De la mano de los afamados creadores de motores gráficos y juegos Crytek, nos llegó este trepidante juego distribuido por EA. Una EA que allá por el 2007 empezaba a intentar desvincularse de su turbia imagen de cara a muchos jugadores. Imagen ganada a pulso por sus numerosas ediciones de simuladores deportivos.
Desde la primera toma de contacto, este juego de acción enmarcado en el género de los FPS da muestras del cuidado y dinero invertido en el desarrollo.
Dame un héroe y una pistola…
La historia, propia de una súper producción de Hollywood de los años ochenta en su planteamiento, para bien y para mal, nos transporta al cercano año 2019, donde un grupo de científicos enviados por la Liga de Naciones debe investigar un extraño artefacto bajo una montaña en Corea del Norte, como era de esperar algo sale mal y el contacto con todo el equipo se pierde. Para colmo de males el gobierno norcoreano decide cerrar toda la isla y reclamar derechos sobre cualquier posible hallazgo. En estas circunstancias, la Liga de Naciones, encarnada unilateralmente por EEUU, como mandan los cánones (lamentablemente no solo cinematográficos), envía a un grupo “secreto” de operaciones especiales, Delta Force, del cual uno de sus miembros será nuestro avatar en el juego.
El recorrido simple y absolutamente lineal, como era de esperar, nos llevará a través de extensos niveles por toda la isla, en ocasiones descubriendo secretos acerca del artefacto y sus demasiado presentes dueños. Estas pequeñas perlas de guión son muy previsibles, pero amenizarán las variadas misiones de las que consta el juego. Aunque hay que reconocer que nunca está de más exponer una justificación a los hechos si se realiza con buen gusto y tino.
El cinematográfico aspecto del juego se ve bordado por el genial doblaje al español, que cuenta con dobladores de cine, en algunos casos como el del protagonista muy reconocibles. Para finalizar brevemente con el apartado artístico del título, de su música y sonido, solo puedo decir que encontraremos corrección pero nada digno de alarde.
Una de las justificaciones interesantes que aporta el juego a sus reglas, la encontramos en el traje de combate que llevan todos los miembros Delta Force. El traje llamado Nanosuit, nos proporcionará un variado aunque terriblemente típico elenco de habilidades, permitiendo aumentar nuestra fuerza, velocidad, camuflaje, etc, durante un periodo breve de tiempo, siendo todas estas habilidades recargables con el mero paso del tiempo. El manejo de dichas habilidades a través de un anillo en pantalla, parece el medio ideal disponiendo de un ratón o un stick. Gran parte de las funciones del juego, la información entrante, comunicaciones o las funciones del propio traje, vendrán interpretadas y mostradas por nuestro casco.
El resto de armamento a nuestra disposición, existiendo un par de salvedades al final del recorrido, será el mismo que podríamos hallar en casi cualquier título de este género, aunque retratadas con bastante esmero.
Tengo toda una selva para ver, pero solo un camino por el que perderme
Las descomunales zonas selváticas por las que podemos perdernos, contrastan en ocasiones con el cuidado del tramo principal de juego, haciendo pesado el tomar la iniciativa para desviarnos del camino principal, ya sea con el fin de realizar algún tipo de emboscada o mera exploración.
Las reglas y estrategias varían entre los niveles, de modo que lo que fue viable en el pasado no tienen porque volver a serlo, siendo especialmente interesantes los niveles dentro del artefacto en sí mismo, lugares en los que las reglas variarán hasta convertir el nivel en un clon del viejo Descent, aunque afortunadamente, y de un modo justificado, con un mínimo de gravedad.
Conforme avance la historia, el desarrollo de los acontecimientos y los dueños del artefacto, nos abocan inexorablemente hacía una acción menos reflexiva que culminará en un clímax de fuego y destrucción.
Solo me resta comentar el pesado motor de juego, que pese a ofrecer una calidad apenas visible en ningún otro título de la época, hacía tan complicado ver algo igual como disponer de una máquina capaz de moverlo. En ocasiones, el exigente motor conseguía incluso que las tarjetas más potentes encontraran ciertas dificultades, sobre todo a la hora de procesar todas las partículas dispersas en el entorno.
Podría ser peor… podría tener alma
Mucho dinero pero poco mimo nos dejó un juego correcto, con un aspecto muy cinematográfico y realista, que peca de linealidad en toda su longevidad aunque con un variado desarrollo, con pocos elementos innovadores aunque muy cuidados.
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