Hacía tiempo que no tocaba ningún tema realmente escabroso en mis textos. Ya sabéis, esos textos que sólo por su contenido hacen que a tu editor le recorra la frente una gota de sudor frío y te deje un hermoso mensaje ante el texto en el que se indica que tu opinión es sólo tuya. Afortunadamente, en VideoShock eso no pasa: se asume por defecto esa situación sin necesidad de mostrar el mensaje. Así que iré al grano.
Creo en la igualdad de oportunidades, de derechos y obligaciones ante la ley y en la vida cotidiana. Creo que la ley está para defender que esto se cumpla. Pero nunca diré que somos todos iguales ni mucho menos que tenemos las mismas capacidades. No es una cuestión de sexo o color: en mis años de escuela nunca me dejaron demasiado tiempo jugando como pivote (el señor alto que tira a canasta) en el equipo de baloncesto. Francamente, no habría confiado en ningún entrenador que me hubiese dejado a mí en ese puesto por delante de alguien mucho más alto y con buen tino para tirar.
Hace literalmente décadas que juego a videojuegos, y durante ese tiempo he vivido sin sobresaltos cientos de situaciones que contradicen los estereotipos, dentro y fuera de los juegos. Yo fui de los idiotas que soltó una lagrimita al ver morir al Dr. Who en la cuarta temporada y en su décima encarnación protagonizada por David Tennant. Lo hice como los que lloran por un culebrón a sabiendas de que no es real. Pero también he masacrado razas alienígenas en juegos de acción, disfrutando con la adrenalina y el acoso, o impasible cual genocida mientras huyen, como en el Halo original, clamando perdón y auxilio.
A finales de los noventa era habitual reunirse en locales que cobraban por jugar en red mediante sus ordenadores; incluso organizaban torneos. No tengo reparos en decir que en los antiguos encuentros, organizados u ocasionales, había bastantes jugadoras. Menos aún de confesar que en ocasiones las chicas patearon mi culo de hardcore gamer en la antigua «La Confederación« (en un porcentaje que no puedo precisar). Tengo amigos de ambos sexos enganchados a Farmville o a Los Sims. Y dos de mis mejores amigos, cofundadores de esta santa casa, disfrutan y sufren a partes iguales el género Otome (hace poco hablamos de uno). Esos videojuegos centrados en la simulación de encuentros sociales y sentimentales, ya sabéis.
Sin embargo, los simuladores de citas, los juegos como Los Sims, o los juegos de gestión para partidas ocasionales como Farmville, suelen considerarse juegos centrados en el público femenino. No puedo evitar ver todos estos estereotipos tan nocivos como los que vinculan a las mujeres a determinados trabajos. Al fin y al cabo, jugar no siempre es visto como un simple pasatiempo. Durante la infancia de mi generación aún se molestaban en asignar correctamente las muñecas y los soldados.
Ahora, hay grupos encargados de la defensa de las minorías o los discriminados en casi todos lo ámbitos, y su labor es loable. Algunos de ellos como WIGA (Women In Games International), dirigida por mujeres bien posicionadas en la industria del videojuego, luchan por la igualdad de derechos de las trabajadoras del sector. Según la asociación, intentan promover la diversidad y la integración en armonía de hombres y mujeres. Por ello sorprende que una de sus socias, la directora del capítulo de Vancouver (Brenda Bailey Gershkovitch), cree una empresa como Silicon Sisters.
Silicon Sisters alega ser la primera empresa creada y dirigida por mujeres de Canadá en el sector del videojuego, algo maravilloso. Sin embargo, el resto de su presentación me parece bastante ofensiva, tanto para hombres como para mujeres: «…la compañía está comprometida con el desarrollo de alta calidad de juegos edificantes, con un enfoque decididamente femenino: juegos hechos por mujeres y chicas para mujeres y chicas«. Alguien podría pensar que este enfoque podría ser inofensivo, y de hecho la mayoría de publicaciones pasaron de puntillas por la nota de prensa o directamente alabaron la iniciativa.
«…tienen la noble intención de orientar sus títulos hacia las mujeres jóvenes. El núcleo fuerte de los videojuegos no se ha movido de forma agresiva para ocupar el espacio femenino», declaró Gershkovitch. «El juego casual y social sí que lo ha hecho. Nosotras estamos centrándonos en explotar el mercado del resto de chicas ahí fuera…»
Según estas declaraciones de una de sus fundadoras en este popular medio español, el objetivo es el espacio femenino. En su primer videojuego, School26, encarnamos a una joven estudiante que llega a un nuevo instituto en el que debe lidiar con sus inseguridades y hacer amigos, además de tratar con el chico que le gusta. Vamos, un simulador de citas o relaciones sociales. Un otome. ¿Un juego centrado en el público femenino? Francamente, una cosa es que por convención social algo tenga una etiqueta, y otra muy distinta es apoyarlo.
Señores y señoras, déjense de gerimondias, no existen realmente esos juegos para mujeres. Apoyar estas etiquetas y hablar en esos términos es tan sucio como decir que las jugueteras hacen demasiadas muñecas y bebés cagones, que deberían fabricar más soldaditos y pistolas de juguete para los niños. Esta percepción de los gustos depende únicamente de la educación. Por favor, tengan respeto por sus ideas, yo sí se lo tengo e intento tomármelas en serio.
Muy bien dicho. Como decian en Community «el no racismo es el nuevo racismo», y con estos temas pasa exactamente los mismo.
Lo más lamentable del asunto es que los medios avalen ese tipo de conductas, deberían ser conscientes del daño que producen a largo plazo.
Ey Raúl, se me ha caído una lagrimita de orgullo y un olé como la copa de un pino!
Coincido contigo totalmente, es cierto que existe desigualdad pero creo que la discriminación positiva y etiquetar juegos por género lo único que hace es fomentarla más. A la Sra Brenda Bailey y ese apellido impronunciable le diría que yo soy mujer y jugadora desde antes que se creara su empresa y no necesito ni he necesitado que creen juegos especiales para mí por el hecho de ser mujer, eso es fomentar estereotipos que minan la imagen de la mujer como persona y no son el camino a seguir para conseguir una sociedad inclusiva para todos. Tener los mismos derechos humanos que de eso es de lo que se trata la igualdad no significa tener los mismos gustos! Tengo los mismos derechos que un hombre no por ser mujer sino por ser persona.
Gracias por este artículo Raúl! Te debo una cerveza!
Para mí por definición un juego se hace para TODOS (tan sencillo como para todo aquel que le atraiga) y creo que la mayoría de desarrolladores tienen mejores cosas que hacer que pensar en enfocar un título más a hombres que a mujeres o viceversa.
Con los videojuegos que dicha Sra. piensa que son sólo para mujeres se falta al respeto a todas las mujeres a las que les gusta jugar y disfrutan con cualquier juego.
Sunychan lo comentaba perfectamente.