En el momento de escribir estas líneas sobre el país nipón se ha cernido una gran catástrofe de carácter natural, se están preparando para lo peor que ha pasado por allí desde Hiroshima y Nagasaki.
Aunque a todo el mundo le puede parecer terrible lo que están sufriendo los japoneses (rencorosos de la segunda guerra mundial aparte) nuestra generación es especialmente sensible al sufrimiento por el que están pasando los hijos del sol naciente.
Para mi generación, Japón es el segundo referente cultural a nivel internacional después de Estados Unidos. Antes de nacer (soy del 79) mis padres ya pudieron disfrutar de series como Mazinguer Z, Heidi o Marco, además de cosas como Godzilla, Ultraman y otros engendros siderales que al poco tiempo de vida ya pudimos disfrutar con varias reposiciones. En 1978 Taito lanzaba al mercado Space Invaders, cuando yo era pequeño se trataba de los primeros «marcianitos«, mientras sonaban Parchís, leíamos a Mortadelo, jugábamos a los Tente, en la tele echaban el Equipo A y en los cines Tron, también teníamos a Commando G, Ana de las Tejas Verdes, La Aldea del Arce o La Abeja Maya. Con la aparición de los canales autonómicos o privados nos llegaron Campeones, Caballeros del Zodiaco, Dragon Ball y Dr Slump, además de series como Bioman. Aunque en España disfrutamos mucho con el Spectrum, en los recreativos Capcom, Namco, Sega, Konami, Taito e Irem eran las reinas y las consolas Master System, Mega Drive, N.E.S o Game Boy la envidia de todos, consolas que compramos con fruición a partir de las navidades del año 91-92, donde disfrutamos notablemente gracias a personajes como Opa Opa, Super Mario, Alex Kidd, Link, Joe Musashi o Kirby .
Al poco tiempo vimos como los cómics de superhéroes, los europeos o los últimos reductos de los tebeos españoles sufrían la invasión del manga en las pocas tiendas que había por entonces, con series como Dominion Tank Police o Santuario, animes como Akira, Ninja Scroll o Urotsukidōji y hasta en los cines se podían ver de vez en cuando las obras de Ghibli.
Con Internet llegaron las revistas especializadas en el mundo nipón. Dokan, Minami, Neko y otras las escribían gente aficionada no sólo a los videojuegos y al manga, sino también al J-Rock y al J-Pop, las vestimentas estrafalarias y las aficiones como el cosplay o el karaoke. Los más pequeños se hacen aficionados a series como Pokemon y a otras más recientes como Inazuma Eleven, Naruto o One Piece, mientras que nombres como Murakami empiezan a sernos más comunes al hablar de literatura.
Además, España empieza a ser un país próspero y eso atrae a muchos japoneses a una cultura como la nuestra. Les gusta el flamenco, la comida, la arquitectura o nuestro carácter, muy distinto (teóricamente) del suyo. Nosotros también los visitamos asombrados de su educación, tecnología y capacidad artística.
En resumidas cuentas, desde España sentimos notablemente lo que está pasando en Japón. Algunos lo sentimos tanto como si nos estuviera pasando a nosotros, porque de alguna manera el Japón actual, el derivado de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, es parte nuestra.
Estoy completamente de acuerdo contigo. La situación de Japón me ha dejado completamente tocado.
Por alguna razón, seguramente la que has comentado en tu artículo, Japón está muy cerca de mi corazón y eso que ni siquiera he estado allí. Es una nación geográficamente muy lejana, pero sin duda ha tocado las vidas de todos nosotros y su influencia ha estado muy presente en todos los momentos de nuestra vida.
Solo espero que las desgracias paren de una vez, que la situación con la central nuclear de Fukushima se estabilice y que tengan un poco de paz para poder reorganizarse, reconstruir e intentar volver a la normalidad lo antes posible. O a algo parecido a la normalidad; porque una catástrofe como la que ha ocurrido quedará grabada en las mentes de todos durante muchísimo tiempo.
Es horroroso. Simplemente.
Tengo amigos en Japón y a alguno de ellos me ha costado localizarlo. Primero Christchurch (dos veces, y tengo amigos en el norte de NZ que podrían haber estado allí de viaje) y ahora Japón. Qué horror.
+1
Bueno creo que más de uno ya sabe que esto me está dejando muy tocado, me siento un poco japonés…además de identificarme por completo con Ramón tengo que confesar que mis tres visitas al país nipón han calado muy hondo. Ánimo al pueblo japonés.