfico comparte con el musical la ambición por lo fastuoso, y corrige buena parte de los defectos de la anterior versión del motor. En esta ocasión el motor del juego, el llamado CryEngine3, es capaz de mostrar gráficos hermosos en equipos de configuración más modesta. Esta mejora se consigue a costa de ofrecer algunas texturas de baja calidad en los elementos menos accesibles, un lastre que nos persigue incluso en la configuración más alta. Por fortuna para los jugadores de consola, esto es algo de lo que no deben preocuparse.
Cualquier objeto puede ser un arma
Dicen que el diablo está en los detalles, así que es importante no olvidarse de ellos. Los diseños de muchos de los enemigos y sobre todo del equipamiento militar no son especialmente innovadores, y algunos incluso rayan el tópico y se alejan de las decisiones arriesgas tomadas en la primera parte. Pese a este detalle todos ellos son de un acabado visual excelente. En nuestro camino nos encontraremos con multitud de objetos, todos ellos cotidianos y que pueden convertirse en un arma arrojadiza. Incluso podremos adosarle un explosivo plástico a coches, mesas, radios, no importa su tamaño. Los escenarios por su parte son ricos en detalles, poseen guiños hacia los jugadores y, junto a los objetos ya mencionados, ofrecen la sensación de que en algún momento no demasiado atrás en el tiempo tuvieron vida.
Toda esa riqueza visual evita, al menos en parte, que seamos conscientes de la iteración de elementos de juego en cada nivel, la habitual en este género. En cada nuevo nivel deberemos limpiar el área de enemigos, como mínimo aquellos que nos encontremos en nuestro camino. Sin embargo, se nos presentarán varias estrategias disponibles para afrontar la situación, pudiendo usar el sigilo o un planteamiento más agresivo flanqueando al enemigo y eventualmente un compendio de ambas. La aparente flexibilidad de maniobra de la primera entrega, ambientada en una selva con escenarios abiertos, se ve mermada al incluir de manera recurrente escombros y edificios derruidos sitiando nuestra área de juego.
Entre dos tierras
La simplificación del diseño no incumbe únicamente a los límites del recorrido, también han sido acortados los tediosos tramos de viaje entre las zonas, algo que da un acceso más directo a la acción. Esta aproximación, más propia de los videojuegos de consola, viene acompañada por otras medidas que arroparán a los jugadores de las plataformas de sobremesa. Los populares sistemas de cobertura han sido implementados en el juego, aunque con poco tino: mientras que en algunos juegos se nos permite cubrirnos de los disparos con casi cualquier elemento del escenario, en este caso gran parte de los escombros sólo podrán ser usados a la vieja usanza, poniéndonos tras ellos. La ayuda al apuntado usada en los mandos de consola, otro estándar, es práctica pero funciona de un modo poco habitual y puede que los jugadores no se acostumbren fácilmente.
También ha sufrido un recorte drástico la dificultad del juego, particularmente la inteligencia artificial. Disparar a nuestros adversarios no jugadores en el nivel normal resulta demasiado fácil en algunos momentos, y que su visibilidad y rango de movimientos sean limitados tampoco ayuda. Afortunadamente, los cuatro niveles de dificultad disponibles permitirán adecuar correctamente la experiencia de juego.
A los más osados el verdadero reto les aguarda en el modo multijugador. Podremos jugar por equipos intentando mantener una posición o tomar la zona enemiga en varios tipos de juego, y también se nos permitirá trabajar en solitario acabando con cualquier jugador que encontremos. Nuestras estadísticas aumentarán nuestro rango y la posibilidad de conseguir mejoras. Las pantallas de juego, más pequeñas que en la primera entrega, y el nuevo traje de combate permitirán partidas rápidas, casi brutales, que harán las delicias de los aficionados al género.
En definitiva, Crysis 2 es un juego divertido, asequible e impresionante que no será cómodo para todos los tipos de jugadores aficionados a este género pese a estar en casi todas las plataformas.
Debate
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