Es difícil, para un usuario español de Playstation 3, sentirse atraído a comprar Papo y Yo. La primera razón es que seguramente no habrá escuchado absolutamente nada de él (salvo que lea prensa extranjera con fruición o esté muy atento a las noticias de la española). La segunda, porque ni siquiera la tienda de Playstation da una verdadera razón por la que comprarlo. Finalmente, ni el inicio del juego te guía con claridad sobre qué es lo que te espera cuando lo hayas comprado.
Básicamente es un juego que de inicio interesará a las personas que conozcan a Vander Caballero, su alma máter y en cuya vida está basada el título. Servidor conoce a Vander Caballero, de hecho le hice una de las entrevistas más divertidas que he hecho nunca: sentados en el suelo durante una GDC, mientras era diseñador jefe de Army of Two, y concluyendo con la revelación de que que su juego favorito era Dead or Alive Extreme Volleyball 2 porque incluía playas y mozas de buen ver.
Ya he comentado que Papo y Yo está basado en la vida de Caballero, pero es importante concretar que se centra sobre su difícil infancia con un padre alcohólico. Como juego representa una abstracción de los problemas que tuvo de pequeño, convertido en un título que mezcla las plataformas y la resolución de rompecabezas, para, y aquí es donde deberían contarte de qué va la historia, resolver el problema que tiene Chico, un niño sudamericano, con Monstruo, un ser que se preocupa por él y que normalmente es inofensivo pero que cuando se come una rana se vuelve una bestia envuelta en llamas que arrasa con todo, incluido al bueno de Chico. Pero Chico no está solo en esta aventura y cuenta con la ayuda de Lula, un robot que se le unirá al poco de empezar la aventura. La máquina le permite pulsar objetos a distancia además de facilitar un muy útil doble salto. También le acompaña una niña aborigen con poderes que le irá guiando cuando haga falta.
Papo y Yo resulta una interesante experiencia que pone a prueba al jugador con saltos, que a veces complicados y excesivamente ajustados, o con unos puzles mayoritariamente muy lógicos que además suelen contar la ayuda del juego para su resolución. Pero aún con todo, guión con varias capas de lectura, buenos retos y mecánica clásica, no es perfecto, y parece que los programadores no le tenían demasiado cogida la medida a Unreal Engine porque, además de ralentizarse un poco en alguna ocasión, se observan con demasiada frecuencia incidencias en las colisiones y algunos pequeños problemas con la cámara.
Dejando de lado temas técnicos, Papo y Yo resulta una obra que no sólo es interesante sino que es necesaria en tanto que hace madurar al sector (sobre todo si se le hiciese algo de caso). Su historia es de una crudeza muy alta, y a pesar de la abstracción que incorpora de inicio incluye momentos muy duros para el jugador. Artísticamente tiene elementos muy brillantes, como una banda sonora que tiene momentos de grandeza, o ese estilo sudamericano colorista y caótico que ya hemos visto en la obra de autores como Frida Kalho o Ángel Loochkartt entre otros. Además, los hechos que vemos en pantalla mientras resolvemos los puzles son surrealistas y podemos encontrarnos con momentos donde las casas están volando o doblándose, incluso escenas propias de películas como Origen.
Papo y Yo viene a unirse al excelente grupo de «juegos-experiencia» de este año, dónde comparte espacio con Journey o Asura’s Wrath, con el añadido de que en esta ocasión la parte jugable es más interactiva que en el resto de mencionados. Tiene ciertos aspectos por pulir, pero cualquiera que sea capaz de abstraerse de sus pequeños problemas, y sepa a lo que va, disfrutará mucho de la obra.
Yo de hecho le seguía la pista desde hace tiempo, le escribí un avance y también tuve el inmenso placer de charlar con Vander Caballero por mail y en el chat de facebook xDDD Es un tipo majísimo.
Tengo el juego a medias, porque llevo «palante» otros tantos títulos más, pero me parece una apuesta interesante, especialmente por el trasfondo que tiene detrás y la manera en que se deja entrever a lo largo de la aventura. Como bien dice Ramón, tiene detalles por pulir especialmente en todo lo relativo al apartado técnico, pero artísticamente es bonito, muy muy llamativo (esas favelas deprimidas que de repente te sorprenden con un gigantesco y espectacular graffiti ultracolorido, ese realismo mágico, etc.) y agradable de jugar.
Es un juego que seguramente decepcione a aquellos que busquen jugabilidad pura y diversión directa, pero a los que busquen algo distinto creo que les gustará.