Persona 2 ha tardado bastante en llegar a nuestras tierras, y es aún más costoso de terminar. La segunda parte del singular Persona no se lo quiere poner fácil a nadie, y posiblemente su dificultad y longitud alimenten el aura de culto que tiene a su alrededor.
En el año 1999, tras el éxito del primer Persona para PlayStation, apareció en Japón la primera parte de la segunda entrega de la subserie, apellidada Innocent Sin. Un año después se pudo jugar a la segunda parte (cuyo subtítulo es Eternal Punishment) también en tierras niponas. Curiosamente, y apenas unos meses más tarde llegó esta segunda parte de la segunda entrega al mercado anglófono, al Americano para más señas. Y así se quedó la cosa hasta casi diez años más tarde, en 2008, cuando unos aficionados hicieron un poco de justicia con la serie y lanzaron un parche para poder jugar en PlayStation a Innocent Sin con textos en inglés, pero sin rastro de una distribución oficial.
Con la distribución digital en pleno auge y varias portátiles potentes en el mercado Atlus se animó a relanzar la saga, de manera que en 2009 el primer Persona apareció en Japón para PSP, y en 2010 en Europa. A principios de 2011 trasladaron Innocent Sin también a PSP, apareciendo a principios de año en Japón, y a finales en Europa. No está nada mal tardar doce años en poder continuar una historia, es una buena marca, pero la trama solo se podrá seguir de manera oficial en Europa a la salida de Eternal Punishment y cuando Atlus decida (la versión de PSP japonesa apareció en Mayo). Así que, tras todo este tiempo, cualquier jugador con cierta cultura y conocimiento del medio es posible que ande más que deseoso de ponerle las manos encima a este título.
Tres años después de la historia original nos encontramos en Sumaru City, una metrópolis japonesa de nuestros tiempos con una extensa población. La enorme urbe acaba inexplicablemente maldita, y cualquier rumor que llegue a demasiada gente acaba convirtiéndose en realidad. La banda de personajes jugables, vuelve a ser un compendio de estudiantes de instituto, pero en esta ocasión estudian en lugares distintos y los lazos que les unen son mucho más enrevesados.
Y tras un prometedor inicio argumental nos topamos con el principal fallo y virtud del género, de su precuela, y de muchos juegos japoneses: los combates aleatorios con los que debemos lidiar a cada paso. Al menos el sistema de combate, a pesar de no ser el más evolucionado que se pudiese ver en aquella época, es interesante. Durante los turnos de lucha podemos entablar conversación con los enemigos, e incluso conseguir que cooperen con nuestra causa. Aunque es una pena que a veces para acceder a según qué habilidades haya que hacer y deshacer demasiados pasos a través de los menús. Toda la preparación de la lucha también es magnífica, y se nos da la posibilidad de evolucionar no sólo a nuestros personajes y sus diferentes objetos, sino también a sus alter-ego espirituales, los llamados «Persona». Estas invocaciones que dan nombre a la saga tienen formas y habilidades de todo tipo de seres pertenecientes a un mix de varias mitologías.
Pero por muy interesante que sea combatir, hacerlo de manera aleatoria puede resultar un gran escollo. Sin tanto combate, Persona 2: Innocent Sin sería un juego muy recomendable para todo aquel que disfrute o tolere la estética japonesa de finales de los noventa.
Superado ese escollo, la trama y muchas de las mecánicas son muy interesantes, e incluso dignas de estudio. La manera en que se implementa el poder de la rumorología es especialmente curiosa. De hecho, podemos abusar de ello para realizar determinadas acciones. Por ejemplo, que en cierto lugar se vendan armas, bajar el precio de las mismas o forzar situaciones sociales poco habituales.
El desarrollo de la historia está algo descompensado, ya que desde el inicio progresa de un modo muy lento y llegado a cierto punto el ritmo se vuelve frenético y realmente loco. No es raro encontrar en una misma subtrama a nazis, mayas, alienígenas, robots, guiños a Los mitos de Chtulu, referencias zodiacales varias, y siempre desde la óptica de un grupo de chavales que van al instituto y que pueden invocar «alter egos espirituales». Además, se tratan las subtramas referentes a cada protagonista de un modo extenso y con cierto mimo por lo que no es dificil llegar a encariñarse con algunos. Eso si, tal vez se haya dado demasiado peso a los traumas infantiles de algunos de los personajes, todo un cliché la animación japonesa.
Sin duda alguna es un gran título en extensión que contiene todas las grandes señas de identidad de los juegos de rol japoneses, para bien y para mal, e incluso es posible que sea recomendable para cualquiera capaz de disfrutar de esos tópicos. Al menos, un servidor ya está esperando la aparición de Eternal Punishment en tierras europeas.
El segundo me gusta mucho más que el primero, sin duda. Aunque no el protagonista… No me convence de todo.
Eso sí, para la consola portable de Sony, la mejor entrega hasta la fecha ha sido P3P. Pero esta no se queda atrás.
A P3P le estoy dando con furia y por ahora me esta encantando. En cuando pueda ser review 🙂
Probé el segundo justo tras haberme acabado el primero… Y la verdad es que me parece un desastrín.
La verdad es que no le encontré el más mínimo interés a la historia en la mayoría de su desarrollo. Me pareció tremendamente alargada sin motivo, hasta que parece que ha de acabar siete veces pero siempre ocurre algo más exagerado para mantener la trama articifcialmente. Y dramática en exceso, de forma que conseguió el efecto contrario en mí: Que poco me importara lo que pasara a los personajes.
En general, tenía muy buenas ideas, pero creo que no supieron explotarlos. La idea de que los rumores condicionan la realidad es jugosísima, pero no se explota lo suficiente. Me perdí algunas cosas, he investigado sobre ello, pero para mí se quedó sólamente en configurar qué tenían en las tiendas. Algo muy triste.
Aparte de eso, arrastra problemas del primero como la enorme cantidad de combates. Y personalmente creo que no me habrían molestado tanto si no hubieran se hubieran hecho más lentos que en la primera parte a la hora de elegir ataques, señalar, esperar a que se hagan los ataques (Por mucho que haya opción de skip).
Y lo peor para mí, LO PEOR con diferencia. Triggers absurdos que hacen que tengas que perder media hora dando vueltas para que un personaje te dé una información que tu ya sabes.
Por suerte luego vino Persona 3. =)