A mediados de la década de los 90, nos encontrábamos en pleno boom de los ordenadores multimedia. Los PC dejaban de ser meras máquinas de computación y de videojuegos simples para pasar a ser el inicio del ocio interactivo doméstico tal y como lo vemos hoy. Por aquella época empezábamos a familiarizarnos con términos como memoria gráfica, tarjetas de sonidos, procesadores multimedia y eran muchas las compañías de fabricación de hardware las que encontraban en los videojuegos una lanzadera perfecta para demostrar las posibilidades de sus productos.
Es el caso de Magic Carpet, un videojuego de Bullfrog que pretendía demostrar la capacidad de los nuevos ordenadores personales para hacer correr gráficos en tres dimensiones renderizados en tiempo real. De hecho, fue el primer videojuego en contener un aviso de que era un título optimizado para el nuevo procesador Intel Pentium, en un acuerdo llegado entre Electronic Arts, la distribuidora del juego, y el gigante de los procesadores. Este patrocinio por parte de Intel provocó que en su momento Magic Carpet trascendiera más allá del mundo de los videojuegos y que fueran muchas revistas especializadas en ordenadores personales las que pusieran su atención en el producto.
El genio y su alfombra siempre estuvieron allí
¿Y quién podría estar detrás de un proyecto tan ambicioso? Pues ni más ni menos que el inigualable Peter Molyneux, genio del diseño de videojuegos para unos, experto vendedor de humo para otros, el trabajo de este diseñador inglés nunca deja indiferente. Sin embargo, Magic Carpet es uno de sus proyectos menos polémicos, en buena parte gracias a que las pretensiones del título fueron bastantes realistas y el resultado final dejo contento a la crítica.
Magic Carpet se encuentra ambientado en un mundo ficticio muy influenciado por la tradición literaria de Oriente, con especial inspiración en algunas de las historias más destacadas de Las Mil y Una Noches. La historia gira alrededor de un elemento increíblemente poderoso conocido como maná. Inicialmente, este elemento fue utilizado para el beneficio de la población pero, poco a poco, los magos más poderosos lo han ido utilizando con intenciones más malévolas y han provocado un sinfín de guerras entre los hechiceros de mayor poder, que no dejan de invocar demoníacas criaturas con el poder del maná.
Tomamos el papel de un pequeño aprendiz de mago que tiene como misión la de buscar el gran hechizo que devuelva el equilibrio al mundo, hechizo que empezó a buscar su maestro pero que no pudo conseguir. Para ello tendremos que meternos en la cruenta guerra por el maná a lomos de nuestra alfombra mágica, a través de los 50 niveles con los que cuenta Magic Carpet.
El juego se nos presenta desde la perspectiva en primera persona que nos da nuestra alfombra magica, en una libertad de movimientos sin precedentes dentro del mundo de los ordenadores personales. La misión de cada nivel será ir recopilando el maná, representado por esferas de aire caliente que obtenemos al destruir enemigos, e ir guardándolos en nuestro propio castillo que podremos construir usando hechizos. Según tengamos más maná podremos ir mejorando nuestro castillo y mejorar nuestros propios hechizos para hacerlos más poderosos.
No basta con recolectar maná a lo loco, magos enemigos intentarán robarnos nuestro propio maná y mandarán a atacarnos a todo tipo de criaturas: gusanos, insectos gigantes, griffos, etc… Como armas principales tenemos bolas de fuego, bolas de luz y meteoros, así como una suerte de conjuros que podremos ir adquiriendo y facilitarán nuestra tarea. Cada uno de los magos estará identificado con una bandera de distinto color, siendo la nuestra la blanca, que nos servirá para identificar las posesiones de cada uno de ellos.
La potencia sin control no sirve de nada
El control era especialmente novedoso, ya que se realizaría con otro elemento clave de los ordenadores multimedia: el ratón. Hay que destacar que por aquella época el uso del ratón en los videojuegos se limitaba a las aventuras gráficas y a los títulos de estrategia, ya que ni siquiera los FPS los usaban todavía, lo cual nos puede dar una idea de lo revolucionario que podría ser el control.
El principal sustento de Magic Carpet se encuentra en su espectacular apartado técnico. Una implementación excepcionalmente optimizada permitió que ordenadores de mediados de los 90 movieran unos gráficos en 3D como no se habían visto antes. Técnicas como el sombreado Goraud, empezaron a ser familiares para el gran público y un gran trabajo en la implementación de la luz le dio un acabado realista y espectacular que, aún a hoy en día, sorprende a propios y extraños. Esto fue complementado con un sistema musical dinámico que evolucionaba con la partida, dejando sonar a partituras que evocaran las emociones propias del momento de juego, algo con lo que estamos muy familiarizados en la actualidad pero que en aquella época no era tan común.
Todas estas virtudes hicieron que Magic Carpet fuese uno de esos pocos videojuegos que dieron el salto desde el PC al mundo de las consolas, saliendo versiones para PlayStation y Saturn. En 1995, solo un año después del lanzamiento original se lanzó la expansión Magic Carpet: The Hidden Worlds con 25 niveles extras y, ese mismo año, Magic Carpet 2: The Netherworlds.
De vuelta a la lámpara
Por desgracia, la franquicia se quedó ahí, probablemente porque aunque el juego estaba optimizado para Pentium y corría muy bien en los 486, aún había demasiado mercado anclado en el 386, por lo que no vendió todo lo que debiera. Si no se hubiese adelantado a su tiempo, probablemente estaríamos hablando de una franquicia más longeva. Esta claro que tanto Molyneux como EA van actualmente por otros derroteros, pero no estaría nada mal que alguno pensara en recuperar una franquicia que, con la tecnología actual, podría tener unas entregas espectaculares.