Parece que fue ayer cuando Tim Schafer, antigua gloria de los juegos de PC y actual máximo responsable de Double Fine decidió probar a financiarse con un sistema tan desconocido como era el crowdfunding. En este momento, han pasado ya casi dos años, Kickstarter y el crowdfunding son términos que ya no nos resultan en absoluto ajenos —lamentablemente, tampoco para las grandes distribuidoras—, y por fin tenemos con nosotros la primera parte de Broken Age, dividido en dos debido a la falta de presupuesto. Ahora la cuestión es: ¿ha valido la pena el proceso? Y, sobre todo: ¿merece la pena adquirir la versión incompleta de Broken Age?
En primer lugar, llama la atención los diversos cambios que ha sufrido el proyecto en sí. De costar cuatrocientos miles de dólares y tener una fecha estimada de lanzamiento de octubre de 2012, se acabó recaudando tres millones y medio de dólares —casi nueve veces más de lo solicitado— y al final el proyecto se ha alargado hasta casi finales de 2014 o incluso 2015. Además, resulta curioso si tenemos en cuenta las numerosas veces que hemos oído hablar de Schafer en los últimos tiempos sobre su mala gestión de proyectos como Brütal Legend, uno en el que, si citamos literalmente, se dijo que «tardó demasiado, fue incapaz de alcanzar ninguno de los hitos propuestos» y que «gastó más presupuesto del que tenía asignado». Schafer entonces echó la culpa a Electronic Arts y Activision y se dedicó a buscar nuevas formas de financiación. Ahora nos encontramos con que su último proyecto ha sido incapaz de salir a tiempo, no ha cumplido con los calendarios propuestos y, para colmo, necesita de aún más dinero para ser completado, lo que ha motivado el lanzamiento prematuro del juego en Steam, dividido en forma de actos, una manera elegante de disimular la cojera económica de la que adolece Broken Age. Cabe decir que todos estos hechos no influyen en la calidad final del juego, pero si conviene tenerlos en cuenta a la hora de entrar a valorarlo.
Tal y como se prometió en su Kickstarter (y en su página de Steam, con bastante sorna y salero), Broken Age es una aventura gráfica como las de antes. Point and click puro y duro. Personajes que se mueven en un entorno de dos dimensiones y que pueden interactuar con todo lo que esté a su alcance para enfrascarse en interminables conversaciones con los personajes que se encuentren, encontrar puzles que les impedirán el paso y, sobre todo, seguir una historia que tendremos que desentrañar. La historia de Broken Age se divide entre dos personajes protagonistas, Shay y Vella, a priori, totalmente independientes. Shay, doblado por Elijah Wood, es un adolescente que vive en una nave espacial que, al más puro estilo Star Trek, vaga por la galaxia en busca de nuevos planetas colonizables. Sin duda, resulta un entorno de lo más apetecible, si no fuera por la sobreprotectora inteligencia artificial que gobierna la nave, Mamá, que nos impedirá incluso el poder utilizar cuchillo a la hora de la comida con tal de no ponernos en peligro. Todo cambiará cuando conozcamos a Marek, un inquietante lobo que nos promete auténticas aventuras y responsabilidades… siempre que se lo mantengamos oculto a Mamá.
Por otro lado, Vella, doblada por una más desconocida Masasa Moyo, es la hija mayor de una familia de guerreros reformados en pasteleros de Villa Sacarosa. Empezaremos a conocer su historia en el día más importante de su vida, el día del Festín de Doncellas, festividad creada para recibir al terrorífico Mog Chothra y ofrecerle en sacrificio a algunas de las mejores doncellas de la localidad con el propósito de aplacar su ira y evitar que la desgracia y la muerte caiga sobre todo el pueblo. Ni qué decir tiene que esta idea no seduce en absoluto a la rebelde Vella, que no comprende por qué ha de ofrecerse en sacrificio a la criatura, en lugar de plantarle cara y acabar con ella. Por ello, ideará un plan que le permita escabullirse del Festín de Doncellas y encontrar la manera de acabar con Mog Chothra con el fin de liberar de su yugo a todas las mujeres y a sí misma.
