Pandora’s Tower

Hace ya 6 años que apareció en nuestro territorio la Wii, esa consola de Nintendo que cambió para siempre el rumbo de la empresa japonesa y nos trajo maneras nuevas de jugar. Ahora, con la nueva generación en un horizonte cada vez más cercano, se disparan los últimos cartuchos, como ya se vio en Playstation 2, y en este caso con golpes de calidad que nos vienen en forma de RPG. A Xenoblade Chronicles y Last Story, se une ahora Pandora´s Tower, una producción del estudio japonés Ganbarion altamente especializado en adaptaciones de mangas; no en vano han desarrollado toda la saga Jump Stars en Nintendo DS y varios juegos basados en Azumanga Daioh y One Piece.

La historia nos pone en el papel de Aeron, un joven guerrero decidido a ayudar a Helena, que como resultado del ataque de unos monstruos es víctima de una grave maldición, si no hacemos algo para evitarlo está condenada a transformarse en una bestia repulsiva con el paso del tiempo. Aquí ahí es donde entra en juego Mavda, una anciana mercader que nos guía hacia una gargantuesca construcción compuesta de 13 torres. Resguardados en una torre de vigía cercana, nos revelará que la maldición de Helena solo podrá revertirse si come carne de cada uno de los amos de las torres, tras esta revelación, nos hace entrega de la cadena de Oraclos, que complementando a nuestra espada, nos ayudará en nuestra aventura.

Aquí es donde tomamos el control del héroe, y nos encaminamos a tan encomiable empresa. Pronto descubrimos que las cosas no van a ser tan fáciles como podríamos pensar en un principio. Helena deber ser alimentada regularmente con carne de bestia, de lo contrario los efectos de la maldición, en forma de un tatuaje en su espalda, se harán patentes. Sus miembros se tornarán venosos y aparecerán tentáculos, pústulas por su anatomía, y si tardamos demasiado su conversión en engendro será completa. Estos cambios se verán reflejados también en un contador que baja conforme pasa el tiempo, no podremos entretenernos y deberemos acelerar el paso a la vez que vamos recolectando dinero y objetos: con lo primero podremos comerciar en los descansos entre torre con Mavda, que nos surtirá de armas, armaduras y objetos de curación. Además, nos dará la posibilidad de mejorar nuestro equipo, cosa que será vital a la hora de avanzar por el escenario. Como es natural, la dificultad se irá incrementando según superemos las torres y a eso ayudará el carácter enrevesado y laberíntico de los escenarios. Tras superar los puzles de rigor, normalmente compuestos de varias cadenas que tendremos que seguir para destruir sus extremos, nos enfrentaremos al amo de la torre. Es el momento de poner toda la carne en el asador, nunca mejor dicho, y debemos, cual reminiscencia de Shadow of The Colossus, encontrar el punto débil de nuestro enemigo para destruirlo con celeridad.

Afortunadamente no todo es carrera y muerte, mientras vayamos destruyendo enemigos, y recogiendo pergaminos por el escenario, podemos desvelar la historia de las torres. Además, Helena, gracias a sus conocimientos de lengua antigua, nos traducirá textos que nos darán pistas y más trasfondo en nuestro periplo. Para añadir algo de profundidad tenemos lo que podríamos nombrar como “el minijuego de la relación entre Aeron y Helena”, donde podemos agasajar a nuestra amada con regalos, ya sea encontrándolos, arrebatándoselos a enemigos, o comprándoselos a Mavda. Un detalle que junto a las conversaciones que tengamos con ella harán que nuestra complicidad y afinidad suban al máximo.

La curva de dificultad es progresiva, aunque a partir de la segunda torre las cosas se pondrán verdaderamente complicadas, con lo que será necesario hacer buen uso de las mejoras y de todas las posibilidades que ofrece la cadena, velado homenaje a la saga Castlevania. Servirá para interactuar con el escenario ayudándonos a subir por las cornisas, además de balancearnos por agarraderas. También podemos abrir puertas y accionar mecanismos de elevadores que se nos presentarán con mucha frecuencia. Con estas opciones se nos muestra uno de los juegos que mas acertadamente le dan uso al wiimote, un punto muy positivo de la experiencia. Además, podemos inmovilizar a nuestros enemigos de diversas maneras apuntando nuestra cadena a diferentes lugares de su anatomía, y con un golpe seco arrancaremos la preciada carne de su cuerpo. Pese a todas estas opciones, el control del juego flojea ligeramente, es algo duro, y con un ligero retraso a la hora de reaccionar a nuestros movimientos con el wiimote. No obstante, y a pesar de la tara, es el control más adecuado que se le podía dar a un titulo de estas características.

La banda sonora cumple con su función durante los niveles pasando relativamente inadvertida. Cuando alcanzamos la sala del enemigo final de fase es cuando realmente se verá la labor del compositor en todo su esplendor, con melodías épicas de esas que ponen los pelos de punta y nos ponen en situación. El nivel no es ni de lejos el alcanzado por Koh Otani en Shadow of the Colossus, pero es de muy alta factura, con unos coros que acentúan el carácter mítico y misterioso del título.

Al hablar de un título para Wii hay algo que era de esperar pero que se convierte en otra de las taras del juego, su componente gráfico. Si bien es correcto, el acabado general recuerda embarazosamente a un juego de la anterior generación y esto será un lastre para los más puntillosos. De todas maneras, poco más se le puede pedir a un hardware de este nivel, y aún así es aceptable.

Como detalle curioso merece la pena reseñar que la portada del juego recuerda en gran medida el trabajo de Ayami Kojima, que demostró su valía como artista de excepción en la saga Castlevania.

En conclusión, Pandora’s Tower resulta una experiencia fresca e interesante en un catálogo lleno de juegos vacíos y con nulo interés. Tiene una historia típica, pero que se va desgajando y mantiene el interés hasta el final, momentos épicos, frustración en pequeñas dosis (cuidado con no sujetar bien el wiimote a vuestra muñeca, avisados quedáis), y demuestra que Wii tiene aún unos cuantos coletazos que dar.