Recientemente se produjo el anuncio de una futura entrega de la saga Ys, bajo el título de Ys: Memories of Celceta. Esta es una de las series RPG más carismáticas del mundo del videojuego, aunque no es tan popular como Final Fantasy o Dragon Quest, sobre todo fuera de lo que es el mercado japonés. Y es también una de las franquicias más longevas del género: el primer título es contemporáneo de la primera entrega del propio Final Fantasy.
La saga debutó en una plataforma poco habitual, la NEC PC-8801, pero en poco tiempo llegaron versiones para Master System, MSX, NES, PC, Sharp X1, Apple IIGS y FM-7. Tanta diversificación ha llevado a mucha confusión respecto al título, ya que según la conversión se denominaba Ys: the Vanished Omens, Ys: Ancient Ys Vanished Omen, Ancient Land of Ys o simplemente Ys. Un verdadero despropósito que no hace más que provocar el desconcierto entre los jugadores poco duchos en la serie.
Ys: The Vanished Omens vio la luz en 1987 bajo el sello de Nihon Falcom, la compañía fundada por Masayuki Kato, ya toda una veterana en el desarrollo de los RPG. No en vano, su Dragon Slayer es considerado la piedra roseta del género del Action RPG, pionero a la hora de descartar el sistema por turnos. El juego que hoy nos ocupa sigue esta línea de jugabilidad, pero Kato quería dotar a su nueva creación de una mayor profundidad argumental de lo que era habitual en el subgénero.
El videojuego cuenta la historia de Adol Christin, un experto espadachín que acaba de llegar a la tierra de Esteria, donde ha sido requerido por la adivina Sara, en la población de Minea. La pitonisa le advierte sobre un gran mal que amenaza a la zona. Para derrotar a estas fuerzas malignas, Adol habrá de conocer la historia de la antigua tierra de Ys, para lo cual deberá recopilar seis libros que contienen todos los secretos.
Como hemos indicado antes, la historia en Ys está contada de una forma más apasionante que en otros juegos, por lo que tendremos una cantidad de líneas de diálogo muy superior a otros títulos de la época, con poco texto de relleno y con una calidad literaria bastante alta.
Ys: The Vanished Omens sigue y mejora las premisas de jugabilidad de los títulos anteriores de Nihon Falcom, que ya habían sido copiados por otras compañías como Nintendo para su The Legend of Zelda. Desde una perspectiva cenital, podremos alternar visitas a zonas en espacio abierto con exploración en mazmorras (destaca el diseño de niveles de estas últimas). Por otra parte, tendremos todo tipo de objetos y elementos mágicos, claves para la subida de nivel de nuestro personaje.
El sistema de combate es bastante diferente a lo habitual en este tipo de juego y es la seña de identidad de la saga. Nuestro personaje se acerca al enemigo y automáticamente hay un resultado de ese ataque: se resta energía a ambos combatientes dependiendo de la experiencia de nuestro protagonista y de si conseguimos atacar por la espalda al otro contendiente. Este sistema tan simplificado hace que el jugador dependa casi totalmente de la subida de nivel en detrimento de su habilidad. El objetivo era conseguir una mayor accesibilidad para un mayor abanico de jugadores. Quizá esta política os puede parecer extraña, pero hay que tener en cuenta que Nihon Falcon desarrollaba principalmente para ordenadores personales, donde no todo el espectro de usuarios estaba formado por experimentados jugadores.
El trabajo gráfico del juego es muy loable, sobre todo teniendo en cuenta la gran variedad de plataformas distintas para las que se lanzó. La vista cenital y la tecnología de la época no daban para muchos alardes artísticos, pero en Ys podemos ver un gran trabajo, que dota de una sensación de profundidad a los distintos elementos, a pesar de la perspectiva desde arriba. Evidentemente, en las máquinas más potentes es donde flaquea más el aspecto visual, pero eso no es un impedimento para una buena experiencia de juego, ya que la jugabilidad queda prácticamente intacta entre las distintas versiones.
La partitura de Ys: The Vanished Omens es obra de un desconocido por aquella época, pero que en pocos años se convirtió en mito. Estamos hablando de Yuzo Koshiro, al que muchos conoceréis por su papel como responsable de la banda sonora de la saga Streets of Rage. Como podéis imaginar, el estilo musical dista mucho del que tuvo el beat’em up de SEGA, pero queda más que patente la maestría del músico nipón.
En definitiva, Ys: The Vanished Omens es un gran clásico del Action RPG, parcialmente desconocido para el gran público, pero con una serie de peculiaridades en su jugabilidad que se han mantenido inalterables en la saga más de un cuarto de siglo después. Quizá una pequeña visita al título primigenio sea la mejor manera de llevar la espera por la nueva entrega de la serie.
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