Antes de que empiecen a leer tengo que advertirles que este post contiene altos niveles de ‘no-me-beso-porque-no-llego’, grandes concentraciones de winning mood por párrafo y hasta un 75% más de auto-caricias en el lomo. El motivo es que la semana pasada completé, uno detrás del otro, los tres juegos clásicos de Ninja Gaiden para NES, una serie de plataformas de acción aparecidos entre 1989 y 1991 que han pasado a la historia del medio por su atractiva estética ninja exploitation, por sus melodramáticas cut-scenes y, sobre todo, por conseguir que un nivel de dificultad propio de los doce trabajos de Hércules no solo no se sienta como una característica injusta o gratuita, sino que se convierta en uno de los grandes aliciente para jugarlo y rejugarlo.
A lo mejor para ustedes este logro no es para tanto. “Pffff Pablo, yo el Ninja Gaiden me lo pasé mientras chateaba con mi primo por Whatsapp”. “Bah, yo me cargué al final boss del segundo juego en el descanso de un Barça-Madrid”. “Meh, el tercero es tan fácil que lo terminé con PornoTube de fondo”. Tal vez ustedes sean auténticos jedis del control pad, pero para mí, que nunca subo el nivel de dificultad por encima de ‘normal’, el completar la trilogía de Tecmo sin ninguna trampa ni ayuda del F5/F8, se eleva a categoría de hazaña mitológica. Una proeza que, de ser más atrevido, me tatuaría en un pie.
Pero como la vida continúa, este fin de semana cambié de juego y probé WET, un fantástico shooter en tercera persona protagonizado por Rubi Malone, una asesina a sueldo licenciada en acribillar a balazos, doctorada en destripar con katana y con un máster en acrobacias imposibles. Todos estos talentos los pone al servicio de aniquilar a cientos de matones de los bajos fondos de Hong Kong y Londres en unos combates cuya violencia híper-estilizada e hipnótico slow motion los convierten en uno de los más bellos espectáculos de vísceras, sangre y plomo que he podido probar en esta generación de consolas.
Otra de las virtudes de este título del estudio canadiense Artificial Mind & Movements es algo que comparte con los Ninja Gaiden: una voluntad de emular la estética Grindhouse. El juego muestra escenarios y situaciones que a los amantes de este cine les serán familiares, además de incluir vistosos ornamentos como filtros que imitan los desperfectos del celuloide o interludios con comerciales. Todo bien, todo fetén. Sin embargo, a pesar de lo mucho que he disfrutado jugándolo, me parece una lástima que esta inspiración en la serie B se haya quedado en lo más epidérmico (NOTA. Aunque esta influencia viene de segunda mano; de los films de Tarantino o Robert Rodríguez, que poco tienen de bajo presupuesto o underground y mucho de ejercicio post-moderno para las nuevas generaciones de los multisala), ya que en el fondo, WET es un juego con las características propias de un título actual AAA; accesible, cómodo, domado, de dificultad reducida y amable de cara a las grandes audiencias. Características de las que hace poco habló, mucho mejor que yo, John Tones en La Tabakalera y que quizá afecten a cómo le pueda sentar el paso del tiempo.
Por el contrario, los cartuchos de Tecmo asimilan muchos más valores de sus referentes. Al igual que en los filmes de los que quiere ser una respuesta jugable, Ninja Gaiden es un producto salvaje, agresivo para el jugador, que no le preocupa en exceso agradar a todo el mundo y que custodia sus virtudes en lo alto de un pico que no todo el mundo está dispuesto a escalar. Superarlo se ha convertido casi en una declaración gamer, en una medallita que te acredita como el más hardcore del bloque y que te permite al mismo tiempo ser consciente de la evolución del medio como fardar de por vida.
Esa naturaleza indómita es la principal diferencia entre estos títulos de NES y WET y tal vez lo que separa a un buen juego (excelente en ocasiones) de un auténtico hito en el medio que, a pesar de los más de veinte años transcurridos, aun se mantiene vivo y palpitante, esperando a que gente como usted y como yo volvamos a él para hacer historia.
Wet me dejó absolutamente frío cuando lo probé, lo contrario que al colega Isako, que lo tiene entre sus juegos fetiche. En cambio Ninja Gaiden (Shadow Warriors aquí, no lo olvidemos) de Nes me atrajo siempre. Como he vivido alejado de los colores feos me lo pasé en recreativa, master system, game gear (en las tres mantenia el ninja gaiden) y game boy (realmente un Blue Shadown miniaturizado). Pero siempre lo tuve presente, especialmente el 2, q incluia bastantes sorpresas 🙂