Estamos ante un juego, ante todo, muy peculiar. Peculiar porque es una gran superproducción al servicio de un nicho de mercado bastante escaso pero bastante fiel y bastante relacionado, históricamente al menos, con los videojuegos: los heavies. Y más peculiar si tenemos en cuenta que las dos distribuidoras que han llevado esta superproducción a cabo son primero Activision (que vemos claramente porqué dejó de ser la distribuidora) y después Electronic Arts. Sólo falta Ubisoft para completar la santísima trinidad de las distribuidoras mass market por excelencia.
Con todo, hay que ensalzar la tarea de Electronic Arts en comunicación de este producto, porque ha conseguido que muchos jugadores que no son en absoluto seguidores del Heavy Metal pero seguramente han oído hablar de Tim Schafer sigan el lanzamiento de este juego, e incluso lo adquiriesen nada más aparecer. La lástima para ellos es que están comprando un producto que no les va a gustar lo que debiese, y la lástima para el juego es que se va a crear una campaña de comunicación negativa espontánea, que seguramente repercutirá en las cifras de venta a la media-larga, y en el recuerdo colectivo del juego.
Hablando ya del juego en sí, el segundo en la trayectoria de Double Fine tras el “muy bien criticado muy mal vendido” Psychonauts, estamos ante un juego que mezcla conceptos de exploración, sandbox (ya sabéis, juegos al estilo Grand Theft Auto), estrategia en tiempo real, beat em up (de la hornada tipo God of War) y coleccionismo (como ya hiciese el citado Psychonauts). Al principio nos encontramos un beat em up en toda regla, donde daremos hachazos a todo aquel que se nos acerque, pero conforme avance un poco la aventura nos encontraremos surcando un escenario inmenso a los lomos de un coche (que podremos mejorar, como también mejoraremos nuestra hacha, nuestra guitarra, nuestro personaje, y algún detalle que otro más), y realizando misiones principales o secundarias.
Las principales no son demasiadas, y ciertamente si te pones a jugar centrado sólo en hacer las acciones principales el juego debe durar bastante poco. Pero a poco que seas uno de los elegidos para disfrutar de este juego estarás pasando absolutamente de las misiones principales y disfrutando la mitología, la música, la historia y los escenarios que rodean a este juego. Un poco como le pasaba a Shenmue, que era un juego que si sólo te lo querías pasar no lo disfrutabas, pero si te dejabas embriagar por el ambiente, los personajes, los escenarios, …, se convierte en una experiencia vital.
Y esa es la palabra que resume a este Brutal Legend: Experiencia Vital. O Experiencia Virtual, porque a fin de cuentas es un videojuego que nos transporta a un escenario virtual. Dentro del mundo de Brutal Legend encontraremos casi todos los clichés y leyendas que rodean al mundo del heavy metal. Batallas contra falsos heavies, contra góticos, homenajes a clásicos como Manowar, Kiss, Judas Priest o Black Sabbath, o detalles de la mitología que bebe el Heavy, como menciones veladas a los dioses nórdicos o la aparición de elementos como el fuego, el viento negro, la velocidad o el ruido.
Aun así, vemos 2 problemas dentro de esta experiencia vital. La primera es la carencia casi absoluta de libertad real en el juego. Si, puedes ir por ahí faciendo y desfaciendo entuertos secundarios, pero a la hora de la verdad no puedes elegir el camino de la partida, que marcado a fuego como está, te obliga a vivir la historia que han elegido por ti. No es que la historia sea mala, ni mucho menos, pero siendo un medio como el videojuego agradeceríamos algo más de libertad de elección.
