Antes de entrar en detalle sobre el caso judicial que hoy nos ocupa deberíamos recordar brevemente la historia de cada contendiente. Por un lado tenemos a los chicos de Redmond (A.K.A Microsoft) a los cuales no hace falta mucho para presentarles, se trata de una de los mayores fabricantes de Sistemas Operativos, o al menos del más famoso, aunque si están leyendo esto probablemente piensen primero en él como el máximo responsable de la plataforma XBox 360.
Al otro lado del cuadrilátero tenemos a Datel, compañía que tal vez no les suene puesto que en algunas ocasiones apenas muestra su propio nombre, prefiriendo utilizar como marca reconocible algunas gamas de productos siendo las más reconocibles aquellas destinadas a las videoconsolas. En su mayoría, se trata de periféricos que nos permiten aumentar las posibilidades de nuestros equipos de juego con opciones que los fabricantes originales posiblemente no apoyarían (copias de seguridad, almacenamiento extra, baterías extra, etc), en otras ocasiones simplemente crea periféricos con las mismas posibilidades que los oficiales pero a un precio… digamos más competitivo.
El precio es un rasgo identificativo de los productos de Datel, ¿Por qué resultan tan baratos? Bueno, eso es sencillo de responder, uno de los costes que se ahorran es la licencia (bastante cara) que da derecho, entre otras cosas, a las especificaciones del hardware necesarias para desarrollar un periférico. Si alguien se pregunta como es posible que sin los datos necesarios para fabricar un producto compatible sus productos funcionen, la respuesta es «Ingeniería Inversa«. Una controvertida práctica que ha sido tachada de inmoral e ilegal por muchos de los grandes fabricantes mundiales, pero que parece ser lo suficientemente legal como para poder anunciar en la página web de Datel que es su modo de conseguir que todo funcione mejor que bien.
Podríamos decir que Microsoft ha perseguido este tipo de compañías con ahínco, pero mentiríamos, al igual que Apple para librarse de este tipo de problemas lo único que ha tenido que hacer en momentos puntuales han sido pequeños cambios de software a través de actualizaciones, algo a todas luces legal, tras lo cual lo único por lo que deben preocuparse es el soporte a los compradores de sus licencias. También sería interesante mencionar que Microsoft es famosa por sus competitivos precios en periféricos y sobre todo por no abandonarlos a su suerte, pero también sería mentira.
El caso actual viene a raíz de uno de estos olvidados productos de MS, las tarjetas de memoria, un artefacto imprescindible tras el paso en generaciones pasadas de los cartuchos a los discos compactos. Lamentablemente a día de hoy se han convertido en un elemento obsoleto con la introducción cada vez más obligatoria de sistemas de almacenamiento dentro de la propia consola, tendencia que ha llegado hasta el punto de que su abusivo precio y escasa capacidad relegó las memorias a un segundo plano. Esto no quiere decir que no tuviesen utilidad alguna, poder transportar tú perfil de jugador, partidas guardadas, o algún juego descargado no eran algo a desdeñar. Datel ofreció un nuevo tipo de tarjeta compatible con la blanca de MS, que no solo nos daba una capacidad base cuatro veces superior al producto oficial, si no que además dicha capacidad era ampliable y todo por un precio menor al del producto oficial.
Poco tiempo después Microsoft lanzaba (avisando con antelación) una nueva actualización del firmware de su consola (obligatoria para acceder a cualquier servicio online), que entre otros efectos tendría la inhabilitación de los sistemas de almacenamiento no licenciados o no oficiales, el propio Major Nelson (Larry Hryb) director de programación de Ms Live lo advirtió. Una explicación más o menos oficial venía a contar que la medida iba destinada a evitar las partidas guardadas trucadas y otros ingenios destinados a hacer trampas en su servicio Live o incluso parte de la piratería. Evidentemente Datel procuró calmar a sus clientes ofreciendo el cambio a un nuevo modelo (inexistente a día de hoy) compatible con la actualización o incluso una actualización para su producto. Posiblemente en un intento por demostrar que se preocupaban por sus usuarios y que el caso no había sido olvidado demandaron a los chicos de Redmond por prácticas monopolísticas, un circo montado alrededor de Microsoft al que siempre se le unen nuevos enanos, en algunos casos de forma muy justificada, en otros no tanto. Al margen de lo que pueda parecer justo o legal a día de hoy la demanda no parece prosperar a buen ritmo.
Entre tanto MS adoptó un nuevo sistema para el almacenamiento de su consola, libre y con una especificación que nada depende de él, el USB. Esta es una jugada maestra por muchas razones, veamos unas cuantas:
– Al margen de que se pudiese juzgar a MS por prácticas monopolísticas, la adopción de un nuevo estándar tan común y accesible les desmarca de esa supuesta política, aunque no les exonere de actos pasados, es una buena publicidad.
– Consigue educar a sus usuarios inculcándoles el uso de discos o pendrives USB para almacenar el contenido generado en la consola (partidas, perfiles, etc) como el descargado. Algo de vital importancia para poder aproximar el contenido en linea y de descarga a los usuarios de la versión Arcade.
– Limita el uso de estos discos o memorias a 16GB, de modo que pese a ser suficiente para instalar, descargar o transportar, no llega a competir con los actuales modelos de disco duro, que pese a tener un precio exorbitado ofrecen mucha más capacidad.
– Mata un estándar (el de las tarjetas de memoria) que no ha generado más enemistades con los usuarios.
– Finiquita el problema de Datel, sería poco rentable para esta empresa seguir lanzando tarjetas de memoria sobre el viejo estándar independientemente de que ganara o no, la posibilidad de escoger entre una amplia gama de pendrives USB de mucha capacidad a precios competitivos y de multitud de marcas les alejaría de cualquier posible usuario.
Como conclusión, solo puedo encomendaros un revisionado de la imagen de cabecera que acompaña el artículo, creo que era de por sí suficientemente explícita.