Nuestra máquina del tiempo va a tener una parada muy especial en esta ocasión. Vamos a recordar un videojuego que pasó sin pena ni gloria y del que apenas se tiene información hoy día, pero con la curiosidad de que, a tenor de los participantes en él, sorprende que tenga ese halo de misterio alrededor. Hablamos de Marbella Vice.
Esta historia tiene dos protagonistas. El primero es Picmatic, una empresa vizcaína dedicada tradicionalmente a la fabricación de máquinas tragaperras que a mediados de los 90 quiso meter la cabeza en el mundo de los videojuegos. El otro protagonista es Álex de la Iglesia, un director prometedor que acababa de realizar su primer largo, Acción Mutante, y que se estaba intentando hacer un hueco importante en la industria cinematográfica española.
Para introducirse en el mundo de los videojuegos, Picmatic tenía claro que tenía que hacerlo desde el terreno que dominaba: los salones de juego. Para ello, debía buscar un producto que no requiriese mucha experiencia previa en el desarrollo de los videojuegos y con una fabricación de hardware no demasiado compleja. Con este fin, se fijaron en los éxitos de American Laser Games como Mad Dog McCree y crearon tres máquinas: Los Justicieros, Tierras Salvajes y Marbella Vice. De las tres, tan solo la primera, con la dirección de Enrique Urbizu tuvo un éxito notable, dando incluso el salto al PC de la mano de Dinamic.
Este hecho es bastante curioso porque, posiblemente, de las tres la gran superproducción fue Marbella Vice si echamos un vistazo al staff del rodaje. Al más puro estilo de Corrupción en Miami, Álex de la Iglesia se puso tras las cámaras en la ciudad malagueña para el rodaje de las escenas que se utilizarían en el juego. A sus órdenes estaban dos de sus actores fetiches, interpretes que se consagrarían un par de años más tarde con El Día de la Bestia, Álex Angulo y Santiago Segura. El trío protagonista se completaba con la exuberante venezolana Catherine Fulop. Para las escenas de acción, se contó con el equipo de especialistas de Ángel Plana, un clásico del cine español que por aquella época ya había participado en películas como La Marrana o Justino, un Asesino de la Tercera Edad.
El argumento, como podéis imaginar, es una versión satírica de Corrupción en Miami, donde tomamos el papel del compañero de patrulla de Bengy, interpretado por Álex Angulo, teniendo como misión la de atrapar al narcotraficante Amin Shala. Aunque la participación de Santiago Segura se limita a los comentarios chistosos al recibir una muerte, papel similar al del enterrador de Los Justicieros, lo más curioso es que buena parte de la inspiración para realizar Torrente se inspira en el personaje de Álex Angulo, con el que se pueden encontrar muchos paralelismos.
El sistema de juego y desarrollo es muy similar al de otros juegos del género en recreativa. Contando con una pistola como periférico se tenía que disparar apuntando contra la pantalla para abatir a los enemigos antes de que estos dispararan contra nosotros. La máquina tenía un montaje muy similar a los del resto de videojuegos de Picmatic, limitándose a un gran armazón de madera con una pantalla de 42 pulgadas donde se proyectaban las imágenes. El corazón de la máquina no era ni más ni menos que un Amiga 500, el cual era el encargado de manejar el Laserdisc que contenía el metraje del videojuego.
Pero pese a lo espectacular de la producción, Marbella Vice empezó a convertirse más en una leyenda que en un videojuego. Al poco de llegar a los salones recreativos empezaron a desaparecer las máquinas y tan solo quedaron unidades de Los Justicieros. Incluso llegó a promocionarse en las revistas del sector una futura versión en CD-Rom que no llegó nunca a comercializarse. Poco se sabe del motivo de este hecho y probablemente nunca lo sabremos, a no ser que algún día lo revelen los propios protagonistas de la historia que, quitando las entrevistas del momento, nunca más volvieron a pronunciarse sobre el tema. Quizá la vorágine del éxito de El Día de la Bestia provocó que se quisiera «esconder» esta producción menor.
Aunque me llamaba mucho la atención, como cada partida costaba 20 duros (una «salvajada» en contraposición con los 5 duros de la mayoría de recreativas de la época), sólo le dediqué unas pocas partidas.
Ese era el precio «estandar» de las máquinas de este estilo. Recuerdo que tanto Los Justicieros como Mad Dog McCree tenían ese precio desorbitado.
«La invasión de las recreativas gargantuescas. Libro I: De la extinción de las máquinas de 5 duros» 😉