A priori, la historia parece interesante, sin embargo, su ejecución deja mucho que desear. En el género de las aventuras gráficas es imperativo que no solo la premisa inicial sea prometedora, sino que la historia acabe llegando mucho más allá a través de su contexto, sus personajes y sus localizaciones, a la vez que nos presenta un desafío intelectual en forma de puzles o nos obliga a pensar más allá de lo planteado para encontrar la solución o el siguiente paso que dar. Dicho de otra manera, cuanto más consiga que nos preocupemos por su mundo y más inteligentes nos haga sentir una aventura gráfica, más la disfrutaremos . Ahora es cuando os confieso que para completar el primer acto de Shay únicamente necesitaremos hablar, estrictamente, con dos personajes y resolver un total de cuatro apabullantes puzles. No solo eso, muchas veces estos se resolverán prácticamente solos gracias a la intervención de los personajes, en absoluto sutil, como si Schafer temiera que fuéramos incapaces de pensar por nosotros mismos. Si un personaje esconde un cuchillo, ¿cómo se nos va a ocurrir por nosotros mismos que lo suyo es conseguir sonsacarle dónde está? Y por otro lado, ¿a quién se le iba a ocurrir que si se nos encoje la cabeza cada vez que pasamos por un teletransporte, sería un por un motivo en especial? Es, como decía, casi como si Schafer temiera que los jugadores no fueran capaces de completar el juego y prefiera ponernos en bandeja todas las soluciones para que continuemos avanzando, limitando incluso las posibles distracciones que nos encontremos por el camino.
Por suerte, el acto de Vella resulta estar bastante más trabajado. Cuenta con numerosos personajes y estancias diferentes —si bien el desarrollo de las mismas no termina de ser todo lo detallado y útil que, al menos a mí, me gustaría—. Porque, al final, encontraremos que hay pocos elementos memorables en este primer acto de Broken Age, y lo único que consigue su falta de profundidad es ensombrecer un concepto prometedor. Lo cierto es que crear una historia sobre un chaval que desafía a sus padres por sus propias convicciones o el morbo de contradecir a la autoridad —es decir, una historia sobre madurar—, es un tema inteligente pero terriblemente común. Está tan sobada dicha problemática, en prácticamente todos los medios narrativos, que no se puede pretender hacer una obra maestra por hacer una mera introducción al tema. El narrador debe llegar más allá, hacernos creer en esa historia de manera fehaciente, diferenciarla del resto y darle su toque personal. No, Double Fine, no puedes darte una palmadita en la espalda y jactarte de utilizar temáticas profundas si hasta un libro de la serie blanca de El Barco de Vapor está más elaborado que Broken Age.
En el apartado técnico, el título resulta increíble si, además, tenemos en cuenta las limitaciones que imponen las dos dimensiones que utiliza. Shay y Vella se mueven por lugares que parecen pintados con acuarelas, entornos relativamente simples pero cargados de cromatismo y formas de fantasía y una integración con el fondo excepcional, de manera que los personajes jamás parecerán sobresalir de la escena. Pura armonía, con animaciones relativamente bruscas en algunos momentos, pero precioso en cualquier caso. También llama la atención el uso de la iluminación sobre los sprites, una tendencia que parece haber inaugurado Rayman Legends y que, personalmente, hace que me plantee qué calidad tendrían los juegos 2D hoy en día si se les dedicara todos los recursos que se dedican al 3D. ¿Quizás se habría conseguido algo a la altura de Chains of Satinav, pero bien animado?
En definitiva, comenzaba esta crítica con una pregunta simple y directa: ¿merece la pena Broken Age ahora mismo, en su estado actual? La respuesta no es todo lo positiva que me gustaría. Apoyé el proyecto en su momento, personalmente me alegro de que Schafer tuviera éxito en su financiación, tanto como jugador como backer, y el poder jugar por fin al juego era algo que esperaba desde hace tiempo. Pero una vez terminado su primer acto, solo puedo pensar en la decepción que me produce, en su simplicidad, en la irrelevancia de la historia que nos plantea. Recuerdo cuántas veces me he tenido que recordar a mí mismo que el objetivo de Vella era derrotar a Mog Chothra debido a la falta de desarrollo de sus personajes, cuántas veces he apreciado momentos que habrían dado mucho más de sí con un poco de trabajo, como por ejemplo, la existencia de un amigo de lana de Shay con una actitud claramente irónica y burlona. Que la única interacción que podemos tener con un personaje así, la única nota disonante en un ambiente que busca ser seguro y agradable para Shay a cualquier precio, sea poco más que saludarle… me entristece. Sería inapropiado decir que el juego no está a la altura de mis expectativas, puesto que no esperaba absolutamente nada de este juego. Más bien, Broken Age se queda corto en comparación a las aventuras gráficas que podemos encontrar hoy en día en el mercado, completas desde el primer día y con precios mucho más ajustados.
Espero que este primer acto no haya resultado ser la mitad de la historia. Porque como nos espere un segundo acto igual de trabajado que este, será un fracaso absoluto. Ojalá me equivoque, ojalá sea mucho más. Ojalá en el segundo acto aprendamos todo lo que nos quedamos con ganas de saber en el primero y sus personajes tengan un progreso real. Es la única esperanza que le queda a Broken Age para no ser una aventura gráfica del montón tirando a mala, y convertirse en aquello que su potencial esboza.