A los señores de Mediatonic ya los tenemos calados en esta santa casa desde hace tiempo. Como miembros destacados de esa hornada de desarrolladores más o menos independientes que han aparecido en esta generación, que ahora agoniza, los pudimos catar a finales de 2009 en dispositivos Apple con juegos sencillos como Extreme Lawn Bowls o MUST.EAT.BIRDS, para posteriormente lanzar alguno de los juegos más destacados del servicio de títulos independientes de Xbox 360 con Monsters (Probably) Stole My Princess, el cual posteriormente apareció en PSP Minis.
Pero seguramente, la mayoría de los jugadores los conocerán de la serie Amateur Surgeon que ha aparecido en dispositivos móviles al alimón con la cadena [Adult Swim], la cual no es sino una parodia de la serie de juegos de Atlus sobre médicos con superpoderes conocida como Trauma Center.
Dicho esto, Foul Play se puede considerar su primer juego grande. Un juego de peleas a lo yo contra el barrio con una premisa algo peculiar (aunque un tanto usada este año) en la que los protagonistas son un barón inglés que arregla sus problemas con un grupo de demonios a base de golpes de bastón y su ayudante, el deshollinador, que hace las veces del Watson de Holmes. Pero en lugar de dirimir sus problemas con los demonios en vivo y en escenarios reales, y aquí tenemos la premisa peculiar, lo hacen como si de una obra de teatro se tratase, sobre un escenario, delante de un público más o menos entregado, y con actores en el papel de los malos malosos. Debido a esto, y a pesar de golpear y ser golpeados, se convierte un juego de peleas en una especie de actuación, en la que cada vez que esquivemos golpes ajenos y encadenemos nuestros combos provocaremos que el público se emocione más y más, y en cambio nos quieran echar del escenario si recibimos golpes o no hacemos nada, momento en el que recibiremos el fatídico Game Over. Cambios estéticos y filosóficos aparte, la mayor diferencia es que nuestra barra de vida depende de cómo de bien juguemos en lugar de características propias de los personajes, como el aguante, o de los objetos en pantalla que la puedan mejorar.
Sinceramente, la propuesta no está mal pero se queda un poco corto como juego de leches. Un buen representante de este subgénero necesita cierta variedad en los escenarios y retos que superar más allá del tipo de enemigos que nos encontremos; aquí, indistintamente del nivel, nos toparemos con enemigos normales, un jefe de mitad de pantalla y el jefe final. Al final, el recorrido incluso se hace largo. Intentan solucionar la falta de variedad con algunos objetivos en cada etapa pero se queda corto y, realmente, da la sensación de que le falta algo más. Pese a todo, no deja de tener cierto sentido que no sea más que un scroll a lo largo de cada escenario ya que cada una de estas escenas es realidad la imitación teatral de un conflicto pasado. Por suerte, también compensan las taras con cierto humor para aligerar el avance.
Las bromas y un entretenido modo para dos jugadores ayudan a pasar el trago, pero por desgracia el balance final se queda muy lejos del nivel de otros títulos similares como Castle Crashers o Scott Pilgrim contra el Mundo, por no mencionar clásicos como Guardian Heroes o nuevas glorias como Dragon’s Crown. Así que, en definitiva, podemos decir que Foul Play es un juego decente pero que no consigue ofrecer lo suficiente como para ser recomendado por encima de sus competidores. Si necesitáis un juego del estilo y no tenéis nada que llevaros a la boca os puede ser de utilidad pero, si no, lo mejor es buscar alternativas.