Los remakes de grandes juegos clásicos están a la orden del día, ya sea por el tirón de marketing que dichas sagas provocan o por una crisis de creatividad similar a la que está sufriendo el cine. Títulos tan míticos como The Secret of Monkey Island, Tomb Raider, Turtles in Time o Ghosts ‘n Goblins han tenido recientemiente su particular revisión con una aceptación considerable por parte del público. En toda esta vorágine de remakes, el próximo 16 de mayo se lanzará Fire and Forget: The Final Assault que cuenta con la peculiaridad de que, en esta ocasión, se trata de una nueva versión de un videojuego semidesconocido para el gran público y ni siquiera fue uno especialmente destacado en las plataformas en las que salió. ¿Qué mejor disculpa para repasar esta saga?
Fire and Forget es el término que en el ámbito militar se utiliza para una serie de misiles teledirigidos, que cuentan con la peculiaridad de que no requieren ser guiados ni seguidos una vez lanzados. Los desarrolladores de Titus Interactive consideraron que era un título perfecto para el producto que tenían en mente, donde se aunaban los géneros de acción y carreras. La compañía francesa siempre ha contado entre sus juegos más destacados a muchos títulos relacionados con el mundo del motor como Crazy Cars, Lamborghini American Challenge o Roadsters. De hecho, al ser contemporáneos, cuenta con muchas similitudes gráficas a la saga Crazy Cars.
En la primera entrega de la saga, salió al mercado en 1988 para Commodore Amiga, Amstrad CPC, Atari ST, PC y ZX Spectrum. El juego nos plantea un argumento bastante simple: contamos con un vehículo de guerra todo terreno y tenemos que participar en distintos conflictos bélicos en seis localizaciones distintas del planeta. De esta manera, elegiremos el nivel de dificultad y sobre un mapamundi seleccionaremos la batalla en la que queremos participar.
Fire and Forget no es más que un clon del RoadBlasters de Atari muy venido a menos. Desde la clásica perspectiva trasera tenemos que manejar nuestro vehículo, esquivar los obstáculos y disparar contra los enemigos que se nos pongan por el camino. Por otro lado, deberemos estar atentos a no quedarnos sin combustible y rellenar el depósito a base de recoger distintos ítems porque, de no ser así, perderemos la partida.
A priori, esta premisa no es mala, pero termina siendo incompleto y repetitivo. Las diferencias entre una pantalla y otra se limitan a diferentes tonos de color, ya que hasta los enemigos son reciclados de una localización a otra. Los niveles son trepidantes, eso sí, pero excesivamente cortos, basándose la duración de la partida únicamente en su dificultad. Tanto es así, que con una cierta pericia podemos acabarnos el juego en apenas un cuarto de hora, lo que deja patente que los seis niveles son muy insuficientes.
Por otro lado, si bien las versiones de 8 bits tenían un aspecto más que correcto, el apartado técnico de las de 16 bits no era mucho mejor y el aspecto no era todo lo bueno que se desearía para un videojuego corriendo en un Amiga. La prensa especializada, sobre todo en el caso de las que cubrían títulos de esta última, no tuvo piedad en sus críticas.
Sin embargo, a pesar de estas fallas, el juego no tuvo mala respuesta del público y Titus volvería a la carga en 1989 con Fire and Forget II: The Death Convoy, lanzándolo para Amiga, Amstrad CPC, Atari ST, Master System, Commodore 64 y PC, así como una versión recreativa basada en las de 16 bits. Por suerte, la compañía gala no se limitó a vivir de rentas y se decidió a darle un buen lavado de cara al concepto.
El argumento queda emplazado claramente en un universo futurista de ciencia-ficción, lo que permitió darle el principal añadido a la jugabilidad: dotar a nuestro vehículo de la capacidad de volar por un cierto periodo de tiempo. Esto mejoraba sensiblemente las posibilidades del sistema de juego, quedándose en una mezcla entre Crazy Cars y Space Harrier. El control es mucho más suave, la variedad de enemigos y situaciones es más amplia (aunque no mucho más), y la inclusión de jefes de final de fase le dan un acabado mucho más completo. Por otro lado, los niveles cuentan con una duración más coherente, dejando a la primera entrega con aspecto de ser una beta del segundo lanzamiento.
Para muchos nostálgicos de Amiga, esta segunda parte es el verdadero clásico de la saga, siendo un videojuego más que digno y que tan solo cuenta con el peso de la mediocridad de su predecesor. En esta ocasión, las críticas fueron muy diversas pero, aun así, los jugadores de la época todavía lo recuerdan con cierto cariño. Probablemente sea Fire and Forget II: The Death Convoy el título que ha motivado la nueva entrega, de hecho, la ambientación es similar, aunque con el paso de más de veinte años y a la vista de los nuevos tráilers, todo parece indicar que poco va a tener que ver. No obstante, no deja de ser una buena noticia que haya desarrolladores que estén rebuscando entre videojuegos antiguos que no se encuentran tan en primera línea y que cuentan con demasiados clones como para esperar una novedad atractiva en su remake.