El segundo es el elemento de estrategia en tiempo real. Hay género que casan mejores que otros, y una estrategia en tiempo real donde tienes que manejar recursos, elegir que tropas salen, tener el cuenta el árbol tecnológico, mejorar tropas, mientras a la vez tienes que dar galletas, subir al cielo, invocar magias, combinar ataques con tu tropas, etc… con un sistema bastante complejo (y ciertamente algo innovador) que usa prácticamente todos los botones de Ps3-Xbox360 (y son muchos), en vez de elegir por un sistema estilo Dynasty Warriors, es una apuesta arriesgada, y provocará que aquellos que rehuyan de la estrategia en tiempo real no acaben de disfrutar de la experiencia vital de Brütal Legend. Ciertamente, para uno piensa en un juego de heavies y no le viene a la mente una experiencia más o menos sesuda en el que, cual Napoleón, nos ponemos a dirigir tropas. Una batalla de heavies debería ser algo más bien salvaje y animal. Aun así, algo difícil sólo es una batalla, y porque el escenario no es frontal sino que tiene una bifurcación, el resto con estar algo concentrado en crear tropas y conquistar torres enemigas es suficiente. Suponemos que en esto ha tenido algo que ver la mano de Electronic Arts, para poder ofrecer algo para el multijugador.
Por suerte para el título, a cualquiera que la historia le haya empezado a gustar y que empatice con el personaje de Eddie Rigs no dejará de jugar por mucho que le cueste superar este tramo de las batallas de estrategia en tiempo real, ya que es una historia que combina epicidad, humor y amor, lo que son factores más que suficientes para atrapar a cualquiera que no le tenga manía a los entrañables greñudos.
En cuanto al aspecto técnico, el gran trabajo de caracterización y creación de personajes se ve ligeramente empañado porque no tiene el aspecto que se espera de un juego de última generación, sino que más bien es un juego de la primera Xbox con algunas novedades. Esto no es un problema en si, pero algunos esperarán, como de otros aspectos, que el juego luzca como Bayonetta o el último Modern Warfare, cuando han preferido seguir haciendo lo que mejor saben hacer, una especie de película de dibujos 3D.
Las voces son magníficas en la versión original y nada despreciables en la versión española, con un Santiago Segura que tras sus papeles en el día de la bestia e Isi Disi parece de los más indicados en aparecer en este juego. Ya puestos, hubiéramos sugerido contar con alguien de Gigatrón y los chicos de Muchachada Nui (con los que ya contaron para el anuncio de Fifa 08). Y la banda sonora… es lo más impresionante que ha pasado por un videojuego. Pelear la batalla final mientras suena a todo meter Painkiller está por méritos propios entre los mejores momentos de la historia del videojuego. Pero el resto de piezas son tan legendarias (aún faltando grupos imprescindibles como Blind Guardian, Helloween, Gamma Ray o Iron Maiden) que cuando dejemos de jugarlo tendremos ganas de volver al mundo de Brutal Legend a seguir oyendo temas de Kiss, Manowar, Iced Earth, Running Wild, Dragonforce o los Judas Priest, entre muchísimos otros.
En resumidas cuentas, para la gente que le vaya a gustar el mejor lanzamiento del año, y uno de los mejores de la década que abandonamos (junto con Psychonauts entre otros), y para la gente que no le vaya a gustar un juego totalmente prescindible. Pocas veces se vió algo así tan claramente en un título.
¡Buenísimo análisis, Nae!
Con la demo he disfrutado como un enano; el problema será enfrentarme a la estrategia en tiempo real. Seguramente acabaré sucumbiendo al juego y se convertirá, como dices, en uno de los que más me gusten este año por su estilo, pero por ese simple detalle lo he dejado aparcado hasta que baje algo de precio. Con Uncharted 2 en la misma estantería está la cosa complicada… ¡Más que nada porque no se puede comprar todo!
El juego me gustó, pero el sistema de control me pareció poco depurado, los combates poco profundos y el manejo del coche era un poco… extraño. Además los momentos de estrategia eran muy confusos para manejarlos con el pad.
También fallaban las misiones secundarias, sólo habían 4 tipos y se repiten sistemáticamente, hay 2 o 3 que salen de la pauta marcada (y que son realmente divertidas) de forma que si se quieren usar para darle mas vida al juego puede aburrir en un periodo mas o menos breve.
De todas formas, es Schaffer, y con la ambientación que ha conseguido darle y la historia tan delirante, el juego desprende un carisma que el 90% de los productos con menos defectos no tiene, y al fin y al cabo los defectos son por arriesgar, cosa que no abunda en este mundillo y se agradece.
Buen análisis 😉