La pasada noche del 28 de febrero al 1 de marzo más de veinte millones de consolas dejaron de funcionar al unísono, en un apocalipsis videojueguero sin precedentes como un servidor nunca antes había vivido. Prácticamente todos los modelos del antiguo modelo de PlayStation3, conocido popularmente como PS3 Fat, impidieron durante veinticuatro horas el acceso a la red PlayStation Network y a todos sus servicios, provocand,o en el proceso, la incapacidad de ejecutar una larga serie de títulos que utilizan esta red. ¿Las razones? Resumiendo, los sistemas consideraban que 2010 era un año bisiesto, y ante la imposibilidad de sincronizar fecha con el servidor central, estos impedían el acceso a la mayoría de sus funciones.
Hemos vivido otros pequeños desastres en el mundo de los videojuegos; caídas irremediables de servidores, partidas salvadas que desaparecen sin rastro, juegos que no funcionan según la versión de la consola en que se ejecuten…
Algunos no tan pequeños, dantescos en comparación, como las temibles luces rojas de Microsoft, siempre dispuestas a amargar la vida a los jugadores de Xbox360. Pero ninguno, hasta la fecha, de una trascendencia tal, donde más de la mitad de consolas existentes en el mercado dejan de funcionar para convertirse en poco prácticos pisapapeles de tamaño industrial. Un peculiar apocalipsis que ha dejado para el recuerdo millones de comentarios en foros y blogs alrededor del planeta y que trascendió incluso a periódicos, noticiarios y otros medios de prensa generalista.
¿Servicio o suplicio?
A todos aquellos que nos vimos afectados seguramente nos sirve de poco consuelo que los modelos Slim no sufrieran un error, en apariencia, tan estúpido. Nos hace plantearnos que, efectivamente, se podría haber evitado semejante problema; más teniendo en cuenta que probablemente no es la primera vez que sucede tal error o que posiblemente volverá a suceder en breve, pues aún estamos a la espera de un parche en condiciones. Probablemente, lo que más nos moleste es que por culpa de unos servicios suplementarios, que a muchos ni nos van ni nos vienen, el sistema no permitiera la que se supone que es su finalidad principal y última: jugar. Servicios paralelos que en teoría, como considero, deberían ser meros suplementos de cara al usuario, no obligaciones ineludibles. Servicios muy importantes y muy prácticos, indispensables para algunos, desde luego, pero ¿por qué he de pasar por su filtro para disfrutar de mi hobby favorito?
Aquella noche me planteé una duda que seguramente debería haberme surgido antes: ¿de qué sirve tanto servicio, tanta funcionalidad extra, tanto sistema de innecesarios trofeos, si al final esas mismas funciones van a impedir la finalidad y la razón por la que adquirí el sistema? Antaño, y de eso no hace tanto tiempo, los sistemas de videojuegos eran tan simples como comprar un cartucho o un CD, conectar el sistema a la televisión y empezar a disfrutar… Sin más complicaciones. Hoy en día tenemos que pasar por mil filtros, desde conexiones online, listas de logros y trofeos, descargas de contenidos que deberían estar por lógica en el producto final, innecesarios registros en bases de datos de consumidores, e incluso infames DRMs que nos obligan a estar conectados a improductivos servidores. Por si fuera poco, algunos desarrolladores aprovechan estas capacidades para sacar productos inacabados de calidad discutible al mercado, bajo la excusa de la futura aparición de un parche.
¿Es esta la evolución de los sistemas de ocio doméstico? Cierto que muchos de estos servicios nos han brindado ventajas y funcionalidades extra a miles de jugadores, pero cuando estos mismos servicios, que no deberían ser más que complementos, ponen trabas a la finalidad última del juego, es que algo no se ha planteado demasiado bien desde su misma base. ¿Qué pasará, de aquí a veinte años, cuando PS3 o Xbox360 sean considerados sistemas retro? Sus servidores de servicios habrán dejado de existir tiempo atrás… ¿podré seguir disfrutando de sus títulos como lo hago actualmente con los sistemas de 8 y 16 bits? ¿O volveré a contar con unos mastodónticos pisapapeles?
En el fondo no pasa nada
Y lo digo sinceramente. Se ha hecho muy mala sangre del ya recordado para la eternidad como «APOCALYPS3», y algunos usuarios han dejado salir al pequeño troll que llevan dentro arremetiendo contra Sony. Pero la realidad es que, en el fondo, ya con la calma y la objetividad que nos brindan unos días de reflexión, no pasa nada, ni el mundo ha dejado de girar, por que hayamos estado 24 horas sin poder jugar con nuestra PS3. Es cierto, muchos, entre los que me incluyo, estábamos en pleno subidón de Heavy Rain y fue una auténtica trastada dejarnos sin juego; pero los videojuegos no dejan de ser un entretenimiento más, una forma de ocio, un lujo según se mire…
Por otra parte, lo que si es preocupante para Sony, es la imagen pública que deja a miles de usuarios; una reputación que ya estaba de por sí por los suelos. Han sido los protagonistas de uno de los fallos más memorables de la historia del videojuego y todavía va siendo hora de que alguien, algún mandamás o ejecutivo de Sony, salga a la palestra a dar explicaciones… Y es que, hasta el momento, la más que aceptada teoría del fallo de calendario de la consola surge de la experiencia compartida de miles de usuarios en foros y blogs no oficiales alrededor del mundo. La imagen que han dado al usuario es la de un error que se ha arreglado solo, sin que nadie en sus oficinas (aparentemente, claro está) hiciera nada para solucionarlo. Creo yo que, por mucho menos, en cualquier otra industria del entretenimiento se habría, como mínimo, preparado una rueda de prensa formal para esclarecer los hechos.
