Hay dos juegos de PlayStation 2 para los que tengo reservado un párrafo muy especial dentro de mi biografía como jugador. Ambos fueron desarrollados dentro de Konami a principios de la década pasada y no sólo duplican nombres y apellidos en los títulos de crédito, sino que además comparten varias características poco habituales dentro del medio. El primero de ellos es Silent Hill 2, un juego que camina siempre en el filo que separa lo real de la pesadilla, y el otro es Shadow of Memories, una aventura cuyo carácter espectral parece hacerla levitar unos centímetros sobre el suelo.
Aparte de sus muchas virtudes, lo que más me maravilla de estos dos títulos es cierto carácter hermético y el firme compromiso que ambos mantienen con lo inexplicable y lo misterioso, esa capacidad de hacernos sentir que estamos echando miradas furtivas a través de las grietas de lo real. Creo que por estos mismos motivos he disfrutado tanto de Earthbound (Mother 2 en Japón), un JRPG de Super Nintendo que encierra no pocos de estos momentos de delicioso desconcierto. …Seguir leyendo +