Cuando se anuncia un nuevo remake HD de uno de los clásicos de mi infancia, un sudor frío me recorre la espalda. Si, además, resulta ser uno de los videojuegos que más he disfrutado y más horas he empleado en mi época de tierno infante, pues entonces es cuando paso del miedo al pánico. Precisamente, el anuncio del lanzamiento de Speedball 2 HD no ha sido para nada una excepción. En 1990 llegaba al mercado Speedball 2: Brutal Deluxe, una secuela que tomaba y mejoraba las ideas del videojuego original de 1988 que ya había sido aclamado por la crítica. La mejora no fue conceptual, pero sí en el control y el modo de juego, y terminó de perfeccionar las excelentes ideas iniciales hasta tal punto que sería uno de los videojuegos más exitosos de The Bitmap Brothers, convirtiéndose, de esta manera, en un título de culto.
Llega la hora de plantearse un remake más de veinte años después y la tarea no resulta nada fácil, pues ya contamos con dos fiascos. Primeramente, en 2007, un primer remake por parte de Empire que llegaría a XBox Live Arcade. Este lanzamiento consistía en el juego original y, además, una versión con gráficos 3D supuestamente mejorados. Los nuevos gráficos no estaban a la altura, por lo que la mejor opción era el videojuego clásico; pero, aun así, no funcionó. Su principal aliciente era el juego online y los servidores no eran más que un espacio diáfano sin el más mínimo atisbo de que apareciera un jugador dispuesto a retarnos. Tanto fue así que, al poco tiempo, tal como entró en el catálogo de XBox Live Arcade, se fue… y no se le espera. Ese mismo año también hubo otro intento por parte de Kylotton con una versión totalmente nueva y completamente en un entorno tridimensional. El asunto tampoco gustó y fue otro título que pasó sin pena ni gloria.
Llegamos a 2013 y Vivid Games decide tirar por la calle de en medio. Ni para ti, ni para mí. Vamos a desarrollar un juego en 2D como el original, con una jugabilidad muy similar y tan solo le vamos a dar unos retoques por aquí y por allá para mejorar su aspecto gráfico. La idea no suena tan mal, teniendo en cuenta los que le preceden; sin embargo, el resultado no termina de convencer, no porque sea un mal juego, el problema es que no llega a justificar que no nos volvamos al título original de 1990.
La mecánica del juego es la que todos conocemos. Son partidos ambientados en el futuro donde se enfrentan equipos de nueve jugadores en un recinto cerrado y que comparten muchas similitudes con el balonmano en su planteamiento. Los jugadores se van pasando una bola de metal y el objetivo principal es conseguir marcar gol en la portería contraria y acumular diez puntos. Sin embargo, no es la única manera de obtener puntuación ya que contamos con un pivote que al golpearlo nos sube un par de puntos y una serie de estrellas en las paredes que también acumularán puntaje. Por otro lado, la violencia está totalmente permitida y si conseguimos bajar la barra de energía de un contrario hasta lesionarlo, también conseguiremos algunos puntos extras. Además, en los laterales del terreno de juego se encuentran un par de rampas que, si pasamos la bola por ellas, se aplicará un multiplicador a las puntuaciones que consigamos.
Hasta aquí, lo que es la normativa de juego permanece inalterada respecto al título original; sin embargo, en la jugabilidad podemos encontrar algunos cambios. El comportamiento de la bola no es exactamente el mismo, ahora podemos manejarla con algo más de precisión a la hora de realizar efectos; no obstante, lejos de ser una mejora, es algo que termina quitando algo de velocidad y dinamismo al juego, la característica principal del original. Por otro lado, los pases largos parecen ser más fáciles de cortar, ya que no necesitan un salto tan preciso como en el juego padre. Es cierto que me diréis que solo por esto no se convierte directamente en un juego malo, sino simplemente distinto; y es cierto que sin conocer el original puede resultar muy divertido; pero, desde mi humilde opinión, yo me divierto más con el primero.
El modo principal del juego es el de Carrera, en el que competiremos durante diez temporadas para conseguir ser el mejor equipo del universo. Empezaremos con una plantilla compuesta por doce jugadores: la alineación inicial y tres sustitutos para los lesionados. Podemos mejorar estos jugadores en el gimnasio a base de pagarles un entrenamiento específico en alguna de sus habilidades pero, si conseguimos ahorrar algo de dinero, también podemos plantearnos un traspaso de alguna de las superestrellas del campeonato.
Tras un torneo de copa inicial, cada temporada se compone de un campeonato de liga y un torneo de copa. Para la liga contamos con dos divisiones en las que ascender resulta insultantemente fácil. En mis primeras dos temporadas he ganado todos los partidos de liga y por no menos de cincuenta puntos. Este hecho palidece frente al original, que era un verdadero reto y en el que podíamos encontrar diferencias muy notables entre los equipos de arriba y de abajo de la tabla. Los torneos de copa son la Copa Intergaláctica y la Liga de Campeones, donde sí que nos enfrentamos a los equipos más duros del juego. Aquí es cuando nos encontramos con el verdadero reto y en el que puedes ser derrotado cuando menos te lo esperas. Esto es algo de agradecer, pero tener que hacer un campeonato de liga entero, que es un paseo, para llegar a la copa y que en las primeras de cambio nos den una paliza, es muy frustante. Desde luego, la curva de aprendizaje estaba mucho más equilibrada en el videojuego original.
Mientras avanzamos en nuestra carrera tenemos un sistema de logros para conseguir diversos hitos. Estos desbloquean ciertas opciones en el modo reto. Es decir, para poder hacer un torneo a nuestra medida, vamos a tener que pasar el infierno de las diez temporadas de partidos ganados por más de cien puntos. Sin embargo, desbloqueemos o no todo, hay una opción que no nos va a aparecer y que resulta impensable en pleno 2013: el multijugador no incluye online. Pues sí, amigos, las opciones multijugador son las mismas que en 1990: jugar en la misma máquina. Algo impensable si tenemos en cuenta que las partidas multijugador son uno de los principales alicientes de este tipo de juegos,
Los gráficos se encuentran inspirados en los del videojuego original y sí, son en HD, pero cuentan con un diseño bastante deficiente. Los distintos terrenos de juego están bastante cuidados y cuentan con una gran definición, lo cual es una mejora ostensible respecto a los estadios originales. Pero los personajes están muy mal definidos, parece que flotan sobre el campo sin tocarlo y, además, han sido realmente rácanos en el desarrollo a la hora de dotarles de animaciones. Es más, volviendo a recuperar el juego original, parece que en el título de los noventa se movieran con mayor fluidez. No sé si será por una cuestión del frame rate, pero lo cierto es que para destacarse por el concepto de HD, el resultado es decepcionante.
Las pequeñas escenas introductorias mostrando las victorias o derrotas, las caras de los personajes, el diseño de los trajes en los menús, son los mismos que en el juego original con algún nimio retoque —que en ningún caso resulta una mejora palpable—. Por último, es mejor pasar de puntillas por el tema del vídeo de inicio —más propio de hace 20 años que de ahora— y del tema musical —que queda bastante por debajo de las melodías del título original—.
Quizá sean más palos de los que Speedball 2 HD merece por el juego que es en sí mismo. Si no estuviese la sombra del título de The Bitmap Brothers, sin duda sería una buena opción del catálogo económico de videojuegos actuales ya que es bastante entretenido, sobre todo a dobles. Pero el problema es la relación indivisible con su predecesor: no hay nada que justifique jugar a esta nueva versión en lugar de al original, ni siquiera gráficamente, y eso, queridos amigos, es lo peor que se puede decir de un remake.