En la mesa redonda de la última edición de Calsi surgió un tema que creo que merece ser comentado. Una de las múltiples preguntas que se sacaron a debate fue la existencia de “bibliotecas” de videojuegos en diversos países y la posibilidad de ver algo similar en España. Dándole vueltas al asunto, en el fondo no parece una idea tan descabellada ni tan compleja como otras.
¿Por qué?
¿Qué razón hay para que las bibliotecas (bibliotecas públicas, si no digo lo contrario) alberguen videojuegos? De entrada por un simple tema de coherencia. Actualmente las bibliotecas españolas almacenan y ofrecen todo tipo de documentos: libros, publicaciones periódicas, música, películas, archivos de ordenador, etcétera, siendo la principal fuente de consulta para la mayor parte de la población. Estas obras cubren todo el espectro desde la información técnica hasta el puro entretenimiento, dibujando un paisaje cultural del país y del mundo en general, pero obviando al videojuego como parte de ese paisaje. Éste, siendo un medio de expresión perfectamente válido, debería estar al alcance de los ciudadanos para su consulta y disfrute.
Después tenemos razones mucho más prosaicas pero tal vez más cercanas al interés de muchos. Por una parte se conseguiría atraer a un nuevo público a estos espacios, dotándolos de un interés mayor al que ahora tienen, aumentando su labor como polos culturales y de reunión, favoreciendo el acercamiento de ese público a los contenidos ya existentes. Por otro se ayudaría a la comprensión del videojuego como medio, más allá de las típicas polémicas que lo han rodeado y continúan siendo la mayor barrera para que cualquiera se acerque a él.
¿Cómo?
Evidentemente para sacar adelante un gran proyecto haría falta dinero y, viendo el estado de la gran parte de nuestras bibliotecas, parece que no sobra. Así que existen tres opciones: aprovechar los recursos ya existentes y destinar una pequeña partida a los videojuegos, involucrar a la iniciativa privada o que se haga cargo el Ministerio de Cultura. Si se opta por la primera opción lo más probable es que el esfuerzo sea en vano ya que, por simple continuismo, el videojuego sería la última de las prioridades. La iniciativa privada podría ser una buena solución, siempre y cuando la idea del reconocimiento público y el poder abrir mercados gracias a un nuevo punto de exposición supere sus temores a dejar de ganar dinero. Por último, la idea de poner en juego al ministerio más que una opción debería ser La opción. Un fondo con al menos una copia de los videojuegos puestos a la venta en el país, o al menos los creados, debería ser un requisito mínimo. La creación de un banco nacional de videojuegos sería una idea de bajo coste pero con excelentes posibilidades.
Una vez resulta la financiación vendría la parte técnica. ¿Cómo hacer accesible el material? ¿Cómo superar la barrera de los formatos? Sería deseable poder disponer de juegos en su paquete original, siempre y cuando fuera posible, ya que en muchos casos el juego y su embalaje forman un sólido conjunto. Pero, a sabiendas de que la gran mayoría de la gente ya no dispone de una Atari 5200 en casa, otra buena solución sería la emulación en kioscos de consulta. Esto permitiría que el espacio necesario por biblioteca fuera mínimo, facilitaría la catalogación, la reproducción y la consulta. El ideal sería una mezcla de ambos, pudiendo disponer la gente de los juegos más actuales en formato original y de los más antiguos en emulación. Por supuesto sería necesaria la formación del personal, la creación de un sistema de catalogación y un largo etcétera de cuestiones que caen más en el lado de la biblioteconomía.
¿Quién?
Aquí es donde no veo claro el asunto ¿Quién puede echar a rodar la metafórica bola de nieve? Si yo fuese a la biblioteca pública más cercana y les dijera “aquí tienen mis juegos, pónganlos a disposición del público”, ¿serviría de algo? Desconozco hasta qué punto son los bibliotecarios los que pueden solicitar la creación de colecciones, o si un particular puede hacer algo, o la regulación que tendría el préstamo de videojuegos, o…
Sí, reconozco que me falta este último detalle, pero creo que es un esfuerzo que valdría la pena y del que poco negativo se puede decir. Seguiremos investigando el tema.
Entiendo por lo que dices, y por el hecho de que existan en funcionamiento servicios de préstamo en otros países (según dices), que la idea pueda ser viable. Pero doy por sentado que de proliferar con una gran difusión este tipo de servicios, las distribuidoras, productoras, y algunos estudios, no tardarían en atacarlo, igual que atacan el alquiler, y la venta de segunda mano. Creo que para ellos, a priori, sería algo así como una pesadilla.
Realmente sería necesario involucrarlos de algún modo para que esto se realizase a gran escala, sobre todo si se pretende lo siguiente: «Un fondo con al menos una copia de los videojuegos puestos a la venta en el país, o al menos los creados».
No necesariamente ha ser una pesadilla para distribuidoras, productoras, y estudios, si se añaden con suficiente lejanía de su fecha de salida, años, al circuito de prestamos, podría ser increíblemente beneficioso, tanto para dar a conocer a la compañía, como para cimentar de un modo más sólido la cultura del videojuego en nuestro país.
Partiendo de este último punto de vista y pese a que esta iniciativa pueda nacer de usuarios, en última instancia debería venir abalada o al menos consentida por las asociaciones del sector, y dada la situación actual entre las dos predominantes, yo no me haría muchas ilusiones.
Aunque espero equivocarme y que sepan dialogar en pro del bien común.
Por lo que veo, con la solución de la emulación, una salida es la de usar emuladores en el navegador. Sabemos que la emulación no es perfecta y que no todos los títulos estarían disponibles, pero algo es algo y ya se aplica.