Esa terrible noche del 28 de febrero se llenaron miles y miles de páginas en páginas web de todo el mundo de usuarios que se dejaron llevar por el pánico. Y es normal, solo Sony podría conseguir tal reacción por parte de sus usuarios… Porque Sony ya ha sido protagonista de decenas de casos de total negligencia en el pasado. ¿Cómo olvidar el ínfimo control de calidad de algunos de sus productos, como PlayStation2, consola en que lo difícil es encontrar jugadores que no se hayan visto forzados a comprar una segunda, o tercera unidad del sistema? Memorable es aquella tirada de PS2 Slim que algún lumbrera consideró que no necesitaba ventilador, provocando su irremediable muerte al medio año. ¿Y qué decir de PlayStation Portable? Toda su remesa inicial estaba plagada de píxeles muertos, agujeros en plena pantalla, y hasta seis de ellos no implicaban un justo intercambio. La vieja leyenda del Sony Timer surge, sin ir más lejos, de la combustión espontánea de las baterías de cientos de sus ordenadores Vaio. Leyenda urbana que aquella aparentemente lejana noche de febrero cobró forma y vida a los ojos de muchos asustados usuarios.
Nadie pone en duda la enorme calidad de los catálogos y funcionalidades de las consolas de Sony, que están donde están por algo. Pero la reputación de Sony, queda claro, está arruinada a ojos de los aficionados. Y no ayuda echarle tierra al asunto, como si no hubiera pasado jamás, en vez de dar explicaciones y aceptar responsabilidades. Microsoft no es nadie para dar lecciones sobre controles de calidad de hardware, pero siempre ha respondido cuando algo ha fallado en sus sistemas… Desde el intercambio totalmente gratuito de una remesa de cables defectuosos en la primera Xbox a la reparación y aumento de garantía de todos los sistemas afectados por las luces rojas. Sin ir más lejos, en las Navidades de 2007, Microsoft sufrió una caída masiva de sus servidores Xbox Live, que compensó a todos sus usuarios regalando un juego descargable, Undertow.
Eso es lo que debería, a mi parecer, hacer Sony. No ganan nada ocultándose y continuando como si no hubiera pasado nada… Los usuarios nos quedamos con el agridulce recuerdo de un desacierto, en el que, una vez más, no se hizo nada de cara al usuario. A algunos incluso se les ha perjudicado, como todos aquellos que alquilaron un servicio al que no pudieron acceder perdiendo irremediablemente su dinero.
¿Y ahora qué?
Consolas que mueren sin previo aviso, otras que dejan de funcionar por unas horas, juegos plagados de bugs, servicios que caen impidiendo el acceso a otros servicios más elementales… No sé yo, pero estas recientes generaciones, por mucho que las estemos disfrutando gracias al enorme talento de un buen puñado de desarrolladores, son ciertamente catastróficas.
Enchufar una NES o una Mega Drive hoy en día no suele dar demasiados problemas… Eran productos robustos y fuertes que aguantaron las mil y una judiadas que les hicimos de niños; y ahí están aún, esperando aquel mágico día en que las bajamos del desván para dejarnos llevar por la nostalgia de aquellos lejanos ochenta y noventa. Hoy nuestros sistemas de videojuegos parecen de cristal, de mírame y no me toques, y encima dependen de sistemas externos que ninguna empresa en su sano juicio mantendrá más allá del futuro cambio generacional.
Algunas empresas responden más a los fallos, y otras menos, pero mientras hoy el RetroGaming es una realidad que mueve a cientos de apasionados aficionados, el día de mañana es más que incierto. Visto lo visto, no me extraña que más de uno decida anclarse en unos robustos píxeles a 16 colores que no a unos frágiles y quebradizos polígonos a todo color.
¡Bien dicho! La verdad es que fastidia que por mucho que hagan las consolas hoy en día no aguanten nada. Cuando no se pueda rejugar a los juegos se perderá un trozo de historia a menos que la emulación ponga remedio, cosa un poco difícil dada la complejidad y potencia de los sistemas de hoy en día.
Pobre Sony dejadla descansar 1 día al año! A ver esta generación es la más real de todas, pues Sony se toma 1 dia de descanso, Xbox le da por visitar a sus tíos a Alemania cada 2 por 3, Wii es una marginada que al principio la quieres pero luego la dejas ir con el vecino, primo, etc…
Yo la semana pasada quedé con un amigo y nos pasamos el Donkey Kong Country. Y me gustaria pensar que dentro de 20 años podré hacer lo mismo con el fallout 3 por ejemplo. Aunque yo no tengo ps3, esto es algo que nos afecta a todos desde luego.