Redactando el artículo sobre Jill of the Jungle de hace un par de semanas, me vinieron a la mente multitud de videojuegos que disfruté gracias al sistema de distribución shareware que, de haber sido de otra manera, no habría podido disfrutar (al menos legalmente). Commander Keen, Duke Nukem, Jazz Jackrabbit, Sky Roads… son títulos que nos han dado largas horas de diversión a los usuarios de PC de los 90 sin necesidad de pulir nuestros ajustados bolsillos. De entre toda esa amalgama de títulos que fueron lanzados hay uno que no tuvo un especial éxito pero que me pareció uno de los más divertidos: Secret Agent.
Apogee Software, una de las grandes en este tipo de distribución, lanzaría este videojuego en 1992, un año más tarde de su conocido Crystal Caves, con el que Secret Agent comparte muchas similitudes. Este parecido no es casual, el creador de Secret Agent es ni más ni menos Peder Jungck, uno de los grafistas de Crystal Caves, lo que resultó ser un excelente campo de pruebas para poder sacar su propia obra.
El protagonista de nuestra historia es el agente 006 1/2, que es la única esperanza de la paz mundial, ya que la organización terrorista D.V.S. se ha hecho con los planos de un arma definitiva conocida como el Red Rock Rover. Como si de James Bond se tratara, nuestro intrépido agente tendrá que infiltrarse en emplazamientos de los terroristas para conseguir recuperar dichos planos y evitar que el arma sea utilizada para hacerse con el control del planeta.
Como todo videojuego shareware que se precie, Secret Agent cuenta con un capítulo inicial gratuito y dos más de pago. El título de cada uno de estos capítulos son homenajes a grandes filmes de espías: The Hunt for Red Rock Rover (La caza del Octubre Rojo),Kill Again Island (La Isla de Gilligan) y Dr. No Body (James Bond contra el Dr. No).
Inicialmente se nos presenta un mapa conceptual de la zona, donde se pueden localizar diversos emplazamientos terroristas que harán las veces de niveles de juego, los cuales podrán realizarse sin un orden predefinido, a excepción de la fortaleza final que solo estará disponible si hemos completado correctamente los niveles anteriores. Una vez que nos introduzcamos en uno de estos emplazamientos, la perspectiva pasará a ser la de un plataformas muy al estilo de las obras de Apogee de la época.
En cada nivel, tendremos que realizar dos misiones principales, por un lado localizar y destruir un radar con nuestro revolver, por otro hallar un cartucho de dinamita que nos permitirá volar la puerta de salida y volver al mapa principal. Todo esto moviéndonos en unos niveles con un diseño laberíntico de plataformas en los que es necesario conseguir distintos objetos para avanzar: llaves de colores que abren las correspondientes puertas, disquetes que usados en ordenadores desconectan rayos láser, barriles para acceder a zonas más altas, etc.
En contra existe una legión de enemigos a los que podemos abatir haciendo uso de nuestras armas. La principal es nuestra pistola, la cual tiene una munición limitada que solo podemos recargar tras buscar por distintos lugares del escenario, así como ciertas ayudas como zapatillas que nos dotan de velocidad extra, mejoras del armamento u otro tipo de objetos que consiguen aumentar nuestra puntuación. Cabe destacar que la profunda complejidad que suponía la búsqueda de los distintos objetos, así como el diseño de niveles plagado de trampas, hace que sea un juego de plataformas que no hace uso de los típicos jefes de final de fase.
Como hemos indicado al inicio, Secret Agent comparte mucho con Crystal Caves, empezando por el uso del mismo motor gráfico. No en vano, el propio Peder Junck sería uno de los responsables del motor original. Si bien el diseño de niveles está muy trabajado, los gráficos pecan de algo de simpleza, sobre todo en lo que se refiere al colorido que no hace un buen uso de la potencia que las tarjetas VGA de la época permitían. Aún así, el diseño de personajes hace gala del sentido del humor de sus creadores, que deja unos personajes hidrocefálicos con un aspecto caricaturesco y con una desproporción de escala respecto a los objetos de los escenarios para la posteridad.
Probablemente este juego no llamará la atención a los jugadores más jóvenes, ya que ni siquiera destaca técnicamente ni supuso una revolución en su momento. Pero estoy bien seguro de que traerá inmejorables recuerdos a aquellos jugones más veteranos que disfrutaron horas y horas delante de la pantalla del ordenador gracias a los CDs repletos de programas shareware.