Con algo más de una semana de distancia parece que hay espacio suficiente para mirar al pasado sin resaca, con la mente clara, y pensar qué demonios ocurrió durante la Electronic Entertainment Expo de este año. No voy a repasar todos los datos fríos, es tarde para eso; y tampoco me interesa dar algo parecido a una crónica. Pero antes de deciros lo que pienso necesito detenerme en algunos hechos.
Microsoft sabe lo que necesitas, trust me!
Microsoft fue al presente E3 dispuesta para presentar su última gran apuesta. Una jugada arriesgada. Un nuevo rizo hacia un modelo al que tal vez estemos acercándonos cada vez más, pero para el que parece que el consumidor no está preparado. Y no soy una lumbrera al decir esto: basta mirar cómo han pasado varios años sin que Kinect acabe de despegar, para vislumbrar que centrarse en algo que el público no busca no es una buena idea. Y cuando anunciaron que en la nueva videoconsola Xbox One venía la cámara con ella –sí o sí–, sin packs ni opciones… no sentí ningún buen presagio: unos ojos siempre vigilantes aunque, según sus creadores, no siempre comunicándose con el servidor, claro, salvo que desde PRISM digan lo contrario.
Conspiranoias aparte, los buenos chicos de Redmond, entre bromas y títulos esperados (con lanzamientos forzosamente retrasados desde Xbox 360), no tardaron en lanzar la bomba: la conectividad online, característica estrella de cualquier dispositivo moderno, dejaría de ser un extra para convertirse en indispensable. Ninguna Xbox One podría sobrevivir más de 24 horas sin estar conectada. La verdad, me costó entender un movimiento tan arriesgado.
El daño colateral evidente vino poco después: ninguna consola podría activarse o funcionar fuera de los territorios en los que la empresa certifique «la experiencia». Desde los Estados Unidos de América algún directivo debió de pensar que era razonable porque nadie –nunca– ha transportado una videoconsola a un terreno rural, o ha sufrido cortes de luz, de red, o de efectivo… esto último, por supuesto, es absolutamente improbable en la coyuntura económica actual. Y el precio que debemos pagar por sucumbir a cualquiera de esos males involuntarios es implacable: el dispositivo y todos los productos software adquiridos dejarían de funcionar… pero, ¿a quién le preocupa un artefacto de tan solo 500 euros?
Desde Microsoft se escudaban intentando negar la realidad, alegando que son «Kilobytes, no megabytes. Incluso puedes controlar la configuración de la consola para dejarla en standby consumiendo bits«, como si tan siquiera estuviesen bordeando el problema. No tardaron en añadir que en realidad se trataba de algo racional, «la mayoría de las Xbox 360 aparecen conectadas«.
El futuro está aquí, pero tienes que querer abrirle la puerta
De paso, Microsoft logró terminar de un plumazo con el problema de la segunda mano (ventas legales). La supuesta y ecuánime solución incluía un sistema para que las distribuidoras pudiesen cobrar una cuota a los consumidores (ilegítima) por el cambio de titularidad de un videojuego, como si en realidad se tratase de una sencilla licencia. Por tanto, en realidad, pretendían ir un paso más allá: dejaríamos de obtener títulos, de poseerlos; se trataba de adquirir licencias, un derecho que el paso del tiempo ya ha demostrado ser transitorio por la vinculación a una plataforma que la ley no exige que perdure en el tiempo. Y escuece cuando los precios son altos. Así que lanzaron un caramelo: el poder compartir toda nuestra biblioteca de títulos con hasta diez «familiares» o conocidos autorizados en cualquier lugar, eso sí, permitiendo únicamente el acceso a cada título desde una única consola cada vez. Aunque tal vez no fuese tan bonito como lo pintan.
