Cuando desde las altas esferas de Videoshock se propuso la realización de un top 25 de los videojuegos exclusivos de Game Boy tuve una cierta sensación de tristeza al darme cuenta del poco dominio que tengo sobre la plataforma. En su momento fue todo un objeto oscuro de deseo, fue una época en la que el concepto de portátil en mi entorno se limitaba a algún Game & Watch baratero que pudiese caer en algún cumpleaños. A fin de cuentas, aún soy de una generación en la que sabemos lo que son la peonza y las canicas y para nosotros la calle se hizo para hacer el cafre. En el momento en el que mi interés por los videojuegos aumentó, estaba ávido de nuevas tecnologías y estuve mucho más interesado en la Game Gear. Por eso, al proponerme mi compañero Ramón el realizar una retrospectiva de Ninja Taro me ha hecho ilusión poder bucear en las entrañas de lo semidesconocido de la portátil más carismática de Nintendo.
Ninja Taro es un videojuego desarrollado por NMK, una compañía que a muchos no os dirá nada, pero que estaba formada por una buena parte del equipo desarrollador del Bomb Jack de Tehkan y que es responsable de uno de mis videojuegos favoritos de aviación arcade: P47 – Thunderbolt.
El título fue publicado en Estados Unidos y Japón en 1991 y, aunque no es especialmente conocido dentro del catálogo de Game Boy, cuenta con elementos bastante interesantes. En un primer vistazo queda patente que el videojuego hereda muchos elementos de los juegos de acción y rol típicos de las plataformas de Nintendo. De hecho, sin profundizar demasiado, parece una entrega de la saga Zelda en la que Link ha decidido vestirse de ninja. Sin embargo, la profundidad del título es bastante menor ya que, sin duda, desde NMK pretendían realizar algo más encaminado a la acción a pesar de que cuente con diversos elementos de rol.
La historia nos lleva al Japón medieval, donde se avecinan tiempos difíciles. Existen rumores de que el señor feudal Takeda Shingen ha muerto y esto ha provocado un gran revuelo por su sucesión, hasta el punto de que uno de los más antiguos enemigos de la zona, Oda Nobunaga, pretende hacerse con el poder de la zona unificando todo el Japón bajo el yugo de su liderazgo. Nuestra misión será la de hacer uso de nuestras habilidades de ninja para intentar aclarar toda la confusión y el consecuente peligro provocado por la posible muerte de Shingen. Respecto a este argumento, más allá de que sea bastante tópico, hay que destacar que está basado ligeramente en hechos reales: tanto Nobunaga como Shingen existieron y realmente fueron enemigos declarados por el control de Japón en su época e, incluso, Shingen fue conocido con el sobrenombre de Taro, denominación familiar que se suele usar en japón para el hijo mayor de una familia.
Como os hemos indicado al principio, Ninja Taro recuerda enormemente a The Legend of Zelda, e incluso da la sensación de que algún elemento gráfico haya podido ser reciclado de las aventuras de Link. Sin embargo, aunque tenga algún elemento de exploración y aventura, el juego se encuentra enfocado totalmente a la acción. Con una ausencia casi total de puzles. Durante la travesía nos dedicaremos permanentemente a repartir estopa con nuestra espada y estrellas, que podemos mejorar a base de encontrar tesoros. Este enfoque podría haber sido totalmente válido de no ser por un problema principal en el control del juego: nuestro personaje se mueve tan lento que resulta francamente desesperante. Es una velocidad que sería válida para un videojuego de aventuras pero que arruina totalmente la experiencia en un título de acción. Y es una verdadera pena porque, por todo lo demás, la mezcla de Ninja Taro funciona perfectamente, dispone de una buena variedad de enemigos, jefes finales enormes con un gran diseño y un sistema de combate dinámico.
A nivel técnico y artístico, Ninja Taro pinta muy bien. Los gráficos son correctos dentro de los estándares de la plataforma y como toma como referencia muchos de los diseños de la saga Zelda, no puede dar mal resultado. Pero si hay algo que destacar es la banda sonora, sinceramente me ha sorprendido cada vez más según he ido disfrutando del juego. Se trata de un conjunto de melodías que se adapta muy bien a la acción y que deberían tener una mayor difusión entre los melómanos del videojuego.
Como podéis ver, Ninja Taro no es un videojuego que supusiera una revolución en su momento, ni que ahora mismo deba tener un lugar destacado en la historia de la plataforma. Quizá lo hubiese tenido si hubiese cuidado esos detalles del control que ya he comentado. Quizá eso lo hubiera convertido en el título tan divertido que se intuye pero que no llega a ser. Aun así, siempre es una excusa para ponerse a jugar con la Game Boy e interesarnos un poco en la historia del Japón medieval.
«la calle se hizo para hacer el cafre»
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