En el momento que oí el anuncio de un juego con el que podría volver a controlar a mis amigos de Iwatodai e Inaba ya me lo vendieron. Tal es el poder que Persona 3 y Persona 4 tienen sobre mi. Ambos juegos consiguieron que, literalmente, fuera un compañero de viaje de los grupos SEES y el equipo de investigación desentrañando los misterios que tenían ante ellos, y en ambos juegos, la sensación de vacío ante la despedida mientras veía pasar ante mi las letras de crédito fue muy grande.
Por ello, al conocer el proyecto de este cross-over entre títulos no cabía en mi de gozo. No me hacía falta saber nada más, incluso me daba igual el carácter caricaturesco chibi que se había implantado para el primer título de la saga Persona en Nintendo 3DS. Es más, no tenía ninguna duda de que lo disfrutaría pese a que el estudio encargado de desarrollarlo era conocido por otra saga con mucha solera, la saga Etrian Odyssey. Y efectivamente así ha sido pero, hay que tener en cuenta un detalle, este juego se acerca más a los Etrian que a mis queridos Persona 3 y 4 así que si no os gusta pintar mapas y recorrer de arriba a abajo cada vez los más complejos laberintos tenéis dos opciones, o huir de él o dejaros atrapar por las conversaciones de vuestros queridos amigos del tercer y cuarto capítulo de Persona.
Una vez ya conocemos a los personajes y controlamos el sistema de fusión de las Personae, se acaba todo lo relacionado con los juegos de los que provienen la gran mayoría de personajes controlables y empieza el estilo Etrian que podría copiar del análisis que mi compañera Alicia Guardeño hizo del Etrian Odyssey IV. Laberintos cada vez más enrevesados, combates aleatorios y una vista en primera persona para movernos por ellos.
Dentro de estos laberintos nos encontraremos enemigos normales, los llamados sombras en la saga, además de otros tipos de rivales mucho más duros que estas sombras, contrincantes que suelen superarnos por mucho en poder y de los que es recomendable huir con presteza: los FOEs. Estos enemigos, junto al enrevesado diseño de cada una de las estancias, componen los acertijos gigantes que vienen a ser cada uno de los pisos de cada uno de los laberintos que debemos ir superando de cara a desentrañar por qué los personajes de una y otra saga han aparecido en una misteriosa escuela, similar al instituto Yasogami de Persona 4, sin ningún medio para salir de allí. De todas formas, la trama apenas se desarrollará hasta el momento de la revelación final, y es que en este Persona Q lo importante es el mazmorreo y las amistosas conversaciones, el argumento casi se puede considerar accesorio.
La dinámica de partida funciona, y además palía el problema de la dificultad decreciente de muchos JRPG -por la que los combates pierden gracia cuanto más poderoso es tu personaje- al incluir los puzles en la exploración. De hecho llega un momento en que los combates directamente estorban, estaba disfrutando tanto de explorar el escenario, de recopilar pistas e ir abriendo puertas selladas, que cada vez que un saltaba un combate aleatorio una mueca involuntaria de disgusto se dibujaba en mi cara. Se pueden adquirir objetos para reducir la frecuencia del combate, pero ni por esas. Por poner un ejemplo, llegado un momento avanzado de la partida hay un escenario con una puerta sellada justo en el centro. Para abrirla hay que recorrer todo el resto del escenario, y no es pequeño, con lo cual hay que explorarlo a fondo, ver los diversos puntos de control por los que nuestro grupo debe de pasar, anotarlos, y una vez esté todo claro efectuar la acción para llegar a nuestro destino.
Sólo en conseguir abrir las vías que necesitaremos para el «paseo final» que abrirá la puerta ya tardaremos un buen número de horas, pues el piso está infestado de FOEs y caminos secretos que abrir, además de la necesidad de planificar la estrategia para que un patrón de movimiento de estos FOEs no nos deje atrapados. Ojo avizor, mente alerta, y a mitad camino para llegar nos encontramos un combate aleatorio, efectuando esa despreciable acción que comúnmente llamamos «cortar el rollo».
No es que el sistema de combate esté mal resuelto, en absoluto, pues adapta el combate estratégico de las debilidades de toda la saga Shin Megami Tensei y tiene una gestión de críticos que benefician mucho al personaje que sabe explotarlos si tiene suerte -si termina el turno sin recibir un ataque tras un crítico o atacar una debilidad puede actuar primero en el siguiente turno y sus habilidades no tienen coste-, y además podemos adaptar la velocidad en las opciones, consiguiendo combates rápidos y ágiles, pero pese a todo esto molestan. No es de recibo que en medio de un movimiento calculado tratando de evitar a los FOEs te salte un combate y cuando vuelves al punto anterior te quedes pensando ¿qué movimiento había hecho el FOE?¿qué paso quería dar? En los dos primeros laberintos, donde el reto consiste más en sobrevivir que en avanzar la sensación de molestia puede reducirse a que aparezcan cuando no los esperamos, sin embargo una vez llegamos a la madurez de la partida tal vez se debería haber espaciado la frecuencia de los encuentros y aumentado la experiencia otorgada.
De todas formas, si el jugador es admirador de los capítulos tres y cuatro de Persona disfrutará de este juego, aunque sólo sean por los continuos chascarrillos entre personajes de uno y otro juego. Puede costarle adaptarse a los combates aleatorios, pero en cuanto hablas con la hambrienta Chie o con el salido Teddie lo consideras un mal menor. Como representante del estilo de juego de la saga Etrian contiene mucha más interacción con los personajes, con lo cual el avance no es tan rutinario como en el resto de juegos de esta saga de Atlus. El objetivo, de hecho, está claro: es puro fanservice, un juego para admiradores de Naoto, Kanji, Yukari, Junpei y demás, no busca otra cosa que hacer cómplice al jugador, y si no se ha disfrutado de estos dos juegos antes de ponerse a los mandos el carisma de los personajes se reduce considerablemente, de hecho, salvo que se sea un gran admirador de la saga Etrian Odyssey, es posible que se haga bastante aburrido, pues acaba siendo un JRPG mucho más denso de lo habitual.