La historia de la saga Toki Tori es, cuanto menos, interesante. Un juego para Game Boy Color publicado por Capcom en 2001, que resulta ser el primer juego de la empresa Two Tribes, creadores también de otros juegos como Bonk’s Return para móvil o versiones de Garfield y Worms para Nintendo DS.
Pero en lugar de dejar que la leyenda de este simpático pollo se redujese a esta aparición en la primera portátil a color de la factoría Nintendo, al aparecer los diferentes sistemas de descarga digital de consola se fueron animando, empezando por WiiWare, y siguiendo por Playstation Network, Pc, Android e iOS, resultando un pequeño éxito en todos ellos. Por eso, al aparecer la última consola de Nintendo los chicos de Two Twribes han decidido dar el paso adelante y lanzar, antes que en ninguna otra plataforma (posteriormente ha salido también en PC), la secuela de este juego de puzles, cambiándolo bastante de camino.
Así, si el primer Toki Tori consistía en resolver pequeñas pantallas consiguiendo huevos, en esta segunda entrega el mundo es mucho más abierto y nuestra misión consiste en salvar ese mundo de una sustancia negra y malvada. Todo ello armados de nuestro salto (culetada incluida) y nuestro silbido. Con esas dos herramientas el polluelo puede interaccionar con los elementos del mundo. Y aunque parezca algo sencillo os escenarios están construidos de un modo muy inteligente dado que poco a poco podremos conocer más elementos con los que trabajar, desde animales a trampas, bloques o palancas.
Además, el juego no explica nada directamente. Nada de tutoriales, nada de instrucciones. A base de experimentar con lo que nos vayamos encontrando podemos aprender cómo encontrar las soluciones a los problemas que hallemos, pero más que una posibilidad es una necesidad y esto convierte al juego en algo más difícil de lo que pueda parecer por su simpático aspecto, y el jugador deberá pararse a pensar un rato en más de una ocasión en lugar de actuar directamente.
Visualmente Toki Tori 2 es una verdadera delicia, empezando por el ave protagonista y siguiendo por toda la fauna con la que podremos interactuar a lo largo del juego para acabar con una sorprendente variedad y cantidad de decorados, todos ellos realizados con mucho mimo. Si bien la primera parte era llamativa, en esta segunda la verdad es que sus creadores han dado el do de pecho, y luce todo genial. El aspecto sonoro es muy bueno, y teniendo en cuenta que parte de nuestra actividad se basa en el uso de sonidos para interactuar con el videojuego, tiene un peso importante dentro del juego, pero no llama tanto la atención como los gráficos.
Aún así, este simpático y tal vez infantil aspecto gráfico mezclado con un ritmo que podemos definir como excesivamente tranquilo pese a ser un pollo puede hacer que muchos jugadores, especialmente los que necesitan algo de acción o son impacientes, no se sientan atraídos por él. Aunque desde luego si os va el darle vueltas a la cabeza este es uno de los juegos más recomendables de entre los que han aparecido en los últimos meses. Una pequeña joya.