Hubo una época durante el final del siglo pasado en la que era habitual ver cómo las películas de Hollywood ensalzaban el capitalismo más salvaje, filmes en los que se encumbraba a los tiburones de las finanzas que destruían empresas y a los abogados defensores de criminales confesos como a héroes. Personajes de moral laxa que justificaban con facilidad cualquier acto amoral con tal de ganar o salvar a sus amigos, bueno, en realidad también para llevarse con ellos a la chica de la película. La decadencia era palpable en sus hábitos e incluso en el estilismo o en sus opulentos hogares. Aunque, al margen de lo moral de la propaganda o de ese estilo de vida, lo cierto es que muchas de ellas eran películas verdaderamente disfrutables del mismo modo en que lo eran también las protagonizadas por cualquier otro antihéroe, policía o ladrón. El título de 1337 Game Design para iOS y Android, Devil’s Attorney, nos devuelve a mediados de la década de los ochenta del siglo pasado con uno de esos abogados sin escrúpulos, amorales pero, sobre todo, divertidos.
Ponte traje…
En nuestras partidas encarnaremos al joven leguleyo Max McMann al comienzo de su prolífico negocio como abogado criminalista. El vídeo introductorio y el fantástico tema sonoro que lo acompañan ambientan inmediatamente la época mencionada, repasando tanto la indumentaria de la élite en la ficción como los logotipos de todos los seriales de moda al ritmo del estribillo «Not Guilty». Un surtido extenso de referencias que arrancan con facilidad la sonrisa a cualquier superviviente de aquella década.
La mecánica del juego ofrece analogías efectivas entre las referencias de la introducción y los distintos elementos jugables, de hecho el tiempo de juego en Devil’s Attorney se distribuye entre escenarios distintos que también resultan representativos de iconos populares. Nuestro barrio, por ejemplo, es el lugar donde se encuentra la pantalla principal de juego, nuestra casa y la oficina, y permite definir nuestro creciente estatus social. El lugar en el que McMann descansa puede ser decorado con todo tipo de muebles de tres estilos distintos, y estos a su vez aumentan los niveles de las características principales del Max. E incluso en las etapas finales del juego podemos escoger un traje de calidad, accesorios, y un deportivo. Detalles imprescindibles para ser un villano decadente y efectivo de los ochenta, o un clon agraciado de Barney Stinson. Pero, como todo en la vida, nuestro periplo por la fiebre material requiere dinero que deberá ser adquirido ganando alguno de los casos a escoger entre los disponibles en nuestra oficina.
El abogado del diablo
El eje principal de Devil’s Attorney son los casos, y estos siempre muestran el mismo esquema. Al inicio de todos ellos nos encontramos con una breve presentación en la que McMann desalienta al fiscal asignado, habitualmente con un agudo cruce de insultos en el que el fiscal suele terminar herido por la afilada lengua de nuestro protagonista.
Durante el litigio disponemos de una balanza de puntos que representan la solidez del caso y la inocencia o culpabilidad del cliente, así como un conjunto de habilidades que nos permiten desacreditar el listado de pruebas, a los testigos de los oponentes y, por supuesto, terminar con la credibilidad del fiscal que está representada también por un número de puntos. El conjunto de habilidades pueden ser usadas gastando los puntos de acción para cada uno de los turnos en los que se distribuye el juicio, cual partida de cartas. Obviamente, nuestros queridos adversarios también disfrutan de algunas habilidades extra, que junto con los pequeños retos diseñados para cada combate, influirán en la estrategia con la que afrontaremos el caso. Varios de los juicios vienen aliñados por pequeñas discusiones por lo que incluso durante la batalla se mantiene el tono humorístico.
Cuando la balanza se inclina definitivamente a favor de alguno de los dos bandos, los periódicos reflejan con sorna el resultado. Si hemos ganado, disfrutaremos de una generosa paga con la que comprar más artefactos decadentes; y si no, siempre podremos repetir el caso. Casi sesenta casos en los que deberemos superar multitud de retos modificando habitualmente nuestra estrategia.
Por mis palabras podría parecer que el ritmo del juego nunca decae y que todas las piezas se encuentran perfectamente encajadas, sin embargo, lo cierto es que el número de cambios entre los niveles, o casos, decae rápidamente tras el primer cambio de despacho y el tedio puede llegar a apoderarse de los jugadores que logren adaptar rápidamente su estrategia. Da la sensación de que incluso las discusiones se van tornando cada vez más sosas, llegando al punto de leer y escuchar (en perfecto inglés) cómo nuestros personajes divagan sin demasiada coherencia antes de un caso. Al menos el correcto apartado gráfico, aunque algo parco en animaciones, y el sonoro no decaen durante la partida, como tampoco lo hacen los últimos casos que ponen conclusión a la carrera de Max McMann.
El color del dinero
Sin embargo, es lógico asumir que ningún loco entrará en los sesenta casos de manera consecutiva y el conjunto parecerá siempre más que disfrutable. Devil’s Attorney, pese al tibio ecuador, presenta una mecánica distribuida en pequeñas fases repletas de bromas que harán las delicias de los aficionados a los juegos de cartas y estrategia por turnos, sobre todo, a los fans del cine de los ochenta.