Francamente, me dio la sensación de ver cómo el progreso estaba aquí, llamando a mi puerta, pero con un cartel gigante en el pecho donde rezaba un enorme «Disclaimer» en rojo y negrita. El precio del progreso para Microsoft era evidente, e incluía algo muy norteamericano: perder parte de nuestros derechos por el camino. Algunos creerán que soy un sucio neoludita que aborrece el progreso. Otros dirán que, en realidad, toda esta perorata es absurda porque Steam ya existe. Francamente, no me amarga un dulce, pero lo cierto es que la propuesta de Microsoft bordea el problema sin solucionarlo completamente y crea nuevos demonios que combatir por el camino. Nadie negará que es atractivo poder realizar préstamos digitales, o vender parte de nuestra librería mediante su plataforma. Pero, forzar el cobro de una comisión obligando a que ellos sean los nuevos intermediarios únicos no es justo. Nadie negará que es apetecible el disponer de más contenido en línea pero, en los tiempos inciertos que corren, es taimado el proponer semejante gasto en hardware y software bajo la espada de Damocles que supone el estar «siempre conectado».
Sé que me pide la verdad pero en realidad no le gustaría oírla
Y, alejándonos de lo moral, ni siquiera importan nuestros gustos. Imaginarse los posibles Términos de Servicio de Xbox One y pensar en cómo cuadrarlos con la legislación Europea suena a infierno legal, de esos de los que solo salen las grandes empresas gracias a una eficiente legión de abogados y las terriblemente caras demoras de los juicios. Un iluso amigo me reconocía hace poco, pese a ser un experto del sector, que pensaba que tras aceptar un TOS no existe reclamación alguna. Sin embargo, no parecía recordar que es ilegal renunciar a cualquier derecho que esté reconocido por ley, de hecho, es motivo para invalidar un contrato. Algunos, pocos supongo, recordarán el reciente caso en el que el Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea declaraba legales unas ventas de licencias de software. Mirado con algo de calma, algunas de las restricciones de Steam no parecen demasiado legales; pero eso no convierte el limitar de manera arbitraria en Xbox One un derecho amparado por la ley, en número o en coste, en algo mejor o más lícito.
Y, para colmo de males, han terminado por asestar el golpe de gracia a su maltrecha comunidad de desarrolladores independientes. A esos a los cuales se les pidió la misma confianza y esfuerzo que ahora se pide para trabajar sobre Windows 8 con sus hermosos y gigantes tiles de colores. O la misma que se les pide a los consumidores para aceptar estos nuevos contratos abusivos… por nuestro bien.
Nadie negará las virtudes del uso intensivo de servidores en línea, en Internet, eso que llaman la nube. Microsoft se jactaba con su nueva consola de poder ofrecer títulos que aprovecharan esas características, su red Azure cobraba aún más protagonismo. Pero, mirando de nuevo el precio de la máquina, me pregunté: ¿qué sentido tiene ofrecer un producto que debe permanecer en línea casi constantemente, con un juego que debe jugarse en línea para ser verdaderamente apetecible o sencillamente para funcionar, si es imprescindible adquirir un hardware por valor de 500 euros? Una verdadera apuesta de progreso, una apuesta sincera, habría sido optar por un modelo por suscripción, con alquileres, con verdaderas licencias traspasables sin más comisión que un porcentaje por el uso de un sistema de venta (o ni eso si ocurre fuera), y con un hardware que únicamente reprodujese el streaming de la red, de su nube. Aunque supongo que es más sensato ubicar un pequeño servidor en tu casa, en la mía, costeado evidentemente por nosotros.
Pasaron más cosas en el E3 pero nadie las recuerda
Desde Sony, con una presentación que en cualquier otro año les habría hecho perder puntos, con varios títulos obviables y sin ritmo, lograron captar al público despagado ante la propuesta de Microsoft sin innovar, burlándose de su rival, tan solo ofreciendo el mismo modelo que aún funciona. Maldita sea, casi tuve ganas de gritar «¡calla y toma mi dinero!«. Una revisión del modelo dado con Playstation 3 algo mejorado, con una máquina más potente, otra arquitectura, 200 euros más barata de salida que la anterior generación, y sin experimentos de DRM (esos ya se hicieron con la tercera). Nintendo, que ni siquiera usó esa carta, no hizo nada inesperado pero tampoco estaba oficialmente allí; no lo necesitaba.
El caso es que una semana más tarde, mientras los relaciones públicas de Microsoft han ido metiendo la pata cada vez más (entre militares y fans desconsolados), parece que se han caído del guindo. Puede que tras ver cómo su competencia directa crecía a su sombra o, tal vez, por el mar de quejas de la red, por fin, han caído en la cuenta. En definitiva, donde dije digo digo Diego: adiós a los préstamos limitados en forma y número pero no en sabor, adiós a la conexión permanente.
Los fanáticos de la tecnología dicen que el precio que se debía pagar era justo, que por nuestra culpa hemos perdido una oportunidad. Microsoft dice que era por nuestro bien, pero que nos quiere y nos entiende, así que por eso ha rectificado. Pero lo cierto es que yo ya no tengo claro que me interese comprar un nuevo centro multimedia para mi salón; puede que, sencillamente, me apetezca volver a comprar una simple consola.
Buen artículo, bastante bien documentado en lo legal (por la parte que me toca). Supongo que con el tiempo lo Microsoft quedará en anécdota al fin y al cabo si Sony ha podido remontar el desastre que hizo con PS3, aunque lo suyo les ha costado.
Parece mentira que tras Xbox 360 una compañía sea capaz de hacerse un harakiri, teniendo en cuenta que la conferencia de Microsoft del E3 fue mejor que la de Sony en cuanto a títulos, pero 500 € era un suicidio y ponerle en bandeja a Sony tomar ventaja, mas teniendo en cuenta que precisamente la diferencia de precio de Xbox 360 con PS3 fue una de las claves en cuanto a tener mas ventas.
Además creo que con todo el berenjenal legal en el que tenían que meterse mas les valdría meter un par de asesores legales (o mas) en su departamento de marketing y dirección, se hubieran evitado el ridiculo que han hecho.
De acuerdo en casi todos los puntos pero, como se demostró hace un par de días, todavía queda mucho para el lanzamiento y ambas compañías van a seguir jugando al «tuya-mía» y las posibles novedades creo que podrían favorecernos.
Entre los comunicados y las filtraciones da la sensación de que el plan venía ideado por un grupo de directivos borrachos, y que nadie tenía del todo claro cual era. Eso o que en realidad nadie tenía el valor de desvelar completamente la estrategia por miedo al rechazo del público.
Tal como lo veo Jaime también podrían ser perjudiciales.
Lo que han perdido es la confianza de los consumidores. Hay encuestas en medios de renombre en la red preguntando a los usuarios si creen que Microsoft implantará estos sistemas tras un par de años en el mercado, y viendo el giro al infierno que han forzado con Kinect tampoco sería raro xD.
Mira q soy poco dado a leer esta clase de articulos, y este en concreto me gusta x las referencias al entorno de dchos en cuanto a la trasmision de propiedad de los juegos comprados, xro vamos, LOS DE MICROSOFT SE HAN VUELTO TONTOS?? Acaban de ponerles a los de Sony el mercado en bandeja x egoistas y usureros. Ahi lo dejo
«Pasaron más cosas en el E3 pero nadie las recuerda» XDDD
Pues yo si que me acuerdo hombre. Me acuerdo por ejemplo que… ah, pues no. Es verdad, no me acuerdo XD.
En fin, pues yo os digo que las dos consolas tienen lector de discos y yo no quiero más cosas que tengan lector de discos. Morcillas para todos XD viva lo digital. Y si es en alquiler (como comentabas) mejor.
Yo es que pienso es que Sony y Microsoft habían llegado a un acuerdo «extraoficial» sobre ciertos temas y después los japos le han hecho la cama a los yankees