Mi mayor o menor afición al gran hábito de la lectura, no es culpa de ningún maestro, ni de algún autor famoso y ni siquiera de alguna saga de novelas juveniles. El máximo responsable de todo lo que he llegado a leer en mis treinta y dos años de vida es sin duda alguna Francisco Ibáñez. De las manos de este ilustre artista han salido infinidad de tebeos –sí, tebeos, no cómics– que en mi infancia he devorado con agresiva pasión y que según voy madurando releo para disfrute personal. Sin duda, soy de los que apoya que ninguna persona llegará a ser un lector en su etapa adulta si de pequeño no trató con personajes como los que salían de la brillante mente de Ibáñez.
La carrera de este artista es muy amplia, tanto por longevidad como por producción pero, sin duda, sus personajes más conocidos son Mortadelo y Filemón, cuya primera aparición en los kioskos españoles data de 1958 y que aún hoy, más de 50 años después, sigue apareciendo regularmente en forma de álbum. El mercado del tebeo en general no pasa por uno de sus mejores estados de salud actualmente, pero en la década de los 70 y 80 estaba en plena forma, siendo sus protagonistas unos personajes muy reconocidos popularmente. Hasta tal punto que, tras una serie de cortos, en 1971 llegó a las salas de cine el largometraje El Armario del Tiempo, dando buena muestra de su popularidad.
En la década de los 80, los kioskos estaban repletos de distintas revistas semanales y quincenales de tebeos, la mayoría editadas por Bruguera, y que en un buen número de ellas la pareja fija de personajes era Mortadelo y Filemón. En esa década coincidió con la eclosión de las desarrolladoras de software que componen la conocida Edad de Oro del Software Español y sería raro pensar que unos personajes tan populares no tuviesen su particular versión electrónica.
El título que hoy nos ocupa no fue el primero basado en los personajes de Ibáñez, ya que en 1988 la compañía alemana Magic Bytes lanzó Clever & Smart, que era la denominación de los personajes de Ibáñez en ciertos países europeos. El juego fue más bien pensado en el mercado extranjero, por lo que en nuestro país pasó sin pena ni gloria, ya que el uso de los personajes era meramente anecdótico y no se basaba en ningún álbum en concreto.
El testigo sería recogido por Animagic en 1989 con distribución de Dro Soft y, en esta ocasión, si que se iba a basar en un álbum publicado de la serie. Se trataba de Safari Callejero, publicado en 1970 y que trata de cómo el profesor Bacterio, en uno de sus desastrosos experimentos, crea una serie de gallinas radiactivas. Con esta premisa, los chicos de Animagic crearon un videojuego en dos niveles que, si bien es mejorables en muchos aspectos, si hicieron un esfuerzo bastante intenso en conservar el espíritu original del tebeo.
En el primer nivel tomamos el control de Filemón, el cual debe ir recogiendo las distintas gallinas que se encuentran repartidas por todas las casa y, para evitar males mayores, dárselas a Mortadelo para que las guise. De esta manera, nos encontramos con un juego de plataformas con tintes arcade, en el que simplemente tenemos que ir atacando y recogiendo gallinas, evitando al mismo tiempo que éstas nos lancen huevos.
Sin duda, el segundo nivel es el más interesante, en el que se representa el final típico de los tebeos de Mortadelo y Filemon: con el Superintendente persiguiendo al inefable Mortadelo. De nuevo tenemos un juego de estilo arcade en el que tenemos que usar la habilidad de nuestro protagonista para cambiar de disfraz. Así, tenemos que evitar los obstáculos que nos salen al paso y para ello utilizamos un disfraz distinto: el de rana para saltar los 600; el de serpiente para reducir nuestra altura y evitar los objetos que nos lanza el Super; y el de fantasma para atravesar paredes.
A pesar de que a nivel jugable tiene carencias, lo cierto es que tanto por el planteamiento del segundo nivel en particular, como por el diseño artístico en general, se mantuvo muy fiel al espíritu de los personajes de Ibáñez. Asumiendo las carencias técnicas de los ordenadores de 8 bits, hay que destacar el trabajo gráfico que parecía salido del mismo puño de Ibáñez y que deja constancia de que los desarrolladores eran muy aficionados a sus historietas. El apartado sonoro es otro cantar, pero teniendo en cuenta que se basan en un tebeo, tampoco tiene demasiada importancia en el acabado final.
En líneas generales, Mortadelo y Filemón es un buen producto representativo de lo que eran los videojuegos de la Edad de Oro del Soft Español. Posiblemente, por no haber sido obra de una de las «grandes» –Opera Soft, Dinamic y Topo Soft– ha pasado más desapercibido con el paso del tiempo y es un título oculto de aquella época. Nada más injusto, ya que muchos títulos de las tres compañías antes mencionadas se encontraban muy por debajo de éste tanto en originalidad, como en acabado final.