Leyendo enlaces el otro día me encontré con unas declaraciones de Strauss Zelnick, el jefazo de Take Two, acerca de como la distribución física dominaría aún durante años. No le dí más vueltas a sus comentarios hasta que el pasado miércoles decidí comprar la recién nacida Star-T. Mi primera reacción fue ir a su página y ver si la enviaban a casa. Sorpresa, ni carrito de compra ni enlace a tiendas. Por suerte tenía a mi amigo Raúl cerca para decirme que la vendían en kioskos, recordarme que tenía uno a lado de casa y que eran esos sitios donde compraba El Jueves.
Con toda esta información en mi cabeza bajé decidido a adquirir la mencionada revista. Salí del portal giré la cabeza y allí estaba: un antro oscuro con serrín en el suelo y un señor fumando en la puerta. Mi primera reacción fue acercarme a él y pedirle cambio para jugar al Pang pero paré a tiempo y balbucee algo sobre dónde estaban las revistas de videojuegos. La respuesta del dueño fue un lacónico movimiento de mano que me indicaba el estante correspondiente. Cuando vi lo que allí había estuve tentado de preguntarle si no tenía una sección de revistas serias pero preferí despedirme, salir por la puerta y allí, solo y helado en mitad de la calle, decidí que no tenía tanta prisa por leerla así que volví a casa.
Desafortunadamente el daño ya estaba hecho. Había comenzado a darle vueltas a esto de las compras físicas y a recordar que yo solía ir a sitios como ese a por cosas, que rebuscaba entre los estantes y salía tan feliz con o sin objetivo cumplido. El sentimiento de felicidad al descubrir una nueva tienda que no conocía y ver que encontraba en su interior. Revistas, software, piezas de ordenador, miniaturas, incluso videojuegos… ¡Pop! Flashback mediante al fin volvió a mi cabeza el porqué había dejado de frecuentar comercios excepto para comprar comida y ropa.
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