La permanente moda retro que nos invade ha tenido un nuevo capítulo recientemente con el reestreno de Blade Runner. El clásico cinematográfico de la ciencia ficción, basado en la novela Sueñan los androides con ovejas eléctricas de Philip K. Dick, cuenta con un nuevo montaje definitivo por parte de Ridley Scott.
Si sois asiduos a leer mis textos sabréis que la aparición de esta película es suficiente pretexto para que decida hablaros de un videojuego relacionado. Muchos os habréis puesto a pensar en la notable aventura gráfica que Westwood Studios lanzó en 1997 y que en España publicó Dinamic Multimedia pero, en esta ocasión, vamos a echar la vista más atrás y a rondar las fechas del estreno de la película con el videojuego homónimo realizado con la licencia oficial.
No deja de ser curioso que una película de tanto calado en su momento, y dentro de una temática tan aprovechable como la ciencia ficción, tuviese pocos videojuegos basados en ella. Probablemente el hecho de que Blade Runner sea una película más reflexiva que de acción provocó que tan solo hubiese un título desarrollado por CLR Group en 1986 para Amstrad CPC, ZX Spectrum y Commodore 64, y que a España llegase a través de Zafiro.
Como primera curiosidad hay que destacar la extraña forma que tenía el juego de autopromocionarse. Tanto en la caja, como en la pantalla de carga, Blade Runner no se nos presenta como el videojuego inspirado en la película sino en la banda sonora de Vangelis. Evidentemente, esta forma de promocionar la obra es como poco extraña. Aunque lo cierto es que podemos escuchar perfectamente la melodía principal de la película constantemente durante todo el desarrollo. Es más, si sois aficionados a Vangelis os recomiendo quitar el volumen o terminaréis odiando la melodía. El apartado sonoro prácticamente acaba con ese tema musical.
Durante el juego se intuye que tomamos el rol del personaje protagonizado por Harrison Ford en el film, Rick Deckard, un detective con la misión de buscar y eliminar a los replicantes que han llegado a la tierra. Y hablo de intuición porque no es posible encontrar una referencia directa al personaje y bien podría ser cualquier otro policía en busca de los fugitivos. Un detalle que podría estar motivado por una falta de derechos.
El planteamiento del videojuego se reduce a buscar replicantes y darles caza. Inicialmente tendremos una visión cenital representativa de la ciudad, a modo de mapa laberíntico, donde podremos buscar las zonas donde se encuentran los distintos fugitivos. Una vez lleguemos a la zona con nuestro vehículo volador -mostrado como un triste icono en forma de rombo- cambiaremos a una perspectiva distinta para representar la acción. Con un encuadre lateral de la calle en cuestión, deberemos buscar entre la multitud al replicante con la ayuda de un radar que nos indica la posición del mismo. Una vez que estemos cerca tendremos que ir corriendo hasta llegar a una distancia lo suficientemente cercana como para poder dispararle.
Las dificultades para llevar a cabo nuestra misión son principalmente tres. Por un lado, la población, a la que parece darle igual que estemos corriendo y no para de anteponerse en nuestro camino. Estaremos tropezando constantemente con una consecuente perdida de tiempo.
Por otro lado, si intentamos adelantar por la calzada, puede que seamos arrollados por un vehículo volador aunque, por suerte, éstos también vienen indicados en nuestro radar. Y por último, los replicantes, clasificados por seis niveles distintos definiendo la inteligencia de los mismos. El nivel de inteligencia es algo que podríamos traducir por velocidad y, si bien en los primeros niveles es bastante fácil alcanzarlos y se tropiezan continuamente con la gente, según vamos avanzando el reto se vuelve cada vez mayor.
Por desgracia, y pese a que este planteamiento inicial pueda parecer interesante, lo cierto es que termina convirtiéndose en una tarea repetitiva hasta el hartazgo. Una sucesión veinticuatro «retiros» forzosos de replicantes rebeldes. Como os imaginaréis, buena parte de la prensa especializada machacó la mecánica por su falta de variedad e incluso se acusó a CLR Group de lanzar un título inacabado, una sensación poco disculpable al aparecer el videojuego tres años después del estreno de la película.
Gráficamente es un videojuego solvente respecto al diseño de sus sprites y la fluidez de las animaciones, pero resulta bastante pobre en lo que a colorido se refiere. La combinación de blanco y negro es la auténtica protagonista, y los colores quedan limitados al interfaz y los momentos de juego con el mapa. Los escenarios son muy repetitivos y las representaciones de las calles son muy parecidas unas a otras. De hecho, se encuentran repletos de publicidad descarada a la propia CLR Group, un detalle que le resta valía a la ambientación respecto al film.
En definitiva, si no fuese porque hasta el juego de Westwood de 1997 fue la única representación de la película en el mundo del ocio electrónico hubiésemos olvidado el título hace años. Posiblemente el único interés que podamos encontrar en él sea como curiosidad.