Hay una corriente entre los aficionados a los videojuegos que no sólo desprecia los juegos casuales, sino que también lo hacen con los juegos para plataformas portátiles. Y a esas mismas plataformas portátiles.
Tal vez sea porque mi primera plataforma de videojuegos fue una portátil (Game Gear, 1991, hace 20 años), pero desde luego, creo que cuanta más independencia tengamos en nuestro disfrute del videojuego, mejor. Igual que no hace falta enchufar nada para poder disfrutar de una pelota, un parchís o un futbolín, es mejor no necesitar elementos externos para poder disfrutar de un videojuego.
Esto no implica perder la posibilidad de no poder, en el caso que así se desee, conectar el dispositivo en cuestión a una pantalla más grande para mayor disfrute. Pero mucho mejor si es una opción, como recogen dispositivos del tipo tableta, smartphone u otras máquinas portátiles, en las que si es una obligación.
De hecho, es curiosa la propuesta de Nintendo para su próxima Wii U, porque ofrece, en teoría, la posibilidad de compatibilizar lo mejor de un dispositivo de sobremesa, y una portátil. Porque si, en principio la gran ventaja de los dispositivos de sobremesa es una mayor espectacularidad, basado en la consecuencia lógica de que al tener mayor tamaño y refrigeración, es posible conseguir mejor capacidad de proceso, y eso conlleva un aspecto gráfico mejor.
Pero por un lado, la miniaturización de los componentes permite que las consolas portátiles cada vez se acerquen más a las de sobremesa. Por otro, el uso de tecnologías como el juego bajo demanda implica que con la de red adecuada los gráficos pueden ser los mismos que en los dispositivos de sobremesa. Además, el coste de unos gráficos mejores es algo que pocas empresas pueden permitirse, de ahí que cada vez veamos menos juegos de aspecto gráfico puntero.
En un universo donde predominan los gráficos sobre otros aspectos, tenemos que tanto en los dispositivos que poseemos en la actualidad, como con los que hubo en el pasado, siempre ha habido grandes avances en el videojuego gracias a las portátiles. Desde juegos como Tetris, GG Shinobi, Blue Lightning, Pokémon, Hamtaro, Snk vs Capcom, Shantae: Risky’s Revenge, Prinny hasta los éxitos para móviles como Angry Birds, Cut The Rope, Infinity Blade o Game Dev Story, y un montón de ejemplos más, demuestran que el videojuego portátil no es ningún obstáculo para la creación de títulos con millones de seguidores.
En definitiva, no desprecien un videojuego por ser de una plataforma portátil, ni una consola portátil por su principal cualidad. Pues, en realidad, llevan el videojuego hasta donde otras no pueden.
Las horas de diversión que me ha dado la Nintendo DS son sencillamente incontables, sin duda la consola que más horas he jugado de toda la generación. A la PSP le he dedicado muchas menos horas, pero solo por los juegos de NIS y Nihon Falcom ya me parece toda una imprescindible.
Totalmente de acuerdo con Ramón. El mundo consolero de hoy no sería igual de no ser por las portátiles.
Aquí otra que le ha metido más horas a su DS que a casi cualquier otra consola, de esta generación solo la superaría 360.
Y luego aparte, considero que la desventaja técnica de una portátil frente a sus contemporáneas de sobremesa siempre ha propiciado que los esfuerzos de los desarrolladores se centraran más en aspectos creativos, originalidad, etc, para paliar ese handicap, lo cual es algo inevitablemente